También nosotros hemos sido «iluminados» por Cristo en el Bautismo, y por ello estamos llamados a comportarnos como hijos de la luz. Y comportarse como hijos de la luz exige un cambio radical de mentalidad, una capacidad de juzgar hombres y cosas según otra escala de valores, que viene de Dios. El sacramento del Bautismo, efectivamente, exige la elección de vivir como hijos de la luz y caminar en la luz. Si ahora os preguntase: «¿Creéis que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Creéis que puede cambiaros el corazón? ¿Creéis que puede hacer ver la realidad como la ve Él, no como la vemos nosotros? ¿Creéis que Él es la luz, nos da la verdadera luz?» ¿Qué responderíais? Que cada uno responda en su corazón.” Papa Francisco
Celebración de la Palabra (Ver)
“Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.” (Mt 28, 19-20)
¿Qué significa para mí ser un bautizado?
Catequesis (Juzgar)
“El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu («vitae spiritualis ianua«) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión “El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra» Catecismo Romano 2,2,5).” (Catecismo n.1213)
El primero entre los sacramentos de iniciación cristiana es el santo Bautismo por el cual venimos a la vida en Cristo, somos incorporados en Él, y renacemos como hijos amados del Padre. La palabra bautismo viene del griego “batizein” que significa “sumergir”, ha recibido también el nombre de baño de regeneración o iluminación, porque nos hace renacer a la vida en el Espíritu y porque nos da la luz de Cristo. La Iglesia ha visto algunos hechos y prodigios del Antiguo Testamento como un anuncio de lo que este sacramento significaría: el agua de un modo particular se presenta como fuente de la vida pero también de la muuerte, el arca de Noé, el paso del Mar Rojo o del Jordán por ejemplo. Sin embargo es Jesús que al hacerse bautizar por Juan Bautista nos da ejemplo de aquello que hemos de hacer, es más al entrar en las aguas del río ha santificado este elemento y ahí el Padre anuncia quien es el que viene “el Hijo amado” que se dejó contar entre los pecadores para llevar su perdón. Pero será desde el madero de la cruz que en el agua y sangre que brotaron de su costado se anuncia la vida nueva que traen el Bautismo la Eucaristía.
«Considera dónde eres bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En él eres rescatado, en él eres salvado. (San Ambrosio, De sacramentis 2, 2, 6).
La Iglesia desde el día de Pentecostés celebra y administra este sacramento según el mandato de Cristo, por este sacramento participamos a la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Para poder recibir el sacramento se ha de recibir una preparación determinada que a lo largo de la historia ha variado, a este período de tiempo se le llama “catecumenado” sin embargo desde que el bautismo de niños se volvió la forma habitual para compartir con ellos el don de la vida eterna y la gracia sacramental, las etapas han cambiado y ahora se habla de un “catecumenado postbautismal” que no se trata sólo de una instrucción posterior, va más allá, es el desarrollo de la gracia bautismal en el crecimiento de la personas, a esto le llamamos catequesis.
“La práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia. Está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando «casas» enteras recibieron el Bautismo (cf Hch 16,15.33; 18,8; 1 Co 1,16), se haya bautizado también a los niños (cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Pastoralis actio 4: AAS 72 [1980] 1139).” (Catecismo de la Iglesia n. 1252)
Esto es lo que se pretende de un modo particular a través de las comunidades parroquiales, se busca realizar una catequesis que responda a la necesidad de un catecumando postbautismal es decir una formación continúa después del Bautismo, para descubrir como la fe que nos ha sido transmitida ilumina nuestra realidad en las diferentes etapas de la vida que vamos atravezando.
La celebración se desarrolla dando la bienvenida a la Iglesia al candidato, posteriormente si es un niño se pregunta a los padres el nombre que han dado y estos piden el Bautismo para el niño, se escruta sobre su intención de asumir los compromisos que ello conlleva a padres y padrinos, y posteriormente todos hacen la señal de la cruz sobre el niño. Recordemos los padrinos ayudan a los padres en la transmisión de la fe, no los sustituyen por ello la Iglesia nos invita a buscar persona idóneas y coherentes en su vivencia del cristianismo, no se trata de buscar “compadres” o “cheros” o de quedar bien con alguien particular, sino alguien que ayude al cristiano en su formación. Posteriormente se hace la unción con el “óleo de los catecúmenos” un aceite consgrado que marca la realización de un exorcismo sobre la persona, luego se sigue la bendición del agua y posteriormente la renuncia a satanás y la profesión de fe (si se trata de un niño los papás y padrino lo hacen en nombre suyo) posteriormente se pasa al rito central, se sumerge a la persona en el agua o se rocía con ella mientras se dice “N. Yo te bautizo el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, estás palabras no pueden cambiarse por otras, deben ser pronunciadas tal y como el Señor nos las mandó contrario a esto el bautismo sería nulo. Posteriormente se unge al neófito, así se le llama a los recién bautizados, con el santo Crisma significando su pertenencia al Pueblo Santo de Dios, y su participación en Cristo como sacerdote, profeta y rey. Luego se reviste de blanco, simbolo de la purificación que acaba de pasar y se le entrega una vela encendida con la luz del cirio pascual, puesto que ha comenzado ya a gozar de la fe y la vida nueva en Cristo Resucitado, finalmente se reza el Padre Nuestro, ya que ahora es hijo/a de Dios.
¿Quién puede ser bautizado? Todo aquel que quiera recibirlo. Se hace una sóla vez y para siempre, es decir el bautismo no es un sacramento que se pueda repetir. ¿Quién puede bautizar? “Los ministros ordinarios del Bautismo son el obispo y el presbítero; en la Iglesia latina, también el diácono. En caso de necesidad, cualquiera puede bautizar, siempre que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Éste derrama agua sobre la cabeza del candidato y pronuncia la fórmula trinitaria bautismal: «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».” (Compendio del Catecismo n. 259). También hemos de recordar que “Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.” (Catecismo n. 1258)
El mismo Jesús nos ha recordado que el Bautismo es necesario para la salvación (Cf. Jn 3, 5) De ahí el ardor misionero de la Iglesia para comunicar la nueva vida en el resucitado, ¿qué sucede con los que no han conocido la fe o los niños que mueren sin ser bautizados?
«»Cristo murió por todos y la vocación última del hombre en realmente una sola, es decir, la vocación divina. En consecuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual» (GS 22; cf LG 16; AG 7). Todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la voluntad de Dios según él la conoce, puede ser salvado. Se puede suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el Bautismo si hubiesen conocido su necesidad.
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf 1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: «Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis» (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo.» Catecismo de la Iglesia n. 1260-1261
El Bautismo nos perdona los pecados, nos purifica del pecado original y de los pecados personales así como de las penas del pecado, es hecho nueva criatura, hijo adoptivo de Dios, participa de naturalea divina, es miembro del Cuerpo místico de Cristo, coheredero del Reino y Templo del Espíritu, recibe la gracia santificante y por tanto se configura un verdadero organismo de vida sobre natural en Él, que le hace capaz de creer en Dios, esperar en Él y amarlo (virtudes teologales) , así como poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo (done) y crecer en el obra del bien a través de las virtudes humanas, así como también se le marca con un sello indeleble y espiritual de pertenencia a Cristo a esto último se le llama “carácter”
“El «sello del Señor» (San Agustín), es el sello con que el Espíritu Santo nos ha marcado «para el día de la redención» (Ef 4,30; cf Ef 1,13-14; 2 Co 1,21-22). «El Bautismo, en efecto, es el sello de la vida eterna» (San Ireneo de Lyon). El fiel que «guarde el sello» hasta el fin, es decir, que permanezca fiel a las exigencias de su Bautismo, podrá morir marcado con «el signo de la fe» (Plegaria Eucarística I), con la fe de su Bautismo, en la espera de la visión bienaventurada de Dios —consumación de la fe— y en la esperanza de la resurrección.” (Catecismo de la Iglesia Católica 1274).
Edificación espiritual
¿Qué aprendí en esta catequesis?
¿Cómo puedo vivir mejor los efectos del Bautismo en mi vida? ¿qué implica?
¿Cómo estoy asumiendo este itinerario de catequesis postbautismal que es mi comunidad? ¿participo? ¿falto? ¿soy puntual? ¿Qué puedo mejorar?