Catequesis Pequeñas Comunidades y Comunidades Eclesiales de Base
Domingo 19 de noviembre de 2023 – XXXII Domingo de Tiempo Ordinario Ciclo A
“Jesús nos muestra la generosidad y la premura del Padre de tantos modos: con su palabra, con sus gestos, con su acogida hacia todos, especialmente hacia los pecadores, los pequeños y los pobres; pero también con sus advertencias, que revelan su interés para que nosotros no desperdiciemos inútilmente nuestra vida. Es un signo, de hecho, de que Dios tiene una gran estima de nosotros: esta conciencia nos ayuda a ser personas responsables en cada una de nuestras acciones. Por lo tanto, la parábola de los talentos nos reclama a una responsabilidad personal y a una fidelidad que se convierte también en capacidad de caminar continuamente sobre caminos nuevos, sin «enterrar el talento», es decir, los dones que Dios nos ha confiado y sobre los que nos pedirá cuentas.” (Papa Francisco, 19 de noviembre de 2017)
1. Celebración de la Palabra (Ver)
• Pr 31, 10-13. 19-20. 30-31. Trabaja con la destreza de sus manos.
• Sal 127. Dichosos los que temen al Señor.
• 1Ts 5, 1-6. Que el Día del Señor no os sorprenda como un ladrón.
• Mt 25, 14-30. Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor.
La lectura de los proverbios nos presenta el ideal de la mujer virtuosa, el salmo 127 canta la dicha del hombre en la vida familiar. La primera carta a los tesalonicenses habla de estar preparados para la segunda venida del Señor y en el Evangelio se continúa el discurso escatológico con la parábola de los talentos.
Para nuestra reflexión ¿nuestra vida en familia refleja una vida en el Señor?
2. Catequesis (Juzgar)
Al considerar la parábola de los talentos y la armonía en la vida del matrimonio que nos ilustran tanto la primera lectura y el salmo, recordamos que el ser humano es un ser social, un ser en relación, un ser que vive en interdependencia con los demás, no lo puede todo sólo, el mismo Jesús al nacer lo hizo como cualquier ser humano necesitando de los cuidados de su padre y de su madre para poder vivir. La complementariedad y diferencias entre los hombres nos hacen recordar que no hemos de vivir aislados y que hemos de ser solidarios los unos con los otros.
“Estas diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro aquello que necesita, y que quienes disponen de «talentos» particulares comuniquen sus beneficios a los que los necesiten. Las diferencias alientan y con frecuencia obligan a las personas a la magnanimidad, a la benevolencia y a la comunicación. Incitan a las culturas a enriquecerse unas a otras:
«Yo no doy todas las virtudes por igual a cada uno… hay muchos a los que distribuyo de tal manera, esto a uno aquello a otro… A uno la caridad, a otro la justicia, a éste la humildad, a aquél una fe viva… En cuanto a los bienes temporales las cosas necesarias para la vida humana las he distribuido con la mayor desigualdad, y no he querido que cada uno posea todo lo que le era necesario para que los hombres tengan así ocasión, por necesidad, de practicar la caridad unos con otros… He querido que unos necesitasen de otros y que fuesen mis servidores para la distribución de las gracias y de las liberalidades que han recibido de mí» (S. Catalina de Siena, Dial. 1, 7).” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1937)
El cultivo de los talentos no implica simplemente poder aprovechar los recursos y potenciar las propias capacidades sino recordar que al vivir como miembros de un mismo cuerpo en Cristo Jesús, la vida santa de cada uno de los miembros redunda en un gran beneficio para todos, paralelamente podemos decir la mediocridad con la que uno viva su vida de fe también priva al resto de los beneficios que podría venir aparejados a su generosidad en el seguimiento del Señor. En el marco de la segunda venida del Señor que habrá de juzgar a vivos y muertos hemos de tener presente que habremos de dar cuenta de como asumimos aquello que nos fue confiado, considera desde los dones naturales como cierta facilidad para la música, trabajos manuales, la educación, la familia, etc. Hasta los dones sobrenaturales como la fe, la religiosidad de tus padres, la vida de la comunidad, los sacramentos, la oración, las oportunidad de hacer el bien al prójimo o de colaborar con la Iglesia en la evangelización.
“Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios (cf. Jn 12, 49). El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena:
«Todo el mal que hacen los malos se registra – y ellos no lo saben. El día en que «Dios no se callará» (Sal 50, 3) … Se volverá hacia los malos: «Yo había colocado sobre la tierra, dirá El, a mis pobrecitos para vosotros. Yo, su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi Padre – pero en la tierra mis miembros tenían hambre. Si hubierais dado a mis miembros algo, eso habría subido hasta la cabeza. Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los constituí comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí» (San Agustín, serm. 18, 4, 4).” (Catecismo de la Iglesia n. 1039)
En este sentido también nosotros podemos intercalar aquí el mensaje del santo Padre en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres para este 2023, en él, nos invita a no desamparar al que busca nuestro consuelo y ayuda, a la luz del libro de Tobías, particularmente en el capítulo 4, evoca el mensaje-herencia de un padre que ha vivido una vida santa a su hijo que está por salir a un largo viaje en el le invita a vivir en la presencia de Dios, ser solidario con los necesitados, evitar la fornicación y formar un matrimonio con una descendiente de Israel así como vivir relaciones justas con todos los hombres, del texto el Romano Pontífice destaca un versículo: «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7).
Luego de hacer una reflexión para presentar el texto, se nos recuerda que Tobit fue capaz de volverse solidario con los demás porque él mismo había hecho experiencia de la pobreza, de ahí el Papa Francisco nos dice:
“cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.
Vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más frágiles frente al cambio cultural en curso. Lo que es desagradable y provoca sufrimiento se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades físicas se exaltan, como si fueran la principal meta a alcanzar. La realidad virtual se apodera de la vida real y los dos mundos se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación. La prisa, cotidiana compañera de la vida, impide detenerse, socorrer y hacerse cargo de los demás. La parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,25-37) no es un relato del pasado, interpela el presente de cada uno de nosotros. Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero para que otros hagan caridad es un gesto generoso; la vocación de todo cristiano es implicarse en primera persona.”
Las palabras del santo Padre nos interpelan a descubrir que no basta con fijarnos en el pobre o dejar que otros se encarguen sino que también hemos de hacer aquello que esté a nuestro alcance para ayudar e implicarnos en el auxilio, en este sentido en los próximos días Pastoral de la Salud a nivel parroquial nos presentará un proyecto para que los hermanos de los diferentes grupos parroquiales conozcamos a los ancianos y otros enfermos a los que buscamos atender semana a semana con la santa comunión, e incluso algunos de ellos con víveres.
También hemos de recordar que existen diferentes tipos de pobreza, de hecho el Papa en otras ocasiones nos habla de tres tipos de miserias, la material en relación a los bienes temporales, la moral, como aquella en la que viven los que están sumidos en el pecado, y la espiritual como la de aquellos que viven como si no tuvieran fe resignándose cuanto mucho a mínimos. El cristiano ha de estar en salida para reconocer los diferentes tipos de pobreza y salir en el auxilio de aquel que se encuentra en necesidad, buscando las oportunidades para acercarse, siempre recordemos el principio no es tender la mano desde un pedestal sino ser uno que desde abajo busca ayudar al otro a levantarse.
3. Edificación Espiritual (Actuar)
- ¿Qué talentos descubro que me ha dado el Señor?
- ¿Cómo aprovecho esos talentos? ¿Sé ponerlos al servicio de los demás?
- ¿Cómo estamos colaborando como comunidad en favor de los pobres? ¿Hemos tenido alguna iniciativa particular? ¿aportamos todos a llevar víveres?
- ¿Cuándo fue la última vez que compartí con otro la fe o un consejo para ayudarle a vivir mejor una vida moral?
IMG: «Parábola de los talentos» de A.N. Mironov