Notas para un formación con lectores y coros

El servicio dentro de la Sagrada Liturgia se realiza en virtud del sacerdocio común que gozamos todos los bautizados, participamos de este modo en la alabanza al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo, dándole el homenaje de nuestras voces, de nuestros gestos, y más significativo aún de nuestros corazones. Nos unimos al sacerdote, ministro consagrado del Señor, que presenta los sacrificios espirituales del Pueblo santo de Dios uniéndolos al único y definitivo sacrificio de Cristo en el Calvario, “pasar a leer” o “cantar” entre otros servicios que se dan dentro de la Sagrada Liturgia, es pues un don que Dios nos hace, y para acoger su don es necesario preparar el corazón. Por ello queridos hermanos, para servir con mayor entrega y generosidad quiero hacerles un par de recordatorios que nos permitan hacer de estas ocasiones un momento de gracia y bendición para nuestra vida personal pero también de toda la comunidad parroquial.

En primer lugar, nunca olvidemos hemos de buscar cultivar la amistad con Jesús, mi vida de oración y la búsqueda de un vida virtuosa son parte importante de lo que hago, que haya coherencia entre lo que hago en mi servicio y la liturgia de alabanza que doy al Señor en mi día a día en eso tan menudo y ordinario. Hay quienes son muy observantes pero no siempre con rectitud de intención, a veces confundimos la importancia de dar testimonio con la trampa de la vanidad “que van a decir si ando haciendo x y y cosas siendo lector”, se realiza el mismo acto pero en el primer punto busco evangelizar en el segundo simplemente cuidar las apariencias, recordemos la coherencia de vida es sobre todo porque ahí muestro al Señor que le amo, que tiene el primer puesto, que busco agradarle a Él y por tanto quiero al entrar en contacto con los demás que vean cuan bueno es el con todos los que le sirven.

Sobre este punto también recordemos que nuestra vestimenta siempre bien cuidada y limpia, debe ser signo del alma que busca vivir en gracia de Dios. Si necesitas confesarte no dudes en hacerlo, somos de barro, el Señor nos conoce y tiene piedad del que ha caído y perdona su pecado si se acerca con un corazón arrepentido “un corazón contrito y humillado Tú no lo desprecias” nos dice el salmista,  pero ¿cómo puedo decir que proclamaré la palabra de Dios o elevaré cantos a su majestad si mi corazón está lejos de Él a causa del pecado? ¿No nos parece una incoherencia el pasar a leer o cantar y no comulgar? ¿Entonces que? ¿Mejor no servir? Hermano ¡lo mejor es reconciliarse con el Señor!

Luego si eres lector recuerda que tienes un compromiso especial con la Palabra de Dios, aunque no te toque leer públicamente en la celebración, profundiza tu relación con ella día con día, y busca hacerla parte de tu vocabulario, cuando hayan misiones o visiteos no te quedes, es la oportunidad de seguir ejerciendo este ministerio maravilloso, el que sirve como lector debe buscar que su vida se vea transformada por el ejercicio de la lectura de la Palabra.

Nos recuerda la Iglesia hablándonos de la preparación del lector: “Esta preparación debe ser, en primer lugar, espiritual, pero también es necesaria la preparación técnica. La preparación espiritual, supone, por lo menos, una doble instrucción: bíblica y litúrgica. La instrucción bíblica debe encaminarse a que los lectores puedan comprender las lecturas en su contexto propio y entender a la luz de la fe el núcleo central del mensaje revelado. La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores una cierta percepción del sentido y de la estructura de la liturgia de la palabra y la relación entre la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística. La preparación técnica debe capacitar a los lectores para que cada día sean más aptos en el arte de leer ante el pueblo, ya sea de viva voz o con la ayuda de los instrumentos modernos para amplificar la voz” (OLM n. 55)

Es muy importante la preparación porque Cristo está presente en la palabra, y ahí realizando el misterio de la salvación durante la celebración litúrgica, nos santifica y tributa al Padre el culto perfecto. En la proclamación de la Palabra Dios nos continúa a hablar y el efecto de su Palabra se prolonga en cada acción litúrgica, es manifestación activa del amor del Padre. Y esto suscita la respuesta de todos los que participamos de la celebración “Los fieles tanto más participación de la acción litúrgica, cuanto más se esfuerza, al escuchar la palabra de Dios en ella proclamada, por adherirse íntimamente a la palabra de Dios en persona, Cristo encarnado, de modo que procuren que aquello que celebran en la Liturgia sea una realidad en su vida y costumbres, y a la inversa, que lo que hagan en su vida se refleje en la Liturgia” (OLM n.6)