(Formación de Catequistas 01)
La misión del Catequista es transmitir la fe a aquellos que le son confiados, en un mundo secularizado en el que no podemos dar por sentado que la gente conozca la verdades fundamentales de la fe y menos aún que sepa como se viven, la tarea del catequista es básica, sobre todo porque no estamos ante una persona que busque transmitir un mero conocimiento teórico, tampoco busca simplemente dar una clase, sino que nos encontramos ante un discípulo de Cristo que habiéndole conocido y amado quiere darlo a conocer y amar. Se trata de la vivencia de un auténtico apostolado. Recordemos el catequista no forma simplemente alumnos sino discípulos, ante que suyos del Señor, de ahí que ha buscar vivir en estado permanente de conversión, anhelando la santidad de vida y para ello busca formarse continuamente en la Iglesia, la cual se concibe como un auténtica comunidad de comunidades.
- El rol del Catequista
La fe que todo catequista transmite, es la fe en la persona de Jesús, que se nos ha revelado, se nos ha manifestado, y nos ha dado conocer quién es Dios y su plan divino de salvación. A esto le llamamos la Revelación Divina.
“Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, creyendo ésto, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo” Catecismo de la Iglesia Católica n. 4
La catequesis ciertamente se encuentra inscrita en el marco más amplio de la transmisión de la fe, a menudo se dice que a un primer anuncio de la Buena Nueva de la salvación que llamamos “evangelización” sigue un período formativo que prepara al hombre enseñándole las verdades de la fe y como vivir cristianamente, esto implica la celebración de los sacramentos, la vida comunitaria, el apostolado y la misión.
El catequista ha de formarse continuamente para poder realizar mejor su misión, teniendo presente que en esta vocación se trabajará con diferentes tipos de personas, niños, jóvenes, adultos, ancianos, hombres, mujeres, campesinos, citadinos, gente con altos niveles de escolaridad o quizás con poca instrucción, el catequista de la caridad ha de aprender a predicar las verdades de la fe, dos principios fundamentales, amor y adaptabilidad, o como diría san Pablo “hacerse todo a todos”
«El camino mejor es que el Apóstol […] mostró: Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo debe resaltarse que el amor de Nuestro Señor siempre prevalece, a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el amor, ni otro término que el amor (Catecismo Romano, Prefacio, 10)..
«El que enseña debe hacerse todo a todos, para ganarlos a todos para Jesucristo […]¡Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas […] es necesario tener en cuenta cuidadosamente quiénes pueden necesitar leche y quiénes otro alimento más sólido […]. El Apóstol […] señaló que había que considerar que los que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes» (Catecismo Romano, Prefacio, 11).
2. Capax Dei – El catequista no parte de cero, todo hombre lleva en sí un llamado a lo sobrenatural
El punto de partida de la relación del hombre con Dios es que este le pueda conocer, el hombres “capaz de Dios”, en su naturaleza lleva inscrito este descubrimiento de una ser que le Trasciende, de hecho santo Tomás de Aquino por ejemplo hablaba de 5 vías naturales que tenemos para conocer a Dios a partir del mundo creado, por curiosidad pregunté a ChatGPT sobre el tema y veamos como lo sintetiza y veamos como lo explica realmente el santo.
- Vía del movimiento o cambio: «Todo lo que se mueve es movido por otro, y a su vez, ese otro también es movido por otro. Pero esta serie de movimientos no puede ser infinita, por lo tanto, debe haber un Primer Motor inmóvil que mueva a todo sin ser movido por nada» (ChatGPT).
“Es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor”(STh q. 1 a. 3)
- Vía de la causalidad eficiente: «Todo en el mundo tiene una causa eficiente, es decir, todo efecto tiene una causa que lo produce. Sin embargo, esta cadena de causas no puede retroceder infinitamente, por lo tanto, debe haber una Causa Primera que no sea causada por nada más». (ChatGPT)
“En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera” (STh q. 1 a. 3)
- Vía de la contingencia y necesidad: «En el mundo existen cosas que pueden existir o no existir, ya que son contingentes. Si todo fuera contingente, en algún momento nada habría existido, ya que lo contingente depende de algo más para existir. Entonces, debe haber algo necesario en sí mismo, cuya existencia no dependa de nada más, y a esto lo llamamos Dios» (ChatGPT).
“Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.” (STh q. 1 a. 3)
- Vía de los grados de perfección: «En el mundo encontramos grados de perfección en las cosas, como seres más o menos buenos, verdaderos o nobles. Esto implica la existencia de un ser perfecto y máximo que sirve como medida y estándar para todas las demás cosas, y a este ser lo llamamos Dios» (ChatGPT).
“se encuentra en las cosas algo más y menos bueno, y verdadero, y noble, y así otras cosas semejantes. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es verísimo y óptimo y nobilísimo; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son máximamente verdaderas, son máximamente seres, como se dice en II Metaphys.. Pero lo que es máximamente tal en algún género es la causa de todas las cosas que son de ese género, como el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro —, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su ser, de su bondad, de cualquier otra perfección, y a éste le llamamos Dios” (STh q. 1 a. 3)
- Vía de la finalidad, ordenamiento o teleológica: «Al observar el orden y la finalidad en el mundo, podemos inferir la existencia de un ser inteligente que ha diseñado y ordenado todas las cosas hacia un fin. Este ser es Dios, el cual ha establecido un orden y propósito en el universo» (ChatGPT).
“Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.” (STh q. 1 a. 3)
Pero también la persona humana es un vía para acercarse al conocimiento de Dios, en su búsqueda de la verdad, en su querer el bien, en su capacidad de reconocer la belleza, en el ejercicio de su libertad, en su conciencia que le habla, en su misma sed de un felicidad que no acaba y que ninguna criatura puede colmar atestigua que hay algo más, alguien más hacia quien se siente atraído. Es común ver como en todo el mundo el hombre ha llegado a elaborar creencias religiosas que manifiestan este llamado interior, llamamos creencia a “esa totalidad de experiencia y pensamiento que constituyen los tesoros humanos de sabiduría y religiosidad, que el hombre, en su búsqueda de la verdad, ha ideado y creado en su referencia a lo Divino y al Absoluto” (Declaración Dominus Iesus n. 7)
3. El Catequista transmite la fe en Dios que se revela
Sin embargo en su infinita bondad y misericordia, Dios se nos ha querido dar a conocer, se nos ha comunicado a sí mismo, se nos ha revelado. “Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.” (Catecismo de la Iglesia n. 52) El Señor se nos ha revelado en palabras y obras de modo gradual, es decir poco a poco, hasta llegar a su plena manifestación en Cristo Jesús. Los relatos de la Creación, Noé, Abraham y los patriarcas, Moisés y la formación del pueblo de Israel, la predicación de una nueva y eterna Alianza que anuncian los profetas,, hasta llegar a Jesús en quien Dios mismo nos ha dicho todo.
«Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra […]; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo )
La revelación publica del Señor ya está acabada y no habrá ninguna otra hasta la segunda venida del Señor, sin embargo esto no es lo mismo que decir que está completamente explicitada, el Espíritu que guía a la Iglesia al conocimiento pleno de la verdad (Cf. Jn 16, 13ss) le lleva a profundizar en el contenido de lo que se ha revelado.
“A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas «privadas», algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de «mejorar» o «completar» la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.” (Catecismo de la Iglesia n. 67)
Esto es importante que un catequista lo tenga siempre presente ya que el afán de novedades y las hiperconectividad de hoy en día con la sobreinformación que está al alcance de un par de toques de pantalla lleva a que existan personas que se puedan confundir fácilmente sobre las verdades de la fe sea por el relativismo actual o por la novedades profanas.
Recordemos que la Divina Revelación se nos comunica a través de la Sagrada Escritura y de la Tradición viva de la Iglesia, que los apóstoles y sus sucesores nos han comunicado.
“Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo, mandó a los Apóstoles que predicaran a todos los hombres el Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes por los Profetas, lo completó El y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las costumbres. Lo cual fue realizado fielmente, tanto por los Apóstoles, que en la predicación oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo que habían recibido por la palabra, por la convivencia y por las obras de Cristo, o habían aprendido por la inspiración del Espíritu Santo, como por aquellos Apóstoles y varones apostólicos que, bajo la inspiración del mismo Espíritu, escribieron el mensaje de la salvación.
Mas para que el Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos, «entregándoles su propio cargo del magisterio». Por consiguiente, esta sagrada tradición y la Sagrada Escritura de ambos Testamentos son como un espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta que le sea concedido el verbo cara a cara, tal como es (cf. 1 Jn., 3,2).” (Dei Verbum n. 7)
Aunque existen diferentes manuales de catequesis, no olvidemos nunca que el buen catequista sabe beber de las fuentes, por ello en las próximas formaciones hablaremos un poco acerca de la Sagrada Escritura y la Tradición viva de la Iglesia, así como del Magisterio eclesiástico para ir profundizando de primera mano en estos temas. El catequista es custodio de la fe que ha de transmitir por ello la debe conocer, predicamos a Cristo y su Evangelio que nos ha sido comunicado por nuestra madre la Iglesia.