Camino de conversión

Cuaresma es camino de conversión, camino de santidad, camino de entrar en nosotros mismos y redescubrir la luz de Cristo que ilumina nuestra realidad, disipando las tinieblas de los miedos que nos paralizan, las apatías que nos llevan a la indiferencia, las mentiras que nos decimos a nosotros mismos, los ruidos que quieren opacar su voz, las imágenes falsas que nos hacemos de la realidad, y que con gozo nos presentan la verdad de su vida y palabra que transforma nuestra historia.

Hermano escucha la voz de tu amado que dice: “¡Levántate, resplandece, que llega tu luz, y la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira que las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad, los pueblos, pero sobre ti amanece el Señor, sobre ti aparece su gloria.” (Is 60, 1-2)

Si amado Señor, en este tiempo al volverme hacia ti descubro que no buscas lastimarme, no quieres el mal para mí, tu intención nos es aniquilarme, tu voluntad no es una camisa de fuerza que coarta mi libertad, al contrario tu luz descubre los engaños del enemigo que me dice que lejos de ti hallaré felicidad, que tú me has mentido, que te has equivocado con mi vida y que no valgo la pena, que no puedo ser diferente, que estoy condenado a ser un miserable y por tanto mejor apresurar el proceso autodestruyéndome, el enemigo me dice que si vivo según el mundo seré libre y si te sigo seré esclavo, más tu voz me dice hoy que si sigo por este camino en realidad seré un esclavo y que es tu palabra la que me hace libre, porque tu palabra es la verdad y sólo la verdad libera.

Hoy ante ti realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar quiero decir “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” “Tu luz nos hace ver la luz” “El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?”

Amado mío, Redentor mío, refugio mío, alcanzar mía, mi peña y roca en que me amparo ¿A quién voy ir? Sólo tú tienes palabras de vida eterna, muéstrame el camino de la vida, que finalmente me crea que hay más alegría en dar que en recibir, en bendecir que en ofender, que en ser manso que violento, en ser pobre que vivir esclavizado de la riqueza, en llorar por mis pecados contrito de corazón que vivir muerto en el alma por ellos, en ser misericordioso que en buscar venganza, en sufrir por ti y tu Evangelio que viviendo por glorias efímeras, en ser puro corazón que en dejarme llevar por las bajas pasiones, en vivir con humildad que dejarme por el orgullo, en servir que en ser servido, en amar que en dejarme llevar presa del odio y el rencor.

Jesús ayúdame ser como Tú, compasivo con el que sufre, clemente con el pecador, tierno con los niños, atento con los enfermos, solícito con tus padres, bondadoso con tus amigos, generoso con el hambriento, celoso en las cosas del Reino, caritativo con todos.

Mi dulce y buen Jesús que sepa descubrir el bien que has puesto en mí, que aprenda a ver mi vida, la de mi familia, la de mi colonia como Tú la vez, que sepa descubrir también ahí una historia de la salvación. Enséñame a hacer el bien con el cual daré más gloria al Padre, enséñame a vivir dócil a las mociones del Espíritu, enséñame a caminar con toda la Iglesia, ya nos lo dice el Papa Francisco, quien camina sólo va más rápido pero quien camina con otro llega más lejos.

Y como Abraham salgo de mi tierra, de mis seguridades humanas. Como Israel salgo de la esclavitud del Egipto seductor. Como peregrino que sube al Templo de Jerusalén camino hacia tus moradas Señor,

Sal 83

«¡Qué amables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma añora, desfallece por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne se alegran por el Dios vivo. Hasta el pajarillo encuentra una casa, y la golondrina su nido, donde poner sus polluelos: ¡tus altares, Señor de los ejércitos, mi Rey y Dios mío! Dichosos los que habitan en tu Casa te alabarán por siempre. Dichoso el hombre que tiene su auxilio en Ti, y en su corazón decide peregrinar. Ellos, al pasar por el valle del llanto, lo convierten en un manantial, la lluvia temprana lo cubre de bendiciones. Caminan con fuerzas renovadas, hasta ver al Dios de los dioses en Sión. ¡Señor, Dios de los ejércitos, escucha mi plegaria, inclina el oído, oh Dios de Jacob! ¡Escudo nuestro, mira, oh Dios, fíjate en el rostro de tu ungido! Pues más vale un día en tus atrios que mil fuera. Prefiero estar en el umbral de la Casa de mi Dios que habitar en las tiendas de los impíos. Porque el Señor Dios es sol y escudo; el Señor concede gracia y gloria; no niega sus bienes a los que caminan en integridad. ¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en Ti!.»

Comenta san Bruno:  «Señor de los ejércitos». Entendiendo que la verdadera morada de Dios es el cielo que nos espera, comenta San Bruno: «¡Qué deseables son tus moradas! Mi alma se consume y anhela llegar a los atrios del Señor, es decir, desea llegar a la Jerusalén del cielo, la gran ciudad del Dios vivo. (…) ¿Quién no anhelará penetrar en tu tabernáculo si son dichosos los que viven en tu casa? (…) Y cuando dice aquí dichosos ya se sobrentiende que tienen tanta dicha cuanta el hombre es capaz de concebir. Por ello, son dichosos los que habitan en sus atrios, porque alaban a Dios con un amor totalmente definitivo, que durará por los siglos de los siglos, es decir, eternamente; y no podrían alabar eternamente, si no fueran eternamente dichosos. Esta dicha nadie puede alcanzarla por sus propias fuerzas, aunque posea ya la esperanza, la fe y el amor; únicamente la logra el hombre dichoso que encuentra en ti su fuerza, y con ella dispone su corazón para que llegue a esta suprema felicidad. Que es lo mismo que decir: únicamente alcanza esta suprema dicha aquel que, después de ejercitarse en las diversas virtudes y buenas obras, recibe además el auxilio de la gracia divina; pues por sí mismo nadie puede llegar a esta suprema felicidad» (Expositio in Psalmos 83).

Jesús, Tú eres la luz que guía mi caminar, tu palabra, tus obras, tu vida toda me muestra como ha de recorrerse la vía que conduce a la comunión íntima con el Padre en el amor del Espíritu santo. Te adoro y alabo ¿quién podrá reconocer suficientemente tu gran sabiduría? Tu eres el camino, la verdad y la vida, sí el camino por recorrer, la verdad a contemplar e imitar y la vida que se ha gozar, sólo en ti encuentra descanso mi alma, sólo en ti puedo entender que este proceso de conversión que atravieso en la cuaresma no es otra cosa sino despojarme de todo lo que impide que se manifiesta la vida bienaventurada que se convertirá esa ofrenda espiritual agradable al Padre, en una vida que es se transforma en alabanza a su Gloria bendita.

Gracias por este rato de oración, gracias porque me reanimas y me impulsas a abrazar la vida nueva, la vida bienaventurada, la vida que es auténticamente vida.