Catequesis Pequeñas Comunidades y Comunidades Eclesiales de Base
Tema: La Familia, Reflejo de la Santidad de Dios
Fecha: 23 de enero de 2025
Frase: “Mientras afirmamos la belleza de la familia, sentimos más que nunca que debemos defenderla. No dejemos que se contamine con los venenos del egoísmo, del individualismo, de la cultura de la indiferencia y de la cultura del descarte, y pierda así su “ADN” que es la acogida y el espíritu de servicio. Esta es la fisonomía propia de la familia: la acogida, el espíritu de servicio dentro de la familia.” (Papa Francisco, 25 de junio de 2022)
1. Celebración de la Palabra (Ver)
Leer Efesios 5, 22-33
De qué manera el amor de Cristo por la Iglesia debería inspirar el amor entre esposos? ¿Cómo ves las relaciones familiares hoy por hoy en nuestra colonia? ¿y en tus familiares y amigos?
2. Catequesis (Juzgar)
La familia ha sido y es el núcleo fundamental de la sociedad, pero su importancia va más allá del ámbito social; es un espejo de la divinidad, un sacramento viviente de la santidad de Dios. En esta catequesis tomada de una intervención de Mons. José Ignacio Munilla obispo de Orihuela-Alicante, vamos a descubrir como los atributos divinos se pueden entrever en la vida de la familia si el matrimonio es signo de la alianza entre Cristo y su Iglesia ¿no será que la familia a la que da origen también manifiesta las perfecciones divinas?
La Familia nos transmite la fe y nos hace comprender lo divino
Generalmente uno empieza a escuchar hablar de Dios en el seno de la familia. Ella es la primera comunidad en la que vivimos como hijos de Dios, por ello es llamada “Iglesia doméstica” y como tal también se convierte en primera escuela de la fe. No se trata meramente de la transmisión de unos conceptos u oraciones, sino de una sensibilidad que nos introduce en la relación con Dios. Podríamos pensar cuantas veces la fe de nuestros padres y abuelos se va aprendiendo a través de sus devociones, como la visita a un santuario, el participar de una procesión en un lugar particular, el ir a la Misa del primer viernes de mes, hacer las novenas al Divino Niño, todo esto, se convierte como en la atmósfera en la que nuestro corazón va adquiriendo la sensibilidad hacia la relación con Dios, pero no sólo eso también se nos va formando en un modo de vivir particular aprender a compartir, a servir a los demás, a pedir perdón, a respetar la autoridad, etc. La familia no solo transmite conocimientos sobre Dios, sino que, a través de su vida cotidiana, introduce a los miembros en una relación personal con Él.
San Juan Crisóstomo por ello afirmaba que: «La familia es la primera escuela de virtudes cristianas donde se aprende a amar y a servir a Dios»[1]
Benedicto XVI decía «El amor de Dios se manifiesta a través del amor humano»[2] La familia ofrece una metáfora poderosa para entender conceptos teológicos complejos. Piensen cuantas veces en las homilías los sacerdotes utilizan ejemplos del hogar para transmitir verdades de fe por ejemplo cuando se trata de explicar la presencia de Dios en nuestras vidas, la conciencia que, es técnicamente, “un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho”[3] por ejemplo, se compara con el momento en que un niño se encuentra ante a la mirada bondadosa y tierna de su madre y después de haber hecho algo malo se siente conmovido, sabe que tiene que decir lo que ha hecho.
Atributos de Dios y la Familia
Cuando se habla de Dios en teología habitualmente se recurre a los llamados atributos divinos para poder conocerlo, estos son perfecciones que revelan su esencia. Santo Tomás de Aquino enumera algunos: simplicidad, perfección, bondad, infinitud, inmutabilidad, eternidad, unidad, conocimiento, voluntad, justicia, misericordia, omnipotencia y ubicuidad. Veamos como alguno de ellos pueden ser conocidos a través de la imagen de la familia
Omnipotencia de Dios: Por definición decimos que “Dios es llamado omnipotente porque puede absolutamente todo lo posible”[4] La familia proyecta una imagen de autoridad y poder similar a la de Dios. En la niñez, los padres son percibidos como «quasi-todopoderosos», proporcionando un sentido de seguridad que es vital para un desarrollo emocional sano. Pensemos cuantas veces un niño defiende sus argumentos bajo el lema “mi mamá dijo que…” o cuando hay una situación de peligro si su papá está cerca, no teme, está tranquilo. San Agustín refleja este concepto: «Soy un niño pequeño, pero mi Padre es todopoderoso»[5] La crianza de los hijos en el seno familiar les da una sensación de protección y fortaleza que emula la omnipotencia divina.
Bondad y Misericordia: Cuando se habla de la bondad santo Tomás dice “se atribuye a Dios el bien en cuanto todas las perfecciones deseadas dimanan de él como primera causa”[6] y cuando se habla de su misericordia se refiere “a las perfecciones dadas a las cosas por Dios y que destierran algún defecto”[7]. Bondad y misericordia son manifestaciones del amo divino, la afirmación bíblica «Dios es amor» (1 Jn 4,8) encuentra su eco en el amor incondicional de una familia. Dios quiere nuestro bien y suple nuestras deficiencias no porque necesite algo de nosotros sino simple y llanamente porque es un Padre bueno. Considera, por ejemplo, ¿por qué una mamá lleva a su hijo al médico? ¿por qué un papá busca pasar al supermercado por arroz y frijoles para sus niños? ¿por qué les abraza? ¿por qué se preocupan cuando están tristes? Es simplemente porque son sus hijos y los quieren. Esta experiencia de amor incondicional es fundamental para la autoestima y el equilibrio personal, enseñándonos que somos amados sin condiciones, no por lo que hacemos, sino por quiénes somos, si un papá y una mamá aman a sus hijos, Dios les ama infinitamente más. «Si Dios me ha conocido y me ha querido como soy, si desde siempre soy amable para Dios, ¿quién soy yo para no quererme? ¿Quién soy yo para no aceptarme en mi forma de ser y en mis limitaciones?»[8]
Sencillez y Simplicidad: Santo Tomás dice[9] que Dios es simple porque no encontramos composición en Él, no es mezcla de cosas, ni ha sido causado, ni debe alcanzar una mayor perfección, como dijo a Moisés “Yo soy el que soy”. Dios es sencillo; su naturaleza es indivisible y única. La familia, en su mejor expresión, refleja esta unidad cuando se prioriza el «nosotros» sobre el «yo». La vida en familia, cuando se vive en comunión, muestra cómo la simplicidad divina puede simplificar nuestras vidas, contrarrestando la complejidad que el pecado introduce en nuestras existencias. San Ireneo enseña: «Si Dios es sencillo, la vida es sencilla»[10] Y como señala el Papa Francisco: «La familia necesita de la sencillez para ser feliz»[11] El pecado complica las cosas, considera por ejemplo el caso de los mentirosos, que tienen que encubrir una mentira con otra y viven como esclavos, mientras que la sencillez de la verdad hace libres. “en la vida, cuando Dios te implica, te complica y, finalmente, te simplifica.”[12]
Eternidad e Inmutabilidad: Según santo Tomás[13] la eternidad se refiere a que no tiene principio ni fin, es carente de sucesión es ella todo es simultáneo; y la inmutabilidad significa que en Dios no hay cambio, no se muda, Dios permanece en su ser[14], ¿cómo la familia nos ayuda a comprender estos conceptos? La familia transmite valores y tradiciones a través de generaciones, reflejando la eternidad de Dios. La fidelidad a la herencia recibida no es anacrónica sino un reconocimiento de que el progreso verdadero se basa en la continuidad y el respeto por lo que ha sido transmitido. La familia enseña que en Dios todo se simplifica y se unifica, proporcionando un ancla en un mundo de cambios vertiginosos. Pensemos por contrarios como cuando unas padres no han aprendido a educar sus emociones sino que cambian a cada nada terminan generando inseguridades en sus hijo, en nuestro contexto los papás que separados cambian constantemente de pareja porque no han aprendido a sanar las heridas profundas y viven de compensaciones ¿cómo podrán dar la estabilidad necesaria a sus hijos o a sí mismos para crecer en la vida? La eternidad e inmutabilidad de Dios nos recuerda que en toda circunstancia Él quiere nuestro bien, porque no depende de circunstancias, su voluntad es eternamente estable ¿no será esto un gran signo de la esperanza que sana el corazón?
Veracidad y Justicia: Santo Tomás nos enseña que “la verdad se encuentra en el entendimiento en cuanto que aprehende las cosas como son; y en las cosas en cuanto que son adecuables al entendimiento. Todo esto es así en Dios en grado sumo. Pues su ser no sólo se conforma a su entendimiento, sino que también es su mismo entendimiento. Y su conocer es la medida y causa de cualquier otro ser y entendimiento. Y El mismo es su ser y su conocer. Por lo tanto, en El no sólo está la verdad, sino que El mismo es la primera y suma verdad”[15] Dios no descubre la verdad de las cosas sino que Él mismo la causa, porque la verdad de algo se da según sea conforme al entendimiento divino. Sobre la Justicia dice el PseudoDionisio “Es necesario ver que la justicia de Dios es verdadera en el hecho de que da a cada uno lo que le corresponde según su dignidad, y que mantiene la naturaleza de cada uno en su lugar y con su poder correspondiente.”[16]
En la familia, se vive la verdad de nuestra humanidad, sin máscaras, ahí nos conocen quienes somos de verdad, es donde somos auténticamente libres, somos nosotros mismos. La justicia de Dios, entendida como dar a cada uno lo que le es debido, se manifiesta en la corrección y el amor sincero que se dan dentro del hogar atendiendo las necesidades de cada uno.
Inefabilidad de Dios: al hablar de este atributo nos referimos a como todas nuestras palabras no alcanzan a abarcar todo lo que Dios es, santo Tomás dirá que “Se dice que Dios no tiene nombre o que está por encima de todo nombre, porque su esencia supera todo lo que de Dios podemos entender o expresar con nuestras palabras”[17]. La oración es una puerta a la inefabilidad de Dios, es ahí donde lo trascendente se hace cercano. La iniciación a la oración familiar no solo enseña a hablar con Dios, sino que también transmite la importancia de la trascendencia, algo vital en una época donde la experiencia directa de lo divino puede escasear. La oración familiar nos conecta con lo trascendente. «La fe no solo mira a Jesús, sino que mira al misterio de su persona en su totalidad»[18]. La oración en familia introduce a los niños en este misterio de lo inefable y divino.
Así pues el misterio de Dios puede conocerse a través de comparaciones en la familia, porque ella es el primer reflejo del amor de Dios en nuestras vidas, de ahí porque la Iglesia sigue apostándole a este proyecto en medio de un mundo que tiende a relativizar su necesidad, o al menos a hacer secundario el plan original de Dios para ella. No olvidemos que muchas veces proyectamos hacia Dios las imágenes que tenemos de nuestros padres, pero también no hay como Dios, para sanar las heridas que podamos haber tenido en nuestra educación familiar, o se repara o se repite, pero ni uno ni otro proceso es automático, requiere nuestra decisión consciente en libertad.
“Es un gran don entender la familia como reflejo de los atributos divinos. Dios permite que sus atributos se reflejen en la vida familiar para que el niño pueda crecer seguro, sabiéndose amado y protegido.”[19]
3. Edificación espiritual (Actuar)
- ¿Cómo podemos fortalecer nuestra comunidad para que cada familia se sienta verdaderamente como una «Iglesia doméstica»? ¿Qué prácticas podríamos adoptar para fomentar una mayor sensibilidad hacia Dios en el hogar?
- ¿Cómo han influido las tradiciones familiares (visitas a santuarios, oraciones, devociones) en tu fe personal? ¿Qué tradiciones podríamos iniciar o revivir en nuestras familias para transmitir la fe a las nuevas generaciones?
Sobre los atributos divinos:
- Omnipotencia y Seguridad: ¿Cómo podemos, como padres reflejar la omnipotencia de Dios a los niños para que sientan seguridad y protección? ¿Qué ejemplos podemos compartir de situaciones donde hemos sentido este reflejo de Dios en nuestra comunidad?
- Bondad y Misericordia: Habla de una experiencia donde has experimentado o has dado amor incondicional dentro de tu familia o comunidad.
- Simplicidad y Unidad: ¿Cómo podemos simplificar nuestras vidas para vivir más en la unidad que Dios desea para nosotros?
- Eternidad e Inmutabilidad: En un mundo lleno de cambios, ¿cómo podemos vivir la estabilidad y la fidelidad que Dios nos enseña a través de la familia? ¿Cómo podemos, como comunidad, ser un ancla para aquellos que enfrentan cambios personales o familiares?
- Veracidad y Justicia: ¿Cómo promovemos la verdad y la justicia dentro de nuestras familias y en nuestra comunidad?
- Inefabilidad de Dios y la Oración: ¿Cómo podemos enriquecer la vida de oración en nuestras familias para que sea más natural y significativa? ¿Qué papel juega la oración comunitaria en conectarnos con Dios?
[1] San Juan Crisóstomo, Homilías sobre Efesios, 20
[2] Benedicto XVI, Deus Caritas est, n. 17
[3] Catecismo de la Iglesia Católica n.1778
[4] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I c.25 a. 3
[5] San Agustín, Confesiones I, 1
[6] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c. 6, a.2
[7] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.21 a. 3.
[8] Mons. Jose Ignacio Munilla, Dios te quiere feliz, Palabra, p.104
[9] Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.3
[10]Adversus Haereses, III, 16,6
[11]Papa Francisco, Discurso en el Encuentro Mundial de las Familias, 2015
[12] Mons. José Ignacio Munilla, Dios te quiere feliz, Palabra, p.106
[13] Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.10
[14] Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.9
[15] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.16, a.5
[16] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.21, a.1
[17] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, c.13, a. 1
[18] Lumen Fidei n. 18
[19] Mons. José Ignacio Munilla, Dios te quiere feliz, Palabra, p.110