Catequesis para Pequeñas Comunidades y Comunidades Eclesiales de Base
Fecha: 13/02/2025
Frase: “Los ancianos ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros. Ellos son depositarios de la memoria colectiva y, por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente, en nombre de una modernidad sin memoria. Los ancianos, gracias a su madura experiencia, están en condiciones de ofrecer a los jóvenes consejos y enseñanzas preciosas.” (San Juan Pablo II, Carta a los ancianos, 01 de octubre de 1999)
1. Celebración de la Palabra (Ver)
Leer: Lc 2, 21-40
Citas complementarias:
Levítico 19,32: «Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y temerás a tu Dios. Yo soy Yahvé.»
Proverbios 16,31: «Las canas son corona de gloria cuando se hallan en el camino de la justicia.»
Éxodo 20,12: «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yahvé tu Dios te da.»
1 Timoteo 5,1: «No reprendas al anciano, sino exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos;»
Job 12,12: «En los ancianos está la sabiduría, y en la larga edad el entendimiento.»
Sal 92, 14-15: “Plantados en la Casa de Yahveh, florecerán en los atrios de nuestro Dios. Seguirán dando fruto en la vejez, estarán lozanos y frondosos.»
Proverbios 20, 29: «La gloria de los jóvenes está en su fuerza, y la dignidad de los ancianos en sus canas.»
¿Cómo se trata a los ancianos en nuestra colonia? ¿Observas ejemplos de respeto, descuido o abandono? ¿Cuáles son sus condiciones de vida? ¿Tienen acceso a cuidados de salud, compañía y actividades significativas?
2. Catequesis (Juzgar)
Continuamos en este día con nuestras catequesis acerca de la familia, hoy hablaremos sobre los ancianos, que en el campo de la familia implica a los abuelos y muchas veces también a los tíos mayores, el Papa nos invita a redescubrir esta etapa de la vida como un momento importante para ser discípulo y misionero de Jesucristo.
Los ancianos hoy en día
Ciertamente cuando miramos a nuestro alrededor la cultura que promueve las gratificaciones inmediatas, el “eficientismo” laboral y la vivencia de emociones intensas muchas veces tiende a dejar de lado a los ancianos, muchos prefieren por ejemplo hablar de acabar con la vida del anciano y no de buscar que una persona viva dignamente hasta el final de sus días, muchos viven pensando en vivir intensamente su juventud pero pocos se preguntan cómo envejecer bien, otros ni siquiera se plantean la pregunta, les parece mejor esconder los problemas debajo de la alfombra, se deja al anciano en un asilo (si es que va bien económicamente) o se le abandona olvidado en una casa o incluso recluido en una habitación.
Gracias a los avances médicos, la esperanza de vida ha aumentado significativamente en nuestra época, nunca ha habido en occidente por ejemplo tantos ancianos como hoy. Sin embargo, la sociedad no ha evolucionado igualmente para integrar a los ancianos de manera adecuada, más aún se presenta el desafío del crecimiento de esta franja de edad y la reducción de la natalidad y consecuentemente de la juventud, y no habiendo quien se encargue de los ancianos se dejan a un lado.
El Papa Francisco critica esta «cultura del descarte», donde los ancianos son vistos no como una fuente de sabiduría y experiencia, sino más bien como una carga o un estorbo. El Papa cita a Benedicto XVI, quien en 2012, durante una visita a una casa de ancianos, resaltó que la calidad de una civilización se mide por cómo trata a sus mayores:
«La calidad de una sociedad, quisiera decir de una civilización, se juzga también por cómo se trata a los ancianos y por el lugar que se les reserva en la vida en común» (12 de noviembre de 2012).
El abandono que se da no sólo es físico sino también emocional, nadie quiere pasar tiempo con ellos aunque vivan en la misma casa, no se busca el diálogo con ellos, se juzga que no tienen ya nada que aportar, nadie quiere ser visto como anciano, parece que se trata de una enfermedad, de hecho parece que hoy ni siquiera existe la adultez sino que se quiere vivir eternamente joven justificando con este hecho muchas actitudes de inmadurez, no hay una valoración positiva del avance de la vida. Parece que se busca huir a la vulnerabilidad y limitación que implica la avanzada edad en algún punto de la vida.
«Los ancianos son abandonados, y no sólo en la precariedad material. Son abandonados en la egoísta incapacidad de aceptar sus límites que reflejan nuestros límites, en las numerosas dificultades que hoy deben superar para sobrevivir en una civilización que no les permite participar, dar su parecer, ni ser referentes según el modelo de consumo donde “sólo los jóvenes pueden ser útiles y pueden gozar”. Estos ancianos, en cambio, deberían ser, para toda la sociedad, la reserva de sabiduría de nuestro pueblo. Los ancianos son la reserva de sabiduría de nuestro pueblo. ¡Con cuánta facilidad se deja dormir la conciencia cuando no hay amor!» (Sólo el amor nos puede salvar, Ciudad del Vaticano 2013, p. 83).
Por el contrario, en la gran Tradición de la Iglesia, el anciano ha sido visto como fuente de sabiduría para las futuras generaciones «No desprecies los discursos de los ancianos, que también ellos aprendieron de sus padres; porque de ellos aprenderás inteligencia y a responder cuando sea necesario» (Sir 8, 9). El Papa Francisco nos invita a “despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad, que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad.” (Catequesis 05 de marzo de 2015) tarde o temprano todos llegaremos ahí y no hemos de olvidar que así como tratamos hemos de ser tratados. Muchos padres de familia se olvidan que los hijos aprenden más de sus ejemplos que de sus discursos, así como ellos tratan a sus propios padres, así serán tratados por sus hijos más tarde en la vida.
Para vivir esta etapa de la vida…
El Papa enfatiza que la ancianidad no es un período para ser descartado sino una etapa de la vida con su propia gracia y misión.
«El Señor no nos descarta nunca. Él nos llama a seguirlo en cada edad de la vida, y también la ancianidad contiene una gracia y una misión, una verdadera vocación del Señor.» (Papa Francisco, 11 de marzo de 2015)
Una clave de lectura para vivir esta etapa de la vida son las figuras de Simeón y Ana en el Evangelio de san Lucas, quienes, a pesar de su avanzada edad, jugaron papeles cruciales en el reconocimiento y anuncio de la llegada de Jesús. Ellos son ejemplos de como muchos ancianos buscan esperar con fidelidad el paso del Señor por su vida, y a su encuentro son capaces de reconocerlo, es más Ana se presenta como la primera persona que habla de Jesús a los demás. El Papa propone que los ancianos deben convertirse en «poetas de la oración», dando gracias a Dios por todo lo que han recibido en la vida, intercediendo por las nuevas generaciones, purificando su corazón a causa de las cuestiones del pasado y siendo también pregoneros de sabiduría para los jóvenes.
“Podemos dar gracias al Señor por los beneficios recibidos y llenar el vacío de la ingratitud que lo rodea. Podemos interceder por las expectativas de las nuevas generaciones y dar dignidad a la memoria y a los sacrificios de las generaciones pasadas. Podemos recordar a los jóvenes ambiciosos que una vida sin amor es una vida árida. Podemos decir a los jóvenes miedosos que la angustia del futuro se puede vencer. Podemos enseñar a los jóvenes demasiado enamorados de sí mismos que hay más alegría en dar que en recibir. Los abuelos y las abuelas forman el “coro” permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen a la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida.
La oración, por último, purifica incesantemente el corazón. La alabanza y la súplica a Dios previenen el endurecimiento del corazón en el resentimiento y en el egoísmo. Cuán feo es el cinismo de un anciano que perdió el sentido de su testimonio, desprecia a los jóvenes y no comunica una sabiduría de vida. En cambio, cuán hermoso es el aliento que el anciano logra transmitir al joven que busca el sentido de la fe y de la vida. Es verdaderamente la misión de los abuelos, la vocación de los ancianos. Las palabras de los abuelos tienen algo especial para los jóvenes. Y ellos lo saben.” (Papa Francisco, 11 de marzo de 2015)
Así pues, descubrimos que el rol de los ancianos no es accidental en la Iglesia, por un lado, es muy importante su presencia como testigos de Cristo con la sabiduría que han adquirido a lo largo de los años; por otro, el acompañamiento a aquellos que están en una grave necesidad supone también un gran antídoto al egoísmo y sed de placer imperante en la sociedad, nos hace apuntar hacia algo más grande en la vida, nos da un horizonte más largo. Los ancianos nos recuerdan también la presencia de Dios en nuestra historia.
3. Edificación espiritual (Actuar)
- ¿Qué historias o lecciones de vida han aprendido de los ancianos en su vida? ¿Cómo pueden estas enseñanzas influir en nuestra vida diaria?
- ¿Cómo podemos cambiar nuestra perspectiva sobre la vejez para verla como una etapa de gracia y misión, tal como lo sugiere el Papa Francisco?
- ¿Qué prácticas podemos implementar para mostrar gratitud y respeto hacia los ancianos en nuestra vida diaria?
- ¿De qué manera pueden los ancianos en nuestra comunidad contribuir espiritualmente? ¿Qué iniciativas podemos tomar para integrarlos más activamente en la vida de la parroquia o grupo?
- ¿Qué actividades se podrían organizar para fomentar la relación entre jóvenes y ancianos en nuestra comunidad? ¿Cómo podríamos beneficiarnos mutuamente de esta relación?
- Pensando en tu propia vida, ¿cómo te gustaría ser tratado cuando llegues a la ancianidad? ¿Qué cambios en tu comportamiento actual te ayudarían a preparar ese camino?