Domingo de Ramos 2025
• Lc 19, 28-40. Bendito el que viene en nombre del Señor.
• Is 50, 4-7. No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
• Sal 21. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
• Flp 2, 6-11. Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo.
• Lc 22, 14-23, 56. Pasión de nuestro Señor Jesucristo.
Hoy, al celebrar el Domingo de Ramos, iniciamos la Semana Santa, un tiempo sagrado que nos sumerge en el corazón de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. La Sagrada Liturgia nos muestra el contraste entre las multitudes recibieron a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, agitando ramas de palma y exclamando: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Lc 19,38). Y aquellos que pocos días después, gritarían: “¡Crucifícalo!” (Lc 23,21). Es el mismo desafío que se vive ante su presencia aún hoy en día: hay quienes le acogen y hay quienes lo rechazan.
Vivimos tiempos complejos. A nivel global, enfrentamos conflictos militares y comerciales, crisis migratorias y desastres naturales; localmente, lidiamos con desempleo, el alza del costo de vida y la escasez que afecta a los más vulnerables. Las familias sufren divisiones y muchos, especialmente los más jóvenes -aunque no sólo ellos-, buscan sentido en un mundo que ofrece respuestas superficiales y pasajeras. Pero también hay luz: vemos comunidades que oran y sirven, hombres y mujeres dispuestos a servir al Señor y entregarse con corazón generoso, jóvenes que buscan a Dios y que todavía se animan a entregarse a Él con sinceridad, el testimonio de tantos ancianos que perseveran a pesar de las contrariedades y niños que se ilusionan al ver a Cristo pasar. Estos son signos del Espíritu Santo obrando entre nosotros, recordándonos que “la esperanza no defrauda” (Rom 5,5).
Jesús entró en Jerusalén montado en un burrito, símbolo de paz y humildad, no como un rey guerrero. Su realeza se fundamenta en el amor y el sacrificio, no en el poder terrenal. Este año, en el Jubileo de la Esperanza, su entrada nos inspira a confiar en Él, quien nos libera mediante su entrega total. Pero nos interpela: ¿Estamos dispuestos a seguir su camino de humildad y servicio en una cultura que exalta lo superficial?
El Evangelio de Lucas nos presenta la Pasión de Cristo: traicionado, abandonado y crucificado, Jesús carga con nuestros pecados. Desde la cruz, pronuncia palabras de misericordia: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Este amor redentor transforma la cruz en victoria. La cruz no es derrota, sino la fuente de nuestra redención. En los viernes de Cuaresma meditamos acerca de las enfermedades del alma y su tratamiento, pues ahora al contemplar la Pasión de Cristo vemos de donde nos viene la salud, de su Preciosísima Sangre derramada por amor. La palabra “Hosanna” de hecho evoca esta idea, significa “El Señor te conceda la salvación” y recordemos que en su origen esa misma palabra evoca la idea de la salud plena, por eso es que afirmamos con fe “Por sus llagas hemos sido sanados”
El Domingo de Ramos nos pregunta: ¿Qué ramas ofrecemos a Jesús? ¿Son gestos auténticos o alabanzas pasajeras? Jesús nos llama a una conversión profunda, personal y comunitaria. En un mundo de individualismo, debemos ser una Iglesia viva que acoge y ama, cumpliendo su mandato: “Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 13,34). Esto lo haremos si procuramos que nuestras familias sean reflejo del amor fiel de Dios, en las dificultades, hagan de sus hogares un lugar de fe y oración, a los jóvenes les invito a no ceder al desaliento, ustedes son la fuerza de la Iglesia. Vivan su fe con audacia y sean testigos de Cristo. A los niños les invito a estar cerca de Jesús en estos días, Él es el amigo fiel que siempre está a nuestro lado y también cuenta con ustedes. A los hermanos ancianos gracias por su fidelidad al Señor en estos días nos recuerdan sabiamente lo que realmente importa: perseverar en el seguimiento de Jesús.
Iniciemos esta Semana Santa caminando con Jesús: desde las palmas hasta el Calvario y la Resurrección. Que nuestra Buena Madre, quien acompañó a su Hijo, nos guíe. Participemos en el Triduo Pascual y dejemos que la gracia nos transforme. Concluyo con San Agustín: “Canta como suelen cantar los viandantes; canta, pero camina; alivia con el canto tu trabajo, no ames la pereza: canta y camina. ¿Qué significa «camina»? Avanza, avanza en el bien…Tú, si avanzas, caminas; pero avanza en el bien, en la recta fe, en las buenas obras: canta y camina. No te salgas del camino, no te vuelvas atrás, no te quedes parado. «(Sermón 256, 3). Que este sea nuestro propósito: abrirnos al amor de Cristo y llevarlo al mundo.
IMG: «Entrada de Jesús en Jerusalén» de Anthon Van Dyck