Apuntes de Doctrina Social de la Iglesia para formaciones con Pastoral Social
Segundo encuentro: Misión de la Iglesia y Doctrina Social
El Capítulo Segundo del Compendio del Catecismo de la Iglesia se titula Misión de la Iglesia y Doctrina Social en él se desarrolla una exposición detallada sobre el papel de la Iglesia en la sociedad a través de su doctrina social, su relación con la evangelización, su naturaleza teológica, y su evolución histórica.
I. Evangelización y Doctrina Social
a) La Iglesia, morada de Dios con los hombres
La Iglesia se presenta como un espacio de encuentro entre Dios y la humanidad, solidarizándose con las alegrías, esperanzas, angustias y tristezas de las personas. Su misión es anunciar el Reino de Dios, que se hace presente a través de Jesucristo. La Iglesia actúa como el sacramento del amor divino, promoviendo la esperanza y sosteniendo esfuerzos de liberación y promoción humana. No se limita a una salvación abstracta o espiritual, sino que se inserta en la historia y el contexto social donde el hombre vive, ayudándolo a responder a su vocación divina.
Cada persona, única e irrepetible, está intrínsecamente abierta a la relación con los demás en sociedad. La convivencia en redes de relaciones entre individuos, familias y grupos fomenta una mejor calidad de vida y protege el bien común, que es la base del bien personal, familiar y asociativo. La doctrina social de la Iglesia se dirige al hombre en esta compleja red de relaciones, ofreciendo una palabra de vida que ilumina su vocación, aspiraciones, derechos y tareas en el contexto histórico y social.
b) Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio
La doctrina social busca no solo alcanzar al individuo, sino transformar la sociedad misma mediante el Evangelio. La Iglesia no se limita a evangelizar a las personas, sino que se preocupa por la calidad moral y humanizadora de la vida social, incluyendo ámbitos como la política, la economía, el trabajo, el derecho y la cultura. La sociedad no es un espacio secular ajeno a la salvación, sino un ámbito que afecta profundamente al hombre, considerado el «camino primero y fundamental» de la Iglesia.
Al anunciar el Evangelio, la Iglesia enseña la dignidad humana, la vocación a la comunión y las exigencias de justicia y paz. La doctrina social, como expresión del Evangelio en el contexto actual, es una palabra liberadora que infunde valores de amor, justicia, libertad y paz, promoviendo una sociedad más humana y conforme al Reino de Dios.
c) Doctrina social, evangelización y promoción humana
La doctrina social forma parte integral de la misión evangelizadora de la Iglesia. Todo lo que afecta a la comunidad humana —justicia, liberación, desarrollo, relaciones internacionales, paz— es relevante para la evangelización. Esta no sería completa si ignorara la interacción entre el Evangelio y la vida concreta del hombre, tanto personal como social. Existen vínculos antropológicos, teológicos y evangélicos entre evangelización y promoción humana. El hombre evangelizado no es un ser abstracto, sino alguien inmerso en problemas sociales y económicos, y la redención abarca tanto la creación como las situaciones de injusticia que deben ser combatidas.
d) Derecho y deber de la Iglesia
La doctrina social es un derecho y un deber de la Iglesia, ya que su misión es ayudar al hombre en el camino de la salvación. No busca fines ajenos a su propósito evangelizador, sino que responde a su mandato de ser maestra de la verdad moral, derivada de la naturaleza humana y del Evangelio. Esta verdad no se limita al ámbito eclesial, sino que abarca todas las responsabilidades humanas, incluso las seculares, ya que el hombre es el sujeto de la salvación en todas sus dimensiones. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante las injusticias sociales, pues estas reflejan el pecado y afectan los derechos fundamentales y la salvación de las almas.
II. La Naturaleza de la Doctrina Social
a) Un conocimiento iluminado por la fe
La doctrina social no es un sistema ideológico ni socioeconómico, sino una categoría teológica, específicamente teológico-moral, que orienta la conducta humana. Surge de la reflexión sobre las realidades sociales a la luz de la fe y la tradición eclesial, interpretando su conformidad con las enseñanzas del Evangelio. Se basa en la Revelación bíblica y la Tradición, que proporcionan la inspiración para comprender la vida y el destino del hombre, llamado a la comunión con Dios. La fe, en diálogo con la razón, estructura este conocimiento, integrando aportes de la razón humana para aplicar la verdad divina a la historicidad de la praxis.
La doctrina social combina dos fuentes: la Revelación y la naturaleza humana. La fe ilumina el misterio de Cristo, que a su vez esclarece la dignidad humana y las exigencias morales que la protegen. Este conocimiento, iluminado por la fe, es universalmente accesible, ya que apela a la razón y puede ser compartido por todos, independientemente de su credo.
b) En diálogo cordial con todos los saberes
La doctrina social se enriquece con aportes de diversas disciplinas, especialmente la filosofía y las ciencias humanas. La filosofía proporciona una comprensión racional de conceptos clave como la persona, la libertad, la justicia y el bien común, mientras que las ciencias humanas ofrecen descripciones precisas de las dinámicas sociales. Este diálogo interdisciplinar dota a la doctrina de competencia, concreción y relevancia, permitiendo a la Iglesia hablar de manera convincente a los hombres de su tiempo. A su vez, la doctrina invita a las ciencias a abrirse a horizontes más amplios, considerando los valores y el sentido que ella propone.
c) Expresión del ministerio de enseñanza de la Iglesia
La doctrina social es una expresión del magisterio de la Iglesia, elaborada por toda la comunidad eclesial pero unificada y promulgada por el Magisterio, que incluye al Papa y a los obispos en comunión con él. Este magisterio no es solo el resultado del trabajo de expertos, sino un acto de enseñanza con la autoridad conferida por Cristo. Combina el magisterio universal del Papa y el Concilio con el magisterio episcopal, que adapta la enseñanza a contextos locales. Como parte de la enseñanza moral de la Iglesia, la doctrina social exige la adhesión de los fieles, con un peso doctrinal que varía según la naturaleza y frecuencia de las enseñanzas.
d) Hacia una sociedad reconciliada en la justicia y en el amor
El objetivo de la doctrina social es el hombre, llamado a la salvación y confiado a la Iglesia. Se preocupa por la calidad de la vida social, que debe estar marcada por la justicia y el amor para proteger la dignidad y los derechos de las personas. La doctrina cumple una tarea de anuncio, proclamando una visión integral del hombre, y de denuncia, condenando las injusticias y defendiendo los derechos de los más vulnerables. No busca estructurar la sociedad, sino formar conciencias y orientar acciones hacia una sociedad reconciliada, que anticipe los «nuevos cielos y nueva tierra».
e) Un mensaje para los hijos de la Iglesia y para la humanidad
La doctrina social se dirige principalmente a los cristianos, interpelando su conciencia para cumplir deberes de justicia y caridad en la vida social. Los laicos tienen una responsabilidad particular en aplicar estas enseñanzas en los ámbitos seculares, como la política y la economía, cumpliendo así la misión secular de la Iglesia. Sin embargo, la doctrina tiene una vocación universal, ya que la luz del Evangelio ilumina a todos los hombres, independientemente de su fe, y es acogida por personas de diversas tradiciones religiosas o sin afiliación religiosa.
f) Bajo el signo de la continuidad y de la renovación
La doctrina social combina continuidad, al basarse en los valores universales de la Revelación y la naturaleza humana, con renovación, al adaptarse a los cambios históricos y sociales. No es un sistema rígido, sino un «taller» abierto que integra la verdad perenne del Evangelio con las realidades contingentes, trazando caminos de justicia y paz. La fe actúa como fermento de creatividad, permitiendo a la Iglesia responder a los desafíos de cada época sin perder su esencia.
III. La Doctrina Social en Nuestro Tiempo: Apuntes Históricos
a) El comienzo de un nuevo camino
La doctrina social, como corpus doctrinal, se origina con la encíclica Rerum novarum (1891) de León XIII, que marca un nuevo enfoque en la enseñanza social de la Iglesia. Aunque la solicitud social de la Iglesia es antigua, este documento inaugura un camino sistemático frente a los desafíos de la modernidad, especialmente la cuestión obrera derivada de la revolución industrial. La doctrina se arraiga en la Escritura, los Padres de la Iglesia y los Doctores medievales, pero se desarrolla formalmente a través del Magisterio.
b) De la Rerum novarum hasta nuestros días
- León XIII y la Rerum novarum: La encíclica aborda la condición de los obreros, condenando el socialismo y promoviendo principios como el derecho a la propiedad, la colaboración entre clases, la dignidad de los pobres y el derecho a asociaciones profesionales. Establece un paradigma permanente para la doctrina social, inspirando la acción cristiana en el ámbito social.
- Pío XI y la Quadragesimo anno: Publicada en 1931, esta encíclica conmemora los 40 años de Rerum novarum y aborda la crisis económica de 1929. Reafirma la solidaridad, el principio de subsidiaridad y la función social de la propiedad privada, rechazando el liberalismo económico ilimitado. Pío XI también critica los regímenes totalitarios, como el fascismo (Non abbiamo bisogno), el nazismo (Mit brennender Sorge) y el comunismo (Divini Redemptoris).
- Pío XII: Durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, Pío XII enfatiza el derecho natural, la moral y la justicia en el orden internacional. Sus radiomensajes navideños destacan la importancia de las asociaciones profesionales para el bien común, anticipando el Concilio Vaticano II.
- San Juan XXIII y los años 60: En Mater et magistra (1961), Juan XXIII universaliza la cuestión social, promoviendo la comunidad y la socialización. En Pacem in terris (1963), aborda la paz, los derechos humanos y la colaboración global, dirigiéndose a todos los hombres de buena voluntad.
- Concilio Vaticano II: La constitución Gaudium et spes (1965) ofrece una visión integral de la Iglesia en el mundo, abordando temas como la cultura, la economía, la política y la paz desde una perspectiva antropológica cristiana. La declaración Dignitatis humanae proclama el derecho a la libertad religiosa.
- San Pablo VI: En la Populorum Progressio (1967), san Pablo VI define el desarrollo como un paso hacia condiciones más humanas, integrando dimensiones culturales y espirituales. Instituye la Comisión Justicia y Paz y la Jornada Mundial de la Paz. En Octogesima adveniens (1971), aborda los desafíos de la sociedad post-industrial.
- San Juan Pablo II: La Laborem exercens (1981) destaca la dignidad del trabajo como expresión de la persona. La Sollicitudo rei socialis (1987) analiza el desarrollo humano integral, distinguiendo entre progreso y desarrollo. La Centesimus annus (1991) celebra el centenario de Rerum novarum, valorando la democracia y la economía libre en el marco de la solidaridad.
- Benedicto XVI: Benedicto XVI enriqueció la doctrina social con su encíclica Caritas in Veritate (2009), que aborda el desarrollo humano integral en el contexto de la globalización y la crisis económica de 2008. Subrayó que la caridad, iluminada por la verdad, es el corazón de la doctrina social, integrando dimensiones económicas, sociales, éticas y espirituales. Propuso una economía centrada en la persona, promoviendo la gratuidad, la solidaridad y el bien común frente al individualismo y el consumismo. Además, enfatizó la necesidad de una autoridad política mundial regulada por el derecho para abordar cuestiones globales, manteniendo la subsidiaridad, y llamó a una conversión ecológica que respete la creación como don de Dios.
- Francisco: El Papa Francisco ha aportado una perspectiva renovada a la doctrina social con sus encíclicas Laudato si’(2015) y Fratelli Tutti (2020). En Laudato si’, introdujo la ecología integral, vinculando la justicia social con el cuidado de la «casa común», denunciando el consumismo y la desigualdad que degradan tanto el medio ambiente como la dignidad humana. En Fratelli Tutti, propuso la fraternidad y la amistad social como principios para superar las divisiones globales, criticando el neoliberalismo y abogando por una economía al servicio de las personas, especialmente los marginados. Su enfoque pastoral enfatiza la misericordia, la inclusión y la lucha contra la «cultura del descarte», reafirmando la universalidad de la doctrina social.
c) A la luz y bajo el impulso del Evangelio
Los documentos citados son hitos de un corpus doctrinal que responde a los cambios sociales y busca promover la dignidad humana. La doctrina social no persigue fines teóricos, sino pastorales, interpretando los acontecimientos históricos a la luz del Evangelio y el Espíritu Santo. Es un proceso dinámico que se renueva continuamente para orientar a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad hacia un orden social más justo y humano.
Conclusión
El Capítulo Segundo subraya que la doctrina social de la Iglesia es una expresión integral de su misión evangelizadora, destinada a transformar la sociedad mediante el Evangelio. Su naturaleza teológico-moral, su diálogo con otros saberes, y su evolución histórica desde la Rerum novarum reflejan un compromiso constante con la dignidad humana, la justicia y la paz. La Iglesia, como «morada de Dios con los hombres», no solo anuncia la salvación, sino que la hace efectiva en la vida social, invitando a todos a construir una sociedad reconciliada en el amor y la justicia.