Entrando el cielo

Cuando hablo con la gente muchos hacen preguntas, hay de varios tipos, quizás puedo identificar algunas categorías: las preguntas acerca de la vida como sacerdote (¿padre cuantas veces al día reza? ¿cómo supo que quiso ser padre?¿no se cansa de confesar?); preguntas sobre moral, sobre qué cosa es o no pecado o consejos sobre como actuar en situación particular (usualmente problemas de relaciones interpersonales); pero las que más generan ansia y curiosidad son las que tienen que ver con cosas como exorcismos, brujería, prácticas ocultas etc. Hay un ansia de conocer muchas cosas que se presenta como misteriosas y las redes sociales están llenas de eso, el punto de partida es usualmente: “lo vi en tik tok” o en una serie o película decían que…y yo me pregunto cuando contemplamos el misterio de la Ascensión del Señor o cualquier otro misterio de la vida de Cristo ¿nos interesaremos con el mismo ardor?  

Y si como fruto del mes de mayo en que hemos meditado el santo Rosario recordamos que hemos de reproducir en nosotros los misterios de la vida de Cristo ¿no nos surge a caso la inquietud de comprenderlos mejor? Incluso detrás de esa afirmación nosotros mismos aparecemos como un misterio mismo desde el tipico ¿Quién soy? y ¿para que vivo? Hasta el ¿qué tiene que ver (por ejemplo hoy) la Ascensión del Señor conmigo?

Hay quienes no quieren pronfudizar en estos temas, se incomodan cuando hay que hablar de cosas con hondura y prefieren la superficialidad que dan la emotividad o las distracciones de hoy en día, “digamelo en un minuto de video de los que hace” o simplemente repito en el Credo “y subió a los cielos y se sentó a la derecha del Padre”…pero ¿nos damos cuenta de lo que implica esa afirmación?

En la carta a los Efesios escuchamos como san Pablo al hacer oración pide al Padre nos invita a vivir con otro horizonte de vida, algo mucho más profundo, particularmente pide el Señor ilumine cristianos para que lleguen a conocer los misterios de la fe, la grandeza que hay en ellos, la esperanza que se atesora.

Anhela que descubran como el misterio de Cristo nos abre un nuevo horizonte, y esto hermanos nos lo enseña el Catecismo cuando nos dice “La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver, aunque mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres” (n.665) Nos precede ahí para vivamos en la esperanza de un día estar con Él para siempre y desde su trono de gloria “nos asegura la permanente efusión del Espíritu Santo” (n.667)

Partiendo del texto de san Pablo podríamos decir que en este día recordamos:

-Primero: como en Cristo tenemos la sabiduría que viene de lo alto, sus palabras iluminan toda nuestra historia, el que hizo cielos y tierra nos muestra la hoja de ruta, de ahí que encontramos luz y consuelo cuando meditamos las Sagrada Escrituras y profundizamos con nuestra relación con el Señor en la oración

-Segundo: renovamos la confianza que ponemos en Jesús que sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros nos libra de la ansiedad por el futuro, san Pablo invita a considerar “la esperanza a la que se nos llama”, no vivimos a la deriva, el Señor no nos abandona a la incertidumbre, estamos en sus manos.

-Tercero: contemplamos nuestra humanidad en el Resucitado que a la derecha del Padre nos recuerda de la grandiosa herencia que gozamos, la dignidad de ser “hijos en el Hijo” por la gracia de Dios y cuanto estamos llamados a llevar una vida en la que resplandezca su amor y bondad,

-Cuarto: nos conmueve el hecho de saber que, todo esto es un don nuestro Padre misericordioso que manifiesta así “la grandeza de su poder”, podemos repetir con el libro de la Sabiduría «Te compadeces de todos porque lo puedes todo» (Sb 11, 23)

Hermanos, que la Ascensión del Señor nos impulse a buscar la verdad en Él, a confiar en su Providencia, a vivir como hijos de Dios (parafraseando al Papa hoy, quizás no perfectos pero si creíbles) y y que de ese modo sepamos hacer resplandecer la grandeza de su amor y bondad en este mundo.

IMG: «Ascensión del Señor» por Rembrandt