📖 Marcos 12,32-34
“El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de Él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios».”
Santa Teresita descubrió que no todos estamos llamados a obras grandes y llamativas como la construcción de un hospital, pero sí todos estamos llamados a amar y mostrar la apertura de voluntad a lo que Dios disponga. Su espiritualidad se construye sobre esta verdad: lo que da valor a cada acto es el amor con que se realiza. Ella escribió:
“Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora sencillez… Comprendí que si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas…Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. El ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos… (Manuscrito A, 2v).
La vida cotidiana está llena de oportunidades para amar: una palabra amable, una sonrisa ofrecida en silencio, una oración por alguien que sufre. No hay nada pequeño cuando se hace con amor. Esto no es poesía espiritual, sino la radicalidad del Evangelio. Jesús elogió a la viuda que dio dos monedas, no por la cantidad, sino por la entrega con que lo hizo. La infancia espiritual nos enseña a redescubrir el valor eterno de los pequeños actos cuando se hacen por amor.
En una cultura que admira lo espectacular y mide el valor por la visibilidad, Santa Teresita nos devuelve a lo esencial: lo oculto, lo sencillo, lo humilde, vivido por amor, tiene más poder que las grandes obras vacías. Esta es la lógica del Reino, donde el grano de mostaza es mayor que el cedro orgulloso, y el gesto escondido brilla más que la fama. Amar en lo pequeño es un acto profundamente profético.
Preguntas para orar:
¿Valoro lo pequeño en mi vida espiritual?
¿Mis acciones nacen del amor o del deber?
¿Qué pequeño gesto puedo ofrecer hoy por amor a Dios?