📖 Salmo 17,8
“Tú eres mi sol y mi escudo; sólo en ti confía mi corazón.”
Santa Teresita utilizó en su Manuscrito B una metáfora que revela la ternura de su alma refiriéndose a sí misma como un pajarito:
“Oh, Jesús, mi primer y único amigo, el ÚNICO a quien yo amo!, dime qué misterio es éste. ¿Por qué no reservas estas aspiraciones tan inmensas para las almas grandes, para las águilas que se ciernen en las alturas…? Yo me considero un débil pajarito cubierto únicamente por un ligero plumón. Yo no soy un águila, sólo tengo de águila los ojos y el corazón, pues, a pesar de mi extrema pequeñez, me atrevo a mirar fijamente al Sol divino, al Sol del Amor, y mi corazón siente en sí todas las aspiraciones del águila…
El pajarillo quisiera volar hacia ese Sol brillante que encandila sus ojos; quisiera imitar a sus hermanas las águilas, a las que ve elevarse hacia el foco divino de la Santísima Trinidad… Pero, ¡ay,! lo más que puede hacer es alzar sus alitas, ¡pero eso de volar no está en su modesto poder!
¿Qué será de él? ¿Morirá de pena al verse tan impotente…? No, no, el pajarillo ni siquiera se desconsolará. Con audaz abandono, quiere seguir con la mirada fija en su divino Sol. Nada podrá asustarlo, ni el viento ni la lluvia. Y si oscuras nubes llegaran a ocultarle el Astro del amor, el pajarito no cambiará de lugar: sabe que más allá de las nubes su Sol sigue brillando y que su resplandor no puede eclipsarse ni un instante.” (MsB, 5r).
Ella se reconocía pequeña, incapaz de grandes obras, pero con la mirada fija en Jesús‑Sol. El pajarillo, sin poder volar alto, mantiene su corazón elevado y confiado en que Él lo sostiene. Esa es la esencia del caminito: no se trata de desplegar grandes alas, sino de mantener la mirada en el Sol del Amor y dejar que Él nos sostenga.
En el día a día, también nosotros podemos sentirnos débiles o sin alas. Pero si somos capaces de alzar la mirada con el corazón, ya estamos participando de la santidad. La infancia espiritual no exige logros ruidosos, sino actitud: mirar con fe, confiar con ternura, saberse sostenido. Hoy, más que hacer, se trata de mirar, de contemplar a Jesús y dejar que Él obre en nosotros.
Preguntas para orar:
¿Dónde en mi vida reconozco que me faltan alas, pero puedo mirar al Sol divino?
¿Dirijo mi corazón al amor de Dios, aún sin ver resultados aparentes?
¿Cómo puedo practicar hoy la contemplación en medio de mis tareas ordinarias?