Día 17-  Confiar en medio de la tormenta

📖 Juan 6,21

“Entonces quisieron recogerlo en la barca, pero enseguida la barca llegó a la orilla a donde se dirigían.”

La vida espiritual es como una travesía por el mar. Hay momentos de calma, pero también vientos contrarios, niebla y cansancio. Santa Teresita, con su mirada sencilla y profunda, reconocía que toda vida lleva en su copa una “gota de hiel”, una porción de sufrimiento que no se puede evitar. Pero no lo vivía con tristeza, sino con esperanza: esas pequeñas cruces nos ayudan a no apegarnos a lo terreno y a levantar la mirada hacia lo eterno.

En medio de sus dificultades, Teresita se imaginaba como una barca pequeña, todavía lejos del puerto, pero guiada por Jesús. Esa imagen expresa su abandono confiado. Aunque las aguas se agiten o el horizonte parezca distante, el alma que confía en Cristo no naufraga. Él es el timonel, y llegará el momento en que nos lleve a puerto seguro. La clave no está en tener todo bajo control, sino en dejarse conducir con docilidad.

Escribía mientras pedía su ingreso al Carmelo:

 “Querida Paulina: Me hubiera gustado escribirte enseguida para darte las gracias por tu carta, pero me fue imposible, he tenido que esperar hasta hoy. ¡Si supieras, Paulina, qué verdad tan grande es que en todos los cálices ha de mezclarse una gota de hiel! Pero creo que las tribulaciones ayudan mucho a despegarse de la tierra y nos hacen mirar (1vº) más allá de este mundo. Aquí abajo nada puede llenarnos, sólo podemos gustar un poco de reposo cuando estamos dispuestos a cumplir la voluntad de Dios. A mi navecilla le cuesta mucho llegar a puerto. Hace ya mucho tiempo que diviso la orilla, y aún me encuentro lejos de ella; pero es Jesús quien guía mi barquilla, y estoy segura de que el día que él quiera la hará arribar felizmente a puerto.” (Cta 43B)

También nosotros, a veces, sentimos que navegamos contra corriente, o que nos falta fuerza para seguir. Hoy Teresita nos invita a no poner nuestra confianza en la velocidad del avance, sino en la presencia de Cristo en nuestra barca. Él sabe cuándo y cómo llegaremos. Nuestra tarea es remar con paz, sabiendo que el amor de Dios nos conduce.

Preguntas para orar:

¿Cómo reacciono cuando mi vida entra en turbulencia o incertidumbre?

¿Confío de verdad en que Jesús guía mi historia?

¿Qué actitudes me ayudarían a dejarme conducir con más docilidad?