🌿 Día 18 – Amor que une, amor que transforma

📖 1 Corintios 13,7

“El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

Santa Teresita comprendió que el secreto de la santidad no está en la cantidad ni en la dificultad de lo que hacemos, sino en el amor con que lo hacemos. El alma unida a Dios no necesita realizar hazañas visibles: basta con que cada acto —por pequeño que sea— esté impregnado de amor. Por eso, para Teresita, barrer un suelo, sonreír cuando cuesta, callar una queja, todo podía convertirse en fuego de caridad si se ofrecía con el corazón puesto en Jesús. Nada es banal cuando se hace por amor.

«El amor todo lo puede: las cosas más imposibles no le parecen difíciles. Jesús no mira tanto la grandeza de los actos, ni siquiera su dificultad, cuanto el amor que nos mueve a hacerlos….Hace algún tiempo encontré un frase que me parece muy hermosa. Es ésta, creo que te va a gustar: La resignación es todavía distinta de la voluntad de Dios; existe entre ellas la misma diferencia que entre la unión y la unidad. En la unión hay todavía dos, en la unidad no hay que uno, ¡Sí, no seamos más que uno con Jesús! Despreciemos todo lo que es pasajero. nuestros pensamientos deben dirigirse al cielo, pues allí está la morada de Jesús» (Carta a su hermana Celina Cta 65, 20 de octubre 1888)

Pero aún más, Teresita intuyó una diferencia sutil y profunda entre resignarse a la voluntad de Dios y amar activamente esa voluntad. Resignarse implica aún cierta distancia: es aceptar sin oponerse, pero también sin gozo. En cambio, la unidad es cuando mi corazón se funde con el de Cristo, hasta querer lo que Él quiere, con la misma libertad con la que Él lo quiere. Es pasar de ser siervos obedientes a ser amigos que comparten el mismo deseo. En esa unidad interior nace la verdadera libertad espiritual.

El amor, entonces, no solo transforma lo que hacemos, sino también cómo lo vivimos. Nos saca del deber frío y nos introduce en una comunión viva con Dios. Nos hace pasar de la tolerancia pasiva al entusiasmo de amar. Si quieres vivir el caminito, no te contentes con resignarte: ama la voluntad de Dios. Hazla tuya, abrázala como un niño que se abandona sin reservas en los brazos del Padre.

Preguntas para orar:

¿Vivo mi fe más desde la obediencia resignada o desde la unidad amorosa con Dios?

¿Qué gestos pequeños podría ofrecer hoy por amor?

¿Qué me impide amar la voluntad de Dios con alegría y confianza?