🌿 Día 20 – Cuando el Niño duerme en mi barca

📖 Mateo 8,26

“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Entonces se levantó, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.

Hoy meditaremos en base a una poesía que escribió al Niño Jesús:

AL NIÑO JESÚS

Tú, Jesús, me conoces,

tú mi nombre conoces, y me llamas

con la dulce mirada de tus ojos…

Ellos me comunican tu palabra:

«Simple abandono, conducir yo quiero,

mi amada, tu barquilla».

Y con tu voz de niño, ¡oh maravilla!,

sólo con tu voz débil,

calmas el mar rugiente,

pones paz en el viento.

Si mientras brama la tormenta, ¡oh Niño!,

tú te quieres dormir,

posa tu linda cabecita blonda

sobre mi corazón.

¡Qué encantador sonríes cuando duermes!

Con mi canto más dulce

yo meceré tu cuna tiernamente,

¡Oh hermoso Niño mío!

La espiritualidad de Santa Teresita encuentra en el Niño Jesús no solo un símbolo tierno, sino una realidad viva de confianza y abandono. En su corazón de niña, ella se experimenta conocida, amada y llamada por ese Jesús pequeño que, con la suavidad de su mirada, le pide algo muy concreto: dejarse conducir. Como una barca ligera en las manos del viento, Teresita quiere ser guiada por la ternura del Niño-Dios, aun en medio de las tormentas. No es el control lo que da seguridad, sino la voz que llama con amor.

En medio del mar agitado —cuando el alma vive pruebas, oscuridades, dudas— Teresita imagina al Niño Jesús dormido en su barca. Él no tiene miedo. Ella tampoco lo tiene, porque lo lleva en su corazón. Si el Niño duerme, es porque confía; si reposa en su pecho, es porque ha hallado allí un rincón donde ser amado sin exigencias. Este descanso del Niño en su alma es la imagen más pura de la infancia espiritual: no buscar grandes obras, sino ser cuna viva para Jesús, aun cuando el viento sople fuerte.

La flor del Carmelo, en esta poesía, no le pide a Jesús que despierte para calmar el mar: le canta para mecer su descanso. ¿Y no es esto amar con perfección? No buscar soluciones, sino simplemente amar, y dejarse amar. Hoy, tú también puedes convertir tu corazón en una cuna donde Jesús repose, aunque el mundo grite. Si Él duerme contigo, ¿qué puede turbarte? Si el Niño sonríe, es que el cielo ya está dentro de ti.

Preguntas para orar:

¿Estoy dispuesto a dejar que Jesús guíe mi vida como una barca en sus manos?

¿Me basta saber que Él está conmigo, incluso si parece dormir?

¿Qué gestos concretos puedo hacer hoy para ser cuna viva donde Jesús repose?

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