🌿 Día 23 – Tomar a Jesús por el Corazón

📖 Isaías 49,15

“¿Acaso olvida una madre a su criatura? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré.”

Santa Teresita enseña que la santidad no es un ideal inalcanzable, reservado a los fuertes o a los grandes penitentes. Para ella, la perfección se hace posible cuando se toma a Jesús por el Corazón, es decir, cuando se lo trata como a un amigo tierno, como a un Dios que se deja conmover por un suspiro, por una mirada humilde, por un gesto de confianza.

“Te aseguro que el Buen Dios es mucho mejor de lo que crees. Se contenta con una mirada, un suspiro de amor… Para mí, la perfección la encuentro muy fácil de practicar, porque he comprendido que sólo hay que tomar a Jesús por el Corazón… Mira a un niño pequeño, que tiene solo enojo a su madre al enojarse o al desobedecerla; si se esconde en un rincón con aire malhumorado y grita por temor a ser castigado, su madre seguramente no le perdonará su culpa, pero si él llega a tenderle sus bracitos, sonriendo y diciendo: «Bésame, No lo volveré a hacer». ¿Podrá su madre no apretarlo con ternura contra su corazón y olvidar sus trucos infantiles? de nuevo por el corazón nunca será castigado…

                Ya en la época de la ley del miedo, antes de la venida de Nuestro Señor, el profeta Isaías decía hablando en nombre del Rey de los Cielos: “¿Puede una madre olvidar a su hijo?… ¡Bien! aunque una madre olvide a su hijo, yo nunca te olvidaré”. ¡Qué hermosa promesa! ¡Ay! nosotros que vivimos en la ley del amor, cómo no aprovecharnos de las insinuaciones amorosas que nos hace nuestro Esposo… ¡Cómo temer al que se deja encadenar por un cabello que vuela sobre nuestro cuello! (Ct 4,9)…” (Cta 191 a Leonia, 12 de julio de 1896)

En su carta, explica que incluso después de una caída, basta con correr a los brazos de Jesús como un niño pequeño corre a los de su madre, y decirle: “No lo volveré a hacer. Ámame.” Ese gesto basta para encender de nuevo el fuego del amor divino.

Esta confianza filial se funda en la imagen que el mismo Dios da de sí en la Escritura: “¿Puede una madre olvidar a su hijo?… Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré.” Teresita no teme fallar; lo que teme es desconfiar del Corazón de Jesús. Por eso, su camino espiritual es tan despojado de escrúpulos y tan lleno de alegría. No se trata de una excusa para pecar, sino de una certeza que la impulsa a entregarse cada vez más, sabiendo que la misericordia divina la sostiene. Como ella dice, “el que se deja encadenar por un cabello”, ¿cómo no va a inclinarse con ternura ante un alma arrepentida?

Este día nos invita a cambiar de mirada sobre Dios. No es un juez distante, sino un Padre cuya ternura supera la de cualquier madre. Si sentimos miedo o vergüenza por nuestras caídas, acerquémonos como niños que tienden los brazos con sinceridad. Jesús no espera perfección inmediata, sino confianza total. Cuando no se puede subir por la escalera de la virtud, Teresita nos enseña a subir en brazos del Padre, simplemente diciendo: “Te amo.”

Preguntas para orar:

¿Cómo me acerco a Jesús cuando caigo: con miedo o con confianza filial?

¿Qué imagen tengo de Dios: un juez exigente o un Padre lleno de ternura?

¿Estoy dispuesto hoy a “tomar a Jesús por el Corazón” con sencillez y amor?