📖 Sabiduría 3,1
“Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no les tocará tormento alguno.”
Santa Teresita del Niño Jesús no temía la muerte, porque la veía como el momento de su plenitud, el abrazo definitivo con el Esposo de su alma. Desde el Carmelo, confiaba con santa osadía decía: “No muero, entro en la vida”. Su alma sencilla comprendía que el cielo no es sólo recompensa sino misión: “Pasaré mi cielo haciendo el bien en la tierra”. Estas palabras, lejos de ser una expresión poética, fueron la promesa de una santa enamorada que no quería descansar mientras quedara una sola alma por ganar para el Amor.
A los ojos del mundo, su vida fue oculta, sencilla, silenciosa. Pero en el Corazón de Jesús, su pequeñez se volvió torrente de gracia. Prometió “hacer llover una lluvia de rosas”, y esa profecía espiritual se ha cumplido con creces: milagros, conversiones, vocaciones, consolaciones brotan hasta el día de hoy del alma de quien descubrió el secreto de ser “todo para Jesús”. Su caminito no terminó con su muerte, sino que floreció en el cielo para llegar a cada rincón de la tierra.
Teresita no dejó grandes tratados ni fundó conventos, pero nos legó un sendero de confianza y abandono que transforma al más pobre en instrumento de misericordia. A través de su intercesión, muchas almas han vuelto a Dios, y otras han encontrado sentido en su pequeñez, consuelo en sus noches, alegría en su debilidad. Su misión continúa, porque su amor no se ha enfriado, sino que ha ardido con mayor intensidad desde su unión eterna con el Amor.
La alegría de este día es la certeza de que tenemos una hermana en el cielo que intercede por nosotros, que entiende nuestras batallas y que no se cansa de rogar para que cada uno también encuentre su propio caminito de santidad. Teresita no pide méritos ni perfecciones: basta con levantar los ojos, decir “Jesús, confío en ti” y dejarse llevar como niño en brazos del Padre. Como ella, estamos llamados a irradiar el amor de Dios incluso en lo pequeño, incluso en lo escondido.
“Después de mi muerte haré caer una lluvia de rosas… Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra.”
Preguntas para orar:
¿Confío en que el cielo me acompaña y que los santos interceden por mí?
¿Deseo vivir mi vida como una ofrenda alegre y pequeña en manos de Dios?
¿Estoy dispuesto a recorrer mi propio caminito con confianza y amor?