Introducción
Jacob en el Génesis es una figura compleja: hombre de astucia y de engaño, pero también de búsqueda y perseverancia. En él descubrimos la historia de un corazón que, poco a poco, es transformado por Dios. Su vida nos recuerda que el Señor no llama a los perfectos, sino que va trabajando a aquellos que escuchan su voz y se disponen a seguirle con sincero corazón, este es el buen combate de la fe, como dijo el patriarca: “No te soltaré hasta que me bendigas” (Gn 32,27).
¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?
Comencemos considerando su origen, hijo de Isaac y Rebeca, Jacob nace tomando el talón de su hermano gemelo Esaú, y su vida entera está marcada por la rivalidad (Gn 25,26). Obtiene la primogenitura y la bendición de Isaac con astucia y engaño, aprovechando que su hermano llega cansado del trabajo cuando éste le pide comida le ofrece un plato de lentejas a cambio del derecho de primogenitura, Esaú no midiendo su respuesta, accede. Su historia comienza en la debilidad y el conflicto, pero Dios lo elige a pesar de sus sombras.
Huyendo de su hermano, que le persigue luego de que ha recibido la bendición final de su padre por medio de artimañas, Jacob en el camino sueña con una escalera que une cielo y tierra, por la que suben y bajan los ángeles. Allí escucha la promesa: “Yo estoy contigo, te guardaré por dondequiera que vayas” (Gn 28,15). Jacob reconoce aquel lugar como casa de Dios y puerta del cielo.
Vivirá una serie de acontecimientos exiliado que le harán contemplar la bendición de Dios en su vida, y decidirá emprender el camino de regreso a casa ahora con su nueva familia pero esto supone la reconciliación con su hermano, mientras se dirige hacia él, Jacob pasa una noche luchando con un misterioso personaje que se presenta como el ángel del Señor. Se niega a soltarlo hasta recibir la bendición (Gn 32,27). Allí recibe un nombre nuevo: Israel, “el que luchó con Dios y venció”. Esa lucha expresa la perseverancia del creyente que, entre caídas y fragilidades, busca no soltar nunca a Dios.
Finalmente se reconcilia con su hermano, y engendra 12 hijos que serán el origen de lo que más tarde se constituirá como el Pueblo de Israel.
¿Qué lecciones podemos sacar?
Aunque hemos hecho una breve síntesis, las lecciones son varias sobre lo que nos cuenta la Sagrada Escritura, escogemos algunas:
a) Cristológicas
Jacob, con su historia marcada por el pecado y la gracia, anuncia la obra redentora de Cristo. La escalera de Betel prefigura a Jesús, verdadero puente entre el cielo y la tierra. Él mismo dirá: “Verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre” (Jn 1,51). Así como Jacob recibió un nombre nuevo, también en Cristo recibimos una identidad nueva como hijos de Dios. “Si alguno está en Cristo, es una nueva creación” (2 Cor 5,17).. La lucha de Jacob anticipa la agonía de Jesús en Getsemaní: en la debilidad humana se revela la victoria de la gracia.
b) Moral-espiritual
Jacob nos enseña que la fe no es un camino de perfectos, sino de hombres y mujeres que luchan, que caen y se levantan. Su insistencia —“No te soltaré hasta que me bendigas”— nos inspira a no abandonar la oración ni la esperanza, aunque tengamos heridas y debilidades. La vida espiritual es combate, pero también confianza en que Dios puede transformar nuestras sombras en bendición.
“Así Jacob, que había purificado su corazón de todo rencor y tenía sentimientos de paz, después que hubo alejado de sí todas sus pertenencias, se quedó solo y luchó con Dios. En efecto, quien no se preocupa de las cosas mundanas se acerca más a la imagen y a la semejanza de Dios. En verdad, ¿qué quiere decir luchas con Dios sino emprender la lucha por la virtud y entrar en combate con uno que es más fuerte y llegar a ser un imitador de Dios mejor que los demás? Y porque su fe y su devoción eran insuperables, el Señor le revelaba los misterios secretos, golpeando la articulación de su muslo, porque de su descendencia estaba destinado a nacer de la Virgen el Señor Jesús, que no era ni inferior a Dios ni diverso de Dios.”
(San Ambroso, Sobre Jacob y la vida feliz, 2, 7, 30)
c) Doctrina social
La reconciliación de Jacob con Esaú muestra la importancia de superar conflictos familiares y comunitarios. Después de años de enemistad, Jacob se inclina ante su hermano y le ofrece gestos de paz (Gn 33,4). Este encuentro nos habla del poder de la reconciliación para sanar heridas sociales. En una sociedad dividida por resentimientos, la fe en Cristo nos impulsa a buscar caminos de perdón y fraternidad, recordando que solo así construimos justicia y paz duraderas.
Cita clave
📖 “No te soltaré hasta que me bendigas” (Gn 32,27).
Oración
🙏 Señor Jesús, Tú eres la verdadera escalera que une el cielo y la tierra. Enséñanos a perseverar en la lucha espiritual, a no soltarnos de Ti y a trabajar siempre por la reconciliación y la paz. Amén.
IMG: «Jacob luchando con el ángel» de Eugene Delacroix