Introducción
Josué fue el sucesor de Moisés, elegido por Dios para introducir al pueblo en la tierra prometida. Su vida es testimonio de fidelidad, valentía y confianza en el Señor. Bajo su liderazgo, Israel aprende que la victoria no depende de la fuerza humana, sino de la obediencia a Dios. “Mira que yo te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni te acobardes, porque contigo está el Señor tu Dios dondequiera que vayas” (Jos 1,9).
¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?
Desde joven, Josué fue ayudante de Moisés. Lo acompañaba al monte y permanecía cerca de la Tienda del Encuentro (Ex 33,11). Su vocación nació en el servicio y en la cercanía con el Señor. Antes de ser caudillo, fue discípulo y servidor fiel. Dios le confía la misión de introducir al pueblo en la tierra prometida tras la muerte de Moisés. Con valentía, guía la travesía del Jordán y la toma de Jericó (Jos 3,14-17; 6,20). Cada victoria se debe a la confianza en Dios, no a las armas humanas. La presencia del arca es el signo de que es el Señor quien combate por su pueblo. Al final de su vida, Josué convoca al pueblo en Siquem y les pide elegir a quién servirán. Él proclama con firmeza: “Yo y mi casa serviremos al Señor” (Jos 24,15). Con ese gesto, asegura la continuidad de la fe y la fidelidad de Israel a la alianza.
¿Qué lecciones podemos sacar?
a) Cristológicas
Josué (Yehoshúa, “Dios salva”) es figura de Jesucristo, cuyo nombre en griego es el mismo: Iesous. Así como Josué introdujo al pueblo en la tierra prometida, Jesús nos abre la entrada al Reino de los cielos. El paso del Jordán con Josué anticipa nuestro bautismo, por el cual somos liberados del pecado y entramos en la vida nueva de la gracia. En Cristo se cumple la misión de Josué: darnos la verdadera herencia, la vida eterna.
b) Moral-espiritual
La vida de Josué nos invita a la valentía y a la decisión de servir al Señor con todo el corazón. Frente a la tentación de servir a otros “dioses” —el dinero, el poder, el egoísmo—, debemos renovar cada día nuestra elección: “Yo y mi casa serviremos al Señor”. Su fidelidad nos anima a ser cristianos íntegros, que no se avergüenzan de proclamar su fe y vivirla con coherencia.
“Los árboles que crecen en lugares sombreados y libres de vientos, mientras que externamente se desarrollan con aspecto próspero, se hacen blandos y fangosos, y fácilmente les hiere cualquier cosa; sin embargo, los árboles que viven en las cumbres de los montes más altos, agitados por muchos vientos y constantemente expuestos a la intemperie y a todas las inclemencias, golpeados por fortísimas tempestades y cubiertos de frecuentes nieves, se hacen más robustos que el hierro”
(San Juan Crisóstomo, Hom. sobre la gloria en la tribulación).
c) Doctrina social
Josué también nos enseña el valor de la vida comunitaria. No entra solo en la tierra, sino junto a todo el pueblo, organizando las tribus y distribuyendo equitativamente las tierras. Esto recuerda que la fe tiene una dimensión social: implica justicia, fraternidad y responsabilidad compartida. Hoy también estamos llamados a construir comunidades donde todos tengan un lugar, donde se busque el bien común y no el interés individual.
Cita clave
“Yo y mi casa serviremos al Señor” (Jos 24,15).
Oración
Señor Jesús, verdadero tu que nos conduces al Reino eterno, fortalece nuestra fe para elegirte a Ti cada día, con valentía y decisión. Haz de nuestras familias hogares donde siempre se te sirva y se te ame. Amén.
IMG: «Josué parando el sol» de Esteban March