Introducción
Samuel es el profeta de la escucha y de la obediencia. Nació como fruto de la oración de su madre Ana y desde niño aprendió a reconocer la voz de Dios. Su vida marcó un tiempo de transición en Israel, al ungir a los primeros reyes: Saúl y David.
¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?
Samuel fue ofrecido al Señor por su madre Ana en agradecimiento por el don de la maternidad (1 Sam 1,27-28). Creció en el templo, al servicio del sacerdote Elí. Desde pequeño aprendió que su vida no le pertenecía, sino que estaba al servicio de Dios. Dios se le reveló en medio de la oscuridad, cuando aún no conocía su voz. Samuel respondió enseñado por el anciano sacerdote con humildad: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam 3,10). Desde entonces, su palabra fue escuchada en Israel, porque transmitía fielmente lo que recibía del Señor. Condujo al pueblo en tiempos difíciles, animándolos a abandonar los ídolos y a servir solo al Señor (1 Sam 7,3-4). Fue juez, sacerdote y profeta, y ungió a los primeros reyes de Israel. Hasta el final de su vida permaneció como hombre íntegro, testigo de que escuchar a Dios es el fundamento de toda verdadera autoridad.
¿Que lecciones podemos sacar?
a) Cristológicas
Samuel es figura de Cristo, el Profeta definitivo que no solo escucha la voz del Padre, sino que es su Palabra hecha carne. Mientras Samuel ungió a David con el óleo, Jesús es el Ungido por excelencia, el Mesías sobre quien desciende el Espíritu Santo. Su vida anuncia a Cristo, que vino a revelarnos al Padre y a dar su vida por nuestra salvación, enseñándonos con su palabra y obra el camino que lleva al cielo. Samuel de niño escucho la voz de Dios que le hablaba, en el Evangelio también nosotros la escuchamos y vemos que nos lleva a poner la atención en las palabras de Cristo. “Este es mi Hijo amado, escúchenlo” (Mc 9,7).
b) Moral-espiritual
La actitud de Samuel nos invita a cultivar un corazón que escucha. En medio del ruido de la vida, el discípulo de Cristo aprende a decir cada día: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Escuchar a Dios en la oración, en su Palabra y en los hermanos nos transforma. La fe no se trata solo de hablar a Dios, sino de aprender a escuchar su voluntad con humildad y obediencia. “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,28).
«Inmensamente bienaventurado es aquel que percibe en silencio el susurro divino y repite con frecuencia aquello de Samuel: “Habla Señor, que tu siervo escucha”»
(San Bernardo, Sermones de diversis 23,7).
c) Doctrina social
Samuel también nos recuerda la responsabilidad de quienes ejercen autoridad. Él fue un juez justo, que no buscó su propio provecho, sino el bien de todo Israel. Su ejemplo invita a los líderes políticos, sociales y eclesiales a ejercer su servicio con integridad, escuchando siempre la voz de Dios y el clamor del pueblo. En un mundo marcado por la corrupción y el abuso de poder, la figura de Samuel resuena como un llamado a la honestidad y al servicio desinteresado. “Practica la justicia, ama la misericordia y camina humildemente con tu Dios” (Miq 6,8).
Cita clave
📖 “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam 3,9).
Oración
🙏 Señor Jesús, Palabra viva del Padre, enséñanos a escucharte con un corazón humilde como Samuel. Haznos dóciles a tu voz y fieles en transmitir tu verdad, para construir una sociedad justa y unida en tu amor. Amén.
IMG: «El niño Samuel» de Joshua Reynolds