Día 12 – David: el rey según el corazón de Dios

Introducción

David es uno de los personajes más importantes de la historia de Israel. Pastor, guerrero, músico y rey, fue elegido por Dios para guiar a su pueblo y establecer una dinastía que tendría cumplimiento pleno en Cristo, el Hijo de David. Su vida está marcada por grandes victorias, pero también por pecados y caídas, en las que supo arrepentirse con humildad. “He encontrado a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón” (Hch 13,22).

¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?

David nació en Belén, hijo menor de Jesé. Fue elegido por Dios y ungido por el profeta Samuel cuando todavía era un joven pastor (1 Sam 16,13). Enfrentó y derrotó a Goliat con una honda y una piedra, mostrando que la confianza en Dios supera cualquier fuerza humana (1 Sam 17,50). Más tarde, se convirtió en líder militar y, tras un tiempo de persecución bajo el rey Saúl, fue reconocido como rey de Israel.

Como monarca, estableció la capital en Jerusalén, trasladó el arca de la alianza y consolidó la unidad del pueblo (2 Sam 6). Fue un rey amado por muchos, pero también un hombre frágil: cayó en el pecado de adulterio con Betsabé y mandó matar a su esposo Urías (2 Sam 11). Confrontado por el profeta Natán, se arrepintió profundamente, y de este arrepentimiento nacen algunos de los salmos más hermosos, como el Salmo 51 (Miserere).

Dios le prometió que su descendencia permanecería para siempre: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme eternamente” (2 Sam 7,16). Esta promesa se cumple en Jesucristo, verdadero Hijo de David, Rey eterno y Salvador del mundo.

¿Qué lecciones podemos sacar?

a) Cristológicas

David es figura de Cristo, el Mesías esperado. De su linaje nace Jesús, reconocido como el Hijo de David. Mientras David fue un rey humano, marcado por la debilidad, Jesús es el Rey eterno, perfecto y fiel. El reinado de David anticipa el Reino de Cristo, que no se funda en la violencia ni en el poder, sino en la justicia y el amor. En Cristo se cumplen las promesas hechas a David: un trono que no tendrá fin.

b) Moral-espiritual

La vida de David nos muestra que no estamos exento de debilidades y que nuestro pecado no es ocasión para quedarnos resignados a la muerte del alma, hemos de buscar reconocer nuestras faltas y arrepentirnos. Aunque cometió graves faltas, supo humillarse ante Dios con un corazón contrito y confiado en su misericordia. Nos enseña que, aun en medio de nuestras caídas, podemos volver al Señor. Además, David fue un hombre de oración: los salmos que compuso nos invitan a expresar a Dios nuestros miedos, alegrías y esperanzas.

«A mí me conmueve la vida de este hombre y me hace pensar en la nuestra. Todos hemos sido elegidos por el Señor en el Bautismo, para estar en su pueblo, para ser santos; hemos sido consagrados por el Señor, en este camino de la santidad. Sin embargo, leyendo la historia de este hombre —un recorrido que comienza desde pequeño y llega hasta ser anciano— que hizo tantas cosas buenas y otras no tan buenas, pienso que en el camino cristiano, en el camino que el Señor invita a hacer, no hay ningún santo sin pasado, pero tampoco ningún pecador sin futuro.»

(Papa Francisco, Homilía, 19 de enero de 2016)

c) Doctrina social

El reinado de David muestra que la autoridad debe ejercerse como servicio al pueblo. Aunque tuvo fallos humanos, buscó consolidar la unidad de Israel y dar un lugar central a la presencia de Dios en medio de la nación. Su figura nos recuerda que toda autoridad —civil, social o eclesial— está llamada a buscar el bien común, la justicia y la paz.

Cita clave

“He encontrado a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón” (Hch 13,22).

Oración

Señor Jesús, Hijo de David y Rey eterno, enséñanos a tener un corazón humilde como el de tu siervo. Haznos reconocer nuestros pecados, vivir en la confianza de tu misericordia y trabajar por la justicia y la unidad en nuestras comunidades. Amén.

IMG: «David en Oración» de Pieter de Grebber