Día 15 – Eliseo: un profeta lleno de prodigios

Introducción

Eliseo fue el discípulo y sucesor del profeta Elías. Su vida estuvo marcada por la fidelidad, el servicio y la fuerza del Espíritu de Dios. Su ministerio mostró el poder del Señor en los signos concretos de la vida cotidiana, desde la sanación hasta la multiplicación del pan.

¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?

Eliseo fue llamado mientras araba el campo con doce yuntas de bueyes (1 Re 19,19). Dejó todo para seguir a Elías y convertirse en su servidor fiel. Cuando su maestro fue arrebatado al cielo en el carro de fuego, Eliseo pidió recibir una doble porción de su espíritu, signo de que su misión no dependía de la fuerza humana, sino del poder de Dios. A partir de entonces, ejerció un ministerio profético lleno de signos: purificó aguas contaminadas (2 Re 2,21), multiplicó el aceite de una viuda (2 Re 4,1-7), anunció el nacimiento de un hijo a la sunamita estéril y luego resucitó al mismo niño (2 Re 4,32-37). También alimentó a cien hombres con veinte panes (2 Re 4,42-44), prefigurando el milagro de Jesús con los cinco panes y los dos peces. Su vida se convirtió en testimonio de que el poder del Señor actúa en lo ordinario, cuidando la vida del pueblo y sosteniéndolo con esperanza.

¿Qué lecciones podemos sacar?

a) Cristológicas

La misión de Eliseo prefigura a Cristo, el Profeta definitivo que trae la plenitud del Espíritu. Mientras Eliseo pidió una doble porción del espíritu de Elías, en Jesús reposa la plenitud del Espíritu Santo, que Él mismo comunica a su Iglesia. Sus signos de multiplicación y resurrección anuncian los milagros de Cristo: el Pan de Vida que sacia a las multitudes y la resurrección que vence definitivamente a la muerte. Eliseo es figura, Cristo es cumplimiento. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido” (Lc 4,18).

b) Moral-espiritual

La vida de Eliseo nos enseña a pedir con confianza la fuerza del Espíritu Santo. No basta con nuestras capacidades: necesitamos dejarnos conducir por el Espíritu para vivir como auténticos discípulos. Eliseo fue un hombre de fe concreta, capaz de ayudar a una viuda en su pobreza, de consolar a una madre afligida, de alimentar a los necesitados y curó a Naamán el sirio que padecía lepra. Así también nosotros, en medio de la vida diaria, estamos llamados a dejarnos guiar por el Espíritu para hacer el bien en lo pequeño y ordinario.

«El paso del mar Rojo por los hebreos era ya una figura del santo bautismo, ya que en él murieron los egipcios y escaparon los hebreos. Esto mismo nos enseña cada día este sacramento, a saber, que en él queda sumergido el pecado y destruido el error, y en cambio la piedad y la inocencia lo atraviesan indemnes. (…) Finalmente, aprende lo que te enseña una lectura del libro de los Reyes. Naamán era sirio y estaba leproso, sin que nadie pudiera curarlo (…), se bañó, y, al verse curado, entendió al momento que lo que purifica no es el agua sino el don de Dios. Él dudó antes de ser curado; pero tú, que ya estás curado, no debes dudar»

(San Ambrosio, De mysteriis 12,19).

c) Doctrina social

Los gestos de Eliseo muestran que la fe toca la vida social: se preocupó por los pobres, defendió a los débiles y cuidó de los hambrientos. Su multiplicación del pan nos recuerda que Dios quiere que sus dones se compartan y lleguen a todos. La caridad fraterna comienza en gestos sencillos de solidaridad, inspirados por el Espíritu. Hoy, como Iglesia, estamos llamados a ser testigos de una fe que no se encierra en lo espiritual abstracto, sino que se encarna en el compromiso con los necesitados. Resuenan en nosotros las palabras de Jesús: “Denles ustedes de comer” (Mc 6,37).

Cita clave

📖 “Que me toque una doble porción de tu espíritu” (2 Re 2,9).

Oración

🙏 Señor Jesús, Tú eres la plenitud del Espíritu. Derrama sobre nosotros la gracia de vivir como Eliseo, con un corazón dócil y generoso, para que tu amor se haga vida en nuestras obras. Amén.

IMG: «Eliseo y la Multiplicación de los panes» del Tintoretto