Introducción
Ezequiel fue profeta durante el exilio en Babilonia. Su misión fue sostener la esperanza de un pueblo humillado y anunciar que Dios mismo transformaría sus corazones y los llenaría de su Espíritu. Su vida y sus visiones nos muestran a un Dios que no abandona, sino que recrea y da nueva vida. “Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo” (Ez 36,26).
¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?
Sacerdote de Jerusalén llevado al destierro en Babilonia, Ezequiel fue llamado por Dios a anunciar su Palabra en medio de un pueblo desolado. Recibió visiones impresionantes, como la gloria de Dios junto al río Quebar (Ez 1,1-28), signo de que el Señor no estaba ausente aun en el exilio. Denunció la infidelidad de Israel, comparándola con una esposa adúltera (Ez 16), y mostró la responsabilidad personal de cada uno ante Dios (Ez 18,20). Sin embargo, sus mensajes no fueron solo de juicio: también anunció la esperanza de la restauración. Su visión del valle de los huesos secos (Ez 37,1-14) proclamaba que el Espíritu de Dios es capaz de dar vida incluso a lo que parecía perdido. Y en la promesa del corazón nuevo (Ez 36,26-27), abrió al pueblo a la esperanza de una renovación interior y total.
¿Qué lecciones podemos sacar?
a) Cristológicas
Las profecías de Ezequiel encuentran su plenitud en Cristo. Él es el Buen Pastor que reúne a las ovejas dispersas (Ez 34,23; Jn 10,11). Es quien derrama el Espíritu Santo en nuestros corazones, cumpliendo la promesa de un corazón nuevo. El valle de huesos secos anuncia la resurrección de Jesús y la vida nueva que recibimos en el bautismo. En Cristo se cumple lo que Ezequiel profetizó: un pueblo renovado, animado por el Espíritu y conducido por un Pastor eterno.
b) Moral-espiritual
Ezequiel nos invita a la conversión interior. Muchas veces tenemos corazones de piedra, endurecidos por el egoísmo, la indiferencia o el rencor. Pero Dios quiere transformarlos en corazones de carne, capaces de amar y de sentir compasión. Su mensaje nos motiva a abrirnos al Espíritu Santo, que renueva nuestra vida y nos da fuerzas para empezar de nuevo incluso en medio de las ruinas personales. “Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo, arrancaré de su carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (Ez 36,26).
“Con estas palabras quiere significar un cambio de actitud. En efecto, vuestro corazón, dice, se inclinará hacia las cosas mejores, sin tender ya, como era antes su costumbre hacia las peores. La expresión “os daré” no va, de ninguna manera, en detrimento del libre albedrío, puesto que con palabras, obras e innumerables milagros (el Señor) invita, no obliga, no sólo a aquellos sino a todas las naciones a vivir de forma piadosa. Y aunque no obliga, sino que convence, dice que ha otorgado a las almas la inclinación hacia las cosas mejores”
(San Teodoreto de Ciro, Comentario sobre Ezequiel,y 14, 36)
c) Doctrina social
La voz de Ezequiel también toca la dimensión social: denunció a los pastores de Israel que se aprovechaban del pueblo en lugar de cuidarlo (Ez 34,2-4). Esto nos recuerda la responsabilidad de todo liderazgo político, social y eclesial de servir al bien común. La promesa de un pastor verdadero se realiza en Cristo, pero también interpela a la Iglesia y a la sociedad a ejercer la autoridad como servicio y a construir comunidades guiadas por la justicia y la compasión.
Cita clave
“Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo” (Ez 36,26).
Oración
Señor Jesús, Buen Pastor, renueva nuestro corazón de piedra y conviértelo en un corazón de carne semejante al tuyo. Derrama tu Espíritu sobre nosotros y haznos instrumentos de vida y de esperanza en el mundo. Amén.
IMG: «Ezequiel» de Miguel Ángel