Introducción
Daniel es ejemplo de fidelidad a Dios en tiempos de persecución y de pruebas. Su vida en el exilio de Babilonia muestra cómo permanecer firme en la fe aun cuando todo parece estar perdido. Sus visiones apocalípticas anuncian el triunfo final de Dios y la esperanza de la resurrección. “Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos” (Dn 3,17).
¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?
Llevado cautivo a Babilonia siendo joven, Daniel permaneció fiel a la ley de Dios aun en medio de la corte pagana. Rechazó contaminarse con la comida del rey y fue bendecido con sabiduría y entendimiento (Dn 1,8-17). Su fidelidad fue probada cuando se le prohibió orar al Señor: siguió rezando tres veces al día y, por ello, fue arrojado al foso de los leones, de donde Dios lo libró milagrosamente (Dn 6,23). Sus amigos Ananías, Misael y Azarías, fieles como él, fueron lanzados al horno ardiente por no adorar la estatua del rey, pero fueron protegidos por la presencia divina en medio del fuego (Dn 3,25). Además, Daniel recibió visiones sobre el Reino eterno de Dios, como la del “Hijo del Hombre” que recibe poder y gloria sobre todas las naciones (Dn 7,13-14).
¿Qué lecciones podemos sacar?
a) Cristológicas
Las visiones de Daniel apuntan directamente a Cristo. Él es el “Hijo del Hombre” que recibe del Padre un reino eterno que no tendrá fin (Dn 7,14; Mt 26,64). La liberación de Daniel del foso de los leones anuncia la victoria de Cristo en la resurrección: la muerte no pudo retenerlo. Del mismo modo, los tres jóvenes en el horno prefiguran la presencia salvadora de Cristo que acompaña siempre a los suyos en medio de la persecución. En Jesús se cumplen las profecías de Daniel: Él es el Rey eterno y Señor de la historia. “Se le dio poder, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servían” (Dn 7,14).
b) Moral-espiritual
La vida de Daniel nos anima a la fidelidad cotidiana. En un ambiente hostil, él no se dejó arrastrar por la comodidad ni por la presión social, sino que se mantuvo fiel a su oración y a su fe. También nosotros vivimos en un mundo que muchas veces rechaza el Evangelio, pero estamos llamados a ser testigos coherentes, aunque nos cueste burlas, incomprensión o persecución. La perseverancia de Daniel nos recuerda que la fidelidad a Dios trae consigo la verdadera libertad.
“La llama no pudo acercarse y quemar a los inocentes y justos jóvenes que alababan a Dios, y Dios los libró de las llamas. Alguno dirá: Vean aquí a los verdaderamente justos, que fueron oídos, conforme está escrito: “Clamaron los justos, y el Señor los oyó y los libró de todas sus tribulaciones” (Sal 34, 17). Pero yo clamé y no me libró. Por lo tanto, o yo no soy justo o no hago lo que me manda o quizás no me ve. No temas, haz cuanto manda, y si no te libra en cuanto al cuerpo, te librará en cuanto al alma…Libró a Pedro cuando, estando en la cárcel, se acercó a él el ángel y le dijo “levántate y sal” (Hch 12, 7), y al instante se soltaron las ataduras y siguió al ángel y le libró. ¿Acaso Pedro había perdido la gracia cuando no le libró de la cruz? ¿No le libró entonces también? Ciertamente que sí. ¿O es que vivió largo tiempo para hacerse injusto? Quizá le oyó de modo más perfecto después, cuando le libró verdaderamente de todas las aflicciones, que antes. Porque cuando primeramente le libró, ¡cuántas cosas no padeció después! Y, sin embargo, al final lo envió adonde no puede padecer ningún mal.”
(San Agustín, Enarraciones sobre los salmos, 33, serm, 2, 22)
c) Doctrina social
Daniel nos enseña que la fe tiene una dimensión pública y social. No escondió su oración para agradar al poder, sino que dio testimonio de que solo Dios merece adoración. Esto interpela a los cristianos de hoy a no vivir una fe encerrada, sino a manifestarla en la vida pública con valentía, defendiendo la dignidad humana y la justicia aun frente a leyes injustas o sistemas contrarios. La esperanza en el Reino eterno nos impulsa a trabajar en la historia por un mundo más justo y fraterno.
Cita clave
“Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos” (Dn 3,17).
Oración
Señor Jesús, Hijo del Hombre y Rey eterno, fortalece nuestra fidelidad en medio de las pruebas. Haznos valientes como Daniel para proclamar tu Nombre y firmes para trabajar por la justicia y la verdad. Amén.
IMG: «Daniel» de Miguel Ángel