Día 27 – María, Marta y Lázaro: los amigos de Jesús

Introducción

En Betania, a pocos kilómetros de Jerusalén, vivía una familia muy querida por Jesús: Marta, María y Lázaro. El Evangelio nos los presenta como amigos íntimos del Señor, en cuya casa Él encontraba descanso y hospitalidad. En su hogar sucedieron momentos decisivos: el diálogo de Marta sobre la resurrección, la unción de María a Jesús y la resurrección de Lázaro. Su vida nos revela que la fe se encarna en la fraternidad y la amistad.

¿Qué nos dice la Sagrada Escritura?

Marta aparece como mujer activa y servicial, quien en un pasaje se queja ante Jesús porque María no la ayuda en las tareas de la casa (Lc 10,40). María, por su parte, se muestra como discípula contemplativa, sentada a los pies del Maestro para escuchar su palabra. En otra ocasión, ella unge con perfume los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, anticipando su sepultura (Jn 12,3). Lázaro, finalmente, es el protagonista de uno de los signos más grandes de Jesús: resucitado tras cuatro días en el sepulcro, su retorno a la vida es testimonio de que Cristo es la resurrección y la vida (Jn 11). Juntos, estos tres hermanos representan la amistad, la acogida y la confianza total en Jesús.

¿Qué lecciones podemos sacar?

a) Cristológicas

En Betania resplandece el misterio de Cristo como Señor de la vida y Maestro de la fe. En el diálogo con Marta, Jesús revela su identidad más profunda: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25). En María vemos la discípula que reconoce a Jesús como el Ungido, anticipando su entrega pascual. En Lázaro contemplamos la señal que anuncia la victoria definitiva sobre la muerte en la resurrección de Cristo. La familia de Betania nos conduce a una cristología de intimidad: el Hijo de Dios se hace amigo, comparte la vida cotidiana y revela allí su gloria.

b) Moral-espiritual

Marta, María y Lázaro nos enseñan a vivir la fe en lo ordinario: en la hospitalidad, en la escucha y en la confianza. Marta nos recuerda la importancia del servicio hecho con amor, María nos enseña la contemplación que se abre a la profundidad de la palabra, y Lázaro nos invita a confiar en Cristo incluso cuando todo parece perdido. En nuestra vida cotidiana, podemos aprender de ellos a recibir a Jesús en nuestro hogar interior, cultivando una amistad fiel con Él en el silencio, el servicio y la esperanza.

“También hoy nos repite Jesús: “Quitad la piedra”: Dios no nos ha creado para la tumba, nos ha creado para la vida, bella, buena, alegre. Pero «por envidia del diablo entró la muerte en el mundo» (Sabiduría 2, 24), dice el libro de la Sabiduría, y Jesucristo ha venido a liberarnos de sus lazos.
Por lo tanto, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte: por ejemplo, la hipocresía con la que vivimos la fe es la muerte; la crítica destructiva hacia los demás es la muerte; la ofensa, la calumnia, son la muerte; la marginación de los pobres es la muerte. El Señor nos pide que quitemos estas piedras de nuestros corazones, y la vida volverá a florecer a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida, sino que se recae en la muerte.”

(Papa Francisco, Angelus 29 de marzo de 2020)

c) Doctrina social

La casa de Betania nos muestra que la fe se vive en comunidad y en familia. Abrir el hogar a Jesús es un gesto de hospitalidad que se convierte en signo de Reino. En un mundo donde reina el individualismo, la familia de Marta, María y Lázaro nos llama a construir comunidades acogedoras, que acompañen el dolor, compartan la alegría y sostengan la esperanza. Ellos encarnan una Iglesia que es familia y amistad, donde se sirve y se escucha, donde la vida se cuida y la esperanza se alimenta.

Cita clave

“Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Jn 11,5).

Oración

Señor Jesús, amigo de la familia de Betania, enséñanos a acogerte en nuestra vida como Marta, a escucharte como María y a confiar en ti como Lázaro. Haz de nuestras comunidades hogares de fraternidad, donde reine tu amor y tu esperanza. Amén.