Iluminados por su amor

Solemnidad de la Epifanía del Señor

Is 60, 1-6. La gloria del Señor alborea sobre ti
Sal 7. Que te adore, Señor, todos los pueblos
Ef 3, 2-3. 5-6. También los paganos participan de la misma herencia que nosotros
+Mt 2, 1-12.Hemos venido de Oriente para adorar al rey de los judíos

Aunque popularmente se conoce al día 6 de enero como “día de reyes” por unos personajes que menciona el Evangelio que hemos leído, en realidad sabemos que a litúrgicamente estamos celebrando la solemnidad de Epifanía del Señor, esta palabra es de origen griego y quiere decir literalmente “manifestación” “revelación” “mostrar aquello que estaba oculto.  Así la fiesta de hoy es “la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo… la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos «magos» venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos «magos», representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación…”. La gran alegría de esta fiesta, no es tanto que los reyes llegan con regalos, sino que Dios nos ha dado el regalo más grande en Jesús, puesto que la salvación que nos ha traído Él es para todos los pueblos, a todos y cada uno de los hombres quiere Dios librar de las garras del pecado y la muerte, para esto nació este niño en Belén. Así se cumplen las promesas en las que se anunciaba que en el pueblo de Israel nacería un salvador, y que este pueblo en el que nació reuniría en sí todos los pueblos, fue el Pueblo que el Señor se formó y preparó para la llegada de la salvación del mundo.

El hecho de que los magos llegan a Jerusalén buscando a un rey que ha nacido nos “…muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David al que será el rey de las naciones. Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volviéndose hacia los judíos y recibiendo de ellos su promesa mesiánica tal como está contenida en el Antiguo Testamento. La Epifanía manifiesta que «la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas»(S. León Magno, serm. 23) y adquiere la «israelitica dignitas» (MR, Vigilia pascual 26: oración después de la tercera lectura). (CEC 528)

Así Jesús se nos presenta como el sol que ha nacido de lo alto, la luz que ilumina toda la historia de la salvación, la historia de la humanidad en relación con su Dios. En Jesús el hombre a conocido a Dios, pues Él mismo se le ha revelado por eso la Iglesia nos enseña que  “En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó toda entera. «Lleno de gracia y de verdad» (Jn 1, 14), él es la «luz del mundo» (Jn 8, 12), la Verdad (cf Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12, 46)….” Pero también en Jesús el hombre encuentra la luz que ilumina la verdad de sí mismo, en Cristo el hombre se conoce, y conoce el plan para el que Dios le ha creado, el proyecto de amor para el que Dios lo pensó desde la eternidad, Cristo le revela al hombre, lo que el hombre realmente es.

Así en la fe cristiana, el hombre que ha entrado en relación con Jesucristo, entra en bajo la mirada de Dios sobre el hombre, el hombre por tanto contempla su vida a la luz de Dios. La mirada del Señor purifica nuestros corazones “…nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres” Asimismo nos invita a un volvernos a Él, contemplarlo a Él, contemplarnos en Él; contemplación que se realiza a través de la oración y la frecuentación de la palabra de Dios. “…La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el «conocimiento interno del Señor» para más amarle y seguirle” (CEC 2715)

El amor de Dios se nos ha manifestado en Cristo, el amor de Dios ha iluminado nuestra historia en este niño nacido en Belén, el amor de Dios quiso hacerse hombre para mostrarnos lo que Él había pensado para nosotros, el amor de Dios nos mueve a volvernos a Él.

Por ello escribirá san Pedro Crisólogo:

“Hoy él mago discierne con profundo asombro lo que allí contempla: el cielo en la tierra, la tierra en el cielo; el hombre en Dios, y Dios en el hombre; y a aquel que no puede ser encerrado en todo el universo incluido en un cuerpo de niño. Y, viendo, cree y no duda; y lo proclama con sus dones místicos: el incienso para Dios, el oro para el Rey, y la mirra para el que morirá. Hoy el gentil, que era el último, ha pasado a ser el primero, pues entonces la fe de los magos consagró la creencia de las naciones”

Que la luz del Señor ilumine nuestro corazones y al ver a los magos venidos con sus regalos para el Niño Jesús, podamos nosotros proponernos presentarle al inicio de este año, y ojalá que a lo largo de todo él, el incienso de nuestras oraciones, el oro de las virtudes que procuraremos practicar y las obras de misericordia que hemos de hacer, y la mirra de los sacrificios y pequeñas mortificaciones del día a día.

IMG: «Adoración de los Magos» de Gentile de Fabriano, Museo de arte de Florencia