«Ojalá merezcamos también nosotros decir lo que sigue: «Lo he cogido y no lo soltaré» (Ct 3,4). Eso es lo que ha merecido san Simeón según dice: «Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz.» Ha querido que le deje marchar, liberado de los lazos de la carne, para gozar aún más fuertemente del abrazo de su corazón, Jesucristo nuestro Señor, para quien es la gloria y el honor por los siglos sin fin.» San Aelred de Rielvaulx