Jueves – Feria del tiempo de navidad
1Jn 2, 29–3,6; Salmo 97; +Jn 1, 29-34
Las palabras de San Juan cuando nos dice que “aún no se ha manifestado como seremos al fin. Y ya sabemos que cuando él se manifieste vamos a ser semejantes a Él porque lo veremos tal cual es”. San Juan descubre que el discípulo de Cristo va configurándose cada vez más con El, va adquiriendo su forma, se va haciendo semejante a Él y este proceso llegará a su culmen cuando lo contemple cara a cara. Así todo hombre que ha hecho experiencia de fe en Cristo, descubre en El su propia identidad o, parafraseando a san Juan Pablo II, Cristo revela al hombre lo que el hombre realmente es. En Cristo cada uno descubre la gran dignidad de su vocación de hijo de Dios, la grandeza de haber sido divinizados por las aguas del Bautismo, haciéndonos semejantes a Jesús por la gracia que hemos recibido.
Sin embargo, este proceso de identificación con Jesús, esta nuestra continua imitación de Cristo, pasa por el conocimiento del Evangelio, por el amor al Evangelio, por una vida según el Evangelio, si queremos ser uno con Jesús, hemos de impregnar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, de los pensamientos, sentimientos y acciones de Jesús. El debe resplandecer en nosotros. De ahí la importancia de nuestro conocimiento de las Sagradas Escrituras y de la fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, ya que ella es su interprete auténtica, ya lo dijo el Señor a los apóstoles “quien les escucha a ustedes, a mi me escucha”. Pues en la voz de nuestra Madre la Iglesia, resuena la voz del Espíritu Santo.
Quieres saber quién eres, cuál es el sentido de tu vida, cómo te ha pensado Dios, entra en contacto con Cristo a través de la meditación continua de la Sagrada Escritura, contempla el ejemplo de aquellos que han sabido impregnar su vida de ellas, contempla el testimonio de los santos, que se pueda ver en tu vida el testimonio vivo de las bienaventuranzas.
Haz de Cristo la esperanza de tu vida. “muestra una señal clara de su esperanza sobrenatural, quien se empeña en obrar bien…, o dicho de otro modo, el que, ahogando la impiedad y los mundanos deseos, imita a Cristo viviendo sobria, justa y piadosamente. Así pues, se nos manda ser imitadores de la santidad pura de Dios según nuestra capacidad , del mismo modo que se nos manda esperar la gloria de la semejanza con Dios según nuestra capacidad” (San Beda)
Cristo nació en el portal de Belén, para liberarnos de la opresión del pecado que de desdibuja de nosotros la imagen y semejanza que tenemos con Dios y que el vino a llevar a su plenitud, dando su vida por nosotros en el madero de la Cruz, como cordero inmolado, como cordero sacrificado, ha pagado el precio de la deuda que pesaba sobre nosotros. Nos ha liberado del dominio del mal y ya inaugurada la nueva vida de la que gozamos en el Espíritu Santo. Este es el mensaje que San Juan Bautista nos quiere transmitir hoy. En Jesús , el mismo Dios ha visitado y redimido a su Pueblo, está es la grandeza detrás del que lleva por nombre “Dios salva”
“Pues ¿por qué desesperas, hombre, teniendo por remedio y por paga a Dios humanado, cuyo merecimiento es infinito? Y muriendo, mató nuestros pecados, mucho mejor que muriendo Sansón murieron los filisteos (Jc 16,30). Y aunque tantos hubiésedes hecho tú como el mismo demonio que te trae a desesperación, debes esforzarte en Cristo, Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn 1,29); del cual estaba profetizado que había de arrojar todos nuestros pecados en el profundo del mar (Mi 7,19), y que había de ser ungido el Santo de los santos, y tener fin el pecado, y haber sempiterna justicia (Da 9,24). Pues si los pecados están ahogados, quitados y muertos, ¿qué es la causa por que enemigos tan flacos y vencidos te vencen, y te hacen desesperar?” (San Juan de Ávila)
Que podamos hoy renovar nuestra esperanza en Cristo Jesús y podamos descubrir aquel plan de amor que nuestro Padre celestial ha pensado realizar en cada una de nuestras vidas por la gracia que ha sido derramada en nuestros corazones. Así sea.