Lunes – III semana del TO- Año par
- 2S 5, 1-7.10. Tú pastorearás a mi pueblo Israel.
- Sal 88. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.
- Mc 3, 22-30. Satanás está perdido.
Mientras avanzamos en la contemplación de la historia de Israel vamos viendo como el Señor suscita para los suyos un rey excepcional, David, no aparece como el prepotente, dominador, agresivo y aprovechado. Las palabras son sugestivas, el pueblo del norte lo aclama en sus ancianos, los cuales no lo consideran ajeno sino que dice “hueso tuyo y carne tuya somos” es uno de entre ellos, David viene a traer unidad entre las tribus, y todavía van más allá utilizan para describir el gobierno de David la imagen del Pastor, de aquel que se preocupa por la vida de los que están bajo su cargo, puesto que al recordar la palabra del Señor dicen que él “apacentará” al pueblo. Es entonces cuando el Rey se lanza a la conquista de la ciudad santa de Jerusalén, David comenzará a establecer un reinado sólido con sus instituciones, su capital y sus fronteras.
Sabemos que David es figura de Cristo, también Él será aclamado como rey:
«Pero ¿qué era para el Señor ser aclamado por Rey de Israel? ¿Qué era para el Rey de los siglos ser hecho rey de los hombres? Cristo no era Rey de Israel para imponer tributos ni para tener ejércitos armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos; era Rey de Israel para gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al reino de los cielos a quienes estaban llenos de fe, de esperanza y de amor»
San Agustín, In Ioannis Evangelium 51,4
Conforme caminamos con Jesús en el Evangelio, descubrimos como se va manifestando como signo de contradicción, ¿qué ha hecho Jesús? A sanado a los enfermos, a expulsado a los demonios, a comido con aquellos que rechazaba la sociedad por ser tenidos por pecadores, es más ha incluso perdonado sus pecados llamándoles a la conversión, y ¿cuál es la conclusión que sacan de ello las gentes? Pues aquellos que han recibido algún favor se han mostrado agradecidos, aquellos a los que ha llamado le han seguido, pero algunos de sus familiares creían que había perdido la cabeza y las autoridades religiosas van todavía más allá, le acusan de obrar con el poder del demonio. Y sobre este último punto, Jesús advierte del pecado contra el Espíritu Santo, que sabemos es el rechazo de la salvación, su necedad y orgullo lleva a algunos a cerrarse al don de Dios que busca el bien para los hombres.
«…la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado cometido por el hombre que reivindica un pretendido ‘derecho’ de perseverar en el mal ―en cualquier pecado― y rechaza así la redención… (Ese pecado) no permite al hombre salir de su autoprisión y abrirse a las fuentes divinas de la purificación de las conciencias y remisión de los pecados” (Dominum et vivificantem, 46). Se trata de una actitud exactamente opuesta a la condición de docilidad y de comunión con el Padre en el que vive Jesús, tanto en su oración como en sus obras, y que él enseña y recomienda al hombre como actitud interior y como principio de acción.»
San Juan Pablo II, Audiencia General, 27 de julio de 1990
Que el Señor nos conceda la gracia en este día de saber acoger su don en medio de nosotros, de saber reconocer su voz, para guiados por su palabras y obras seamos conducidos a los pastos verdes del paraíso.
IMG: escultura del Rey David en la Basílica de Santa María la Mayor