Iluminando nuestra mirada

Domingo IV de Cuaresma

  • 1S 16, 1 b. 6-7. 10-13a. David es ungido rey de Israel.
  • Sal 22. El Señor es mi pastor, nada me falta.
  • Ef 5, 8-14. Levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.
  • Jn 9, 1-41. Él fue, se lavó, y volvió con vista.

Al contemplar las lecturas de este día observamos que todas ellas giran en torno dos temas: la visión y la luz, de hecho podríamos partir de un principio general: es la luz la que nos permite ver todas las realidades que nos circundan.

La primera lectura nos decía “El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones”, el salmo nos recuerda la bondad de Dios que con misericordia cuida de su Pueblo y le custodia en su casa, en las moradas eternas; san Pablo en la segunda lectura nos invita descubrir a Cristo como la luz que ilumina y por ende sus discípulos “unidos al Señor, son luz”, y  el Evangelio nos narra la curación de un ciego de nacimiento que luego de haber recuperado su visión por milagro de Jesús reconoce su origen y finalmente profesa su fe y le adora.

Podríamos descubrir como en el Evangelio aquellos que deberían haber sido capaces de reconocer al Enviado del Señor no lo hicieron, la sabios y entendidos, los que conocían las Sagradas Escrituras y en ellas los oráculos relativos a la llegada del mesías no supieron ver el paso del Señor por su historia. Decían ver y no veían por estar cegados a causa del legalismo formalista, de una religión que se había reducido al cumplimiento de preceptos, olvidándose de la palabra del Dios de la vida y del amor que se les había revelado.

En el caso concreto de este día, se debaten por averiguar quien curó a un hombre para poder condenarle, puesto que según ellos habría transgredido el sábado al haber realizado el milagro en ese día. Además manifiestan la oscuridad de sus mentes a través las actitudes soberbias y de menosprecio por los demás. Que tristeza…No saben reconocer el paso del Señor por su historia.

¿En qué ocasiones puedo haber actuado así yo? ¿He rechazado alguna vez sus palabras cuando ellas no permiten salirme con mis planes? ¿acaso no estamos a veces más concentrados en realizar proyectos personales que en discernir qué es lo que Dios busca de nosotros? ¿acaso no niego así mi calidad de discípulo del Señor? ¿cuántas veces por ser un justiciero me olvido de la misericordia?

El hombre ciego, no obstante su discapacidad física, supo ver más allá de la apariencia y del formalismo legal, su argumento es sólido “Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene, y sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése si lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder”. La mirada de este hombre es sin duda una mirada de fe.

La fe para los cristianos es un don que se nos ha dado de lo alto, pero también es responsabilidad nuestra abrazarlo y hacerlo fructificar. La fe se nos da en el Bautismo y por eso este sacramento recibe también el nombre “iluminación”. El bautizado es un hombre que recibiendo la luz de Cristo, no ve las cosas como la ven todos, no busca detenerse en las apariencias, sino que va más allá, busca ver todo bajo la mirada de Dios. Por esto san Pablo decía que los cristianos son los iluminados.

Esta luz nos viene fundamentalmente de su Palabra, ella brilla de modo especial cuando meditamos la Sagradas Escrituras, cuando meditamos los tesoros de la Tradición y cuando nos abrimos  a la guía de nuestra Madre la Iglesia. La vida del cristiano es un continuo dejarse iluminar y un continuo ser luz que ilumina, con su presencia, con sus actitudes y comportamientos está llamado a disipar las tinieblas que oscurecen este mundo y que conducen a la muerte. Tan importante es su rol que no puede ser descuidado.

Podría preguntarme en este día ¿qué luces nos está dando el Señor a través de su Iglesia en los tiempos que nos ha tocado vivir? ¿que luces me está dando la Palabra de Dios a mí hoy en concreto para hacer brillar su presencia en medio del mundo?

Esa luz que el Señor arroja sobre nuestra mirada nos hace ver el “sendero recto” por el cual somos conducidos en medio de los caminos de este mundo rumbo a la tierra prometida. Esa luz nos ayuda a saber reconocer su vara y su cayado sobre todo en los momentos de dificultad. Esa luz ilumina las verdes praderas en que nos hace reposar y las fuentes tranquilas que reparan nuestra fuerza desgastadas en el combate de la fe. Esa luz es la que nos lleva a reconocer la bondad y misericordia del Señor que nos acompañan toda la vida y llegará a la plenitud de su iluminación cuando lo contemplemos cara a cara y vivamos su casa por años sin término. ¿Todavía anhelo la meta del cielo para la fui creado y redimido? ¿Todavía la realidad de gozar de su presencia motiva mi obrar en este mundo? ¿Sé descubrir a la luz de Cristo mi vocación de ser hijo de Dios?

La experiencia del amor misericordioso de Cristo lleva al hombre a descubrir en Él a Dios, no podemos quedar indiferentes, al escuchar su Palabra y ponerla por obra somos iluminados por su luz y lo contemplamos, la oración me lleva a decir “¡Sí!¡Él siempre ha estado ahí! ¡Él se ha manifestado en mi vida! ¡Yo le he visto! ¡Me dijo esto en aquella ocasión! ¡Él me ha mostrado su amor! ¡Él es Dios!”

Y así sabiéndonos amados y bendecidos por Él, caemos de rodillas, como el hombre que fue curado en el Evangelio, y descubrimos que las palabras sobran, y reina el silencio, y en ese silencio dulce y apacible resuena su voz, es un silencio sonoro, en el que las palabras sobran porque Aquel que es la Palabra ha hablado, en ese silencio brilla la luz, y en esa luz contemplamos su rostro, el rostro del Amado, el rostro de Aquel que me amó primero. El corazón se vacía de todo lo que injustamente había querido ocupar el lugar que estaba reservado para el Amor. La mirada ha sido purificada, ya no se ve nada como el resto del mundo lo ve ahora se ve con la luz de Cristo. Suprema felicidad en la que se descubre la verdad de aquellas palabras “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”.

IMG: «Curación del Ciego de nacimento» del Greco