Viernes – IX del Tiempo Ordinario
- 2Tm 3, 10-17. Los que quieren vivir piadosamente en Cristo serán perseguidos.
- Sal 118. Mucha paz tienen los que aman tu ley, Señor.
- Mc 12, 35-37. ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David?
La primera lectura de este día nos presenta tres elementos importantes para nuestra consideración
En primer lugar san Pablo elogia la fidelidad el discipulado de Timoteo, ciertamente habiendo sido su compañero de viaje por largo tiempo, a través de las diferentes situaciones que vivió, Pablo no fue sólo un maestro de doctrina sino también un maestro de virtud, podríamos decir Timoteo aprendió de Pablo no sólo en qué cree un cristiano sino también como vive un cristiano, y recordemos con cuanto esmero ha querido el apóstol imitar a Jesús que llegaba a decir “ya no soy yo quien vive es Cristo que vive en mí” la gracia produjo frutos de virtud en su vida, y ahora la evangelización la realizaba con la palabra y el ejemplo, se nos recuerda frecuentemente que el cristianismo no crece por proselitismo sino por atracción, porque el amor no tiene necesidad de imponerse, el amor atrae hacia sí. Un hombre que se ha sabido amado por Cristo y que busca corresponderle es un verdadero testigo del Señor.
En segundo lugar podemos considerar como Pablo le recuerda a Timoteo que la Cruz es inseparable de la vida del cristiano, la persecución siempre estará presente, y esta realidad tiene un fundamento profundamente cristológico, si nos decimos discípulos de Jesús, si nos decimos miembros de su Cuerpo Místico, si nos decimos ser sus amigos, habremos de compartir su destino, es en la Cruz donde se manifiesta el rechazo del enemigo y del mundo de las tinieblas al mensaje de la salvación, es en la Cruz donde el hombre es liberado de las antiguas esclavitudes, es en la Cruz donde el hombre colabora con el Hijo de Dios en la obra de la redención.
En tercer lugar podríamos considerar la importancia de la Sagrada Escritura en la vida cristiana, este texto que hemos escuchado en al final de la lectura es preciosísimo para nosotros, en él se nos recuerda que este tesoro de la Iglesia contiene la Palabra de Dios, y que esa Palabra es una Palabra de salvación. Nosotros no somos una religión de un libro, pero en la Biblia encontramos ciertamente la voz de nuestro amado que nos llama y nos invita a entrar en relación con Él. Hay quien ha dicho que toda la Sagrada Escritura no hace sino hablarnos de Jesús, que viene, que está entre nosotros y que vendrá de nuevo, ella nos enseña el bien por hacer y el mal evitar, en ella encontramos las claves de lectura en base a las cuales los creyentes configuramos nuestra vida de modo que desciframos la vida según las mismas categorías de Cristo. De modo de llegar a ser el hombre perfecto según el Corazón de Dios.
El santo Evangelio está en perfecta sintonía con este mensaje, pues si Pablo nos anuncia la bendición que el Señor nos ha dejado en la Sagrada Escritura, el evangelio nos recuerda que no basta un conocimiento superficial de la misma, es necesario que ella cale en los profundo de nuestro ser, de modo que nuestras actitudes y comportamientos, pensamientos y sentimientos se vean transformados por ella.
Vemos a Jesús como un buen Maestro instruyendo a las multitudes numerosas veces en el Evangelio y también vemos donde estaba la fuerza de su arrastre, el predicaba con su vida lo que anunciaba con su boca, la pregunta con la que comienza ha sido vista por los estudiosos de la Sagrada Escritura como un modo de mostrar el origen divino del Mesías, y de alguna manera de Sí mismo, pues Él es el Ungido del Señor. Se nos comunica además la reacción del Pueblo a la Palabra proclamada dice el Evangelio: “La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado”. La enseñanza de Jesús, es una enseñanza que transforma los corazones, es una enseñanza que transmite la verdad, y por ello es bien recibida, pues la ovejas saben reconocer la voz del Buen Pastor, en su corazón esa Palabra produce resonancias de vida eterna.
El cristiano ha de acercarse a ella con reverencia, sabiendo que meditándola escucha en su corazón la voz de Aquel que le amó primero, sabiendo que estudiarla es muy importante para conocer lo que Dios nos ha dicho de sí mismo, del mundo y del hombre, pero ese conocimiento de la verdad no es una cuestión meramente intelectual, sino que involucra todo nuestro ser, nuestros afectos, nuestros deseos, nuestra voluntad, es realmente una contemplación en el amor.
¿Cómo ser indiferente a Cristo que nos habla? ¿Cómo ser indiferente ante la voz del Amado? ¿Cómo ser indiferente ante Aquel que nos habla corazón a Corazón? ¿Cómo ser indiferente con quien no ha sido indiferente con nosotros?
Por ello el cristano al frecuentar la Sagrada Escritura se llena de confianza, un ejemplo de esto es san Bonifacio a quien celebramos hoy y que en medio de las dificultades que vivía por predicar el Evangelio supo refugiarse y hallar sabiduría en la Palabra revelada, en una carta comentaba:
“Nuestra mente fatigada se refugia en aquellas palabras de Salomón: Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia inteligencia; en todos tus caminos piensa en él y él allanará tus sendas. Y en otro lugar: El nombre del Señor es un torreón de fortaleza: a él se acoge el honrado; y es inaccesible. Mantengámonos en la justicia y preparemos nuestras almas para la prueba; sepamos aguantar hasta el tiempo que Dios quiera y digámosle: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tengamos confianza en Él, que es quien nos ha impuesto esta carga. Lo que no podamos llevar por nosotros mismos, llevémoslo con la fuerza de aquel que es todopoderoso y que ha dicho: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. Mantengámonos firmes en la lucha en el día del Señor, ya que han venido sobre nosotros días de angustia y aflicción. Muramos, si así lo quiere Dios, por las santas leyes de nuestros padres, para que merezcamos como ellos conseguir la herencia eterna.
No seamos perros mudos, no seamos centinelas silenciosos, no seamos mercenarios que huyen del lobo, sino pastores solícitos que vigilan sobre el rebaño de Cristo, anunciando el designio de Dios a los grandes y a los pequeños, a los ricos y a los pobres, a los hombres de toda condición y de toda edad, en la medida en que Dios nos dé fuerzas, a tiempo y a destiempo, tal como lo escribió san Gregorio en su libro de los pastores de la Iglesia.”
San Bonifacio, Carta 78
Roguemos al Señor nos conceda la gracia en este día de hacernos el compromiso de meditar cada día más en su Palabra y descubrir en ella su voz que consuela, corrige, fortalece, edifica y transforma nuestro ser por la fuerza del Amor. Recordemos las palabras del salmista “Si hoy escuchas su voz, no endurezcas el corazón”.
IMG: Cripta de san Bonifacio