Lunes – XII semana del Tiempo Ordinario – Año par
- 2R 17, 5-8.13-15a.18. El Señor apartó a Israel de su presencia y solo quedó la tribu de Judá.
- Sal 59. Que tu mano salvadora, Señor, nos responda.
- Mt 7, 1-5. Sácate primero la viga del ojo.
La primera lectura en este día nos narra los acontecimientos inmediatos que concluyeron en el exilio de los habitantes del Reino de Israel. Hagamos un poco de memoria de lo que ha pasado hasta hoy. A la muerte rey Salomón su hijo Roboam mal aconsejado buscará tratar duramente a los habitantes del reino, esto desembocará el descontento popular que será aprovechado por Jeroboam un separatista para promoverse y eventualmente ser nombrado rey de las diez de las doce tribus, dividiéndose así el reino en dos, Israel al norte con su capital Samaria, y Juda al Sur con su capital en Jerusalén.
Jeroboam para impedir que los habitantes de la porción de su reino fueran a dar culto al Templo de Jerusalén en el sur, construirá dos santuarios con unos becerros y dirá que ahí es donde se debe dar culto. De este modo contraviene gravemente lo mandado por el Señor Dios y fomentando el relativismo religioso por conveniencias políticas. Con el paso del tiempo en ambos reinos, Norte y Sur se sucederán diferentes reyes, sin embargo dadas las campañas militares de la época y los afanes expansionistas de los diferentes imperios los israelitas al norte caerán presa de los Asirios.
Recordemos, la Sagrada Escritura nos invita a ver todo dentro del contexto de la historia de la salvación, de modo que como vemos en la lectura de hoy, el fracaso de Israel para resistir a las diferentes intervenciones militares del imperio Asirio se explica sobre todo por no haber escuchado la voz del Señor que les hablaba por medio de los profetas, sino que se fiaban cada vez más de sus propias estrategias político-militares, de hecho el Reino del Norte cae porque busca hacer alianza con Egipto, y recordemos éste es el símbolo de la esclavitud para el Pueblo de Dios, es como un poner la esperanza en servir a los ídolos, al final se confiaron en ellos, y los egipcios no lucharon por ellos.
La deportación que sufrirá el Norte será extremadamente dura, primero se llevarán a aquellos que eran terratenientes o poseían algún rol de liderazgo, sea social, religioso o militar, más tarde se llevarán a otra gran porción del Pueblo, dejando sólo a aquellos que eran tenidos por pobres e ignorantes, aquellos que no representaban un peligro. Pero no sólo fueron arrancados de su lugar aquellos habitantes sino que en su lugar se trajeron a otros, rompiéndose radicalmente el vínculo que había entre el Pueblo y su tierra, es más estos extranjeros traerían junto consigo su propias creencias dando culto a los ídolos paganos, esto no tardaría en manifestar sus consecuencias puesto que se terminarían mezclando con algunos de los locales cayendo en un sincretismo religioso.
De este modo el autor del segundo libro de los reyes nos está narrando el fin del reino del norte, el cual debería ser una lección para el reino de Judá acerca de las consecuencias que se siguen de abandonar al Señor y su palabra, confiándose de los ídolos y de las propias estrategias humanas.
San Macario haciendo una lectura cristológica de este texto nos pone en perspectiva de lo que puede suceder a un cristiano que decide abandonar al Señor:
«¡Ay del alma privada del cultivo diligente de Cristo que es quien le hace producir los buenos frutos del Espíritu!, porque, hallándose abandonada, llena de espinos y de abrojos, en vez de producir fruto, acaba en la hoguera. ¡Ay del alma en la que no habita Cristo, su Señor!, porque, al hallarse abandonada y llena de la fetidez de sus pasiones, se convierte en hospedaje de todos los vicios» Homiliae spirituales 28,2
En el santo Evangelio comenzamos la meditación del capítulo 7 del evangelio de san Mateo, en él se nos presentan una serie de preceptos diversos del Señor. En primer lugar hoy vemos como Jesús nos invita a cuidarnos de juzgar temerariamente al hermano, el modo de juzgar las cosas y cuanto más los hombres, debe ser sumamente prudente y lleno de caridad. Jesús, como Maestro de vida eterna, nos enseña que podríamos tener la visión ofuscada o viciada por algún defecto y que podríamos errar, atención que no dice que si vemos a nuestro hermano que hace el mal nos hagamos sus cómplices cerrando un ojo como si nada sucediese, Él mismo nos hablará en otra ocasión de la corrección fraterna, sino que Jesús nos dice que hemos de estar atentos a que nuestra mirada sea pura y limpia de cualquier mala inclinación que pudiera perjudicar antes que salvar a nuestro hermano.
Los maestros de vida espiritual siguiendo esta enseñanza nos han dado consejos muy prácticos sobre este tema, les propongo a tres grandes:
Primero a san Agustín que nos dice “Procurad adquirir las virtudes que creéis que faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos, porque no los tendréis vosotros” (Enarrationes in Psalmos 30,2,2). Es decir que cuando nos parezca que algo anda mal en nuestro hermano nos examinemos a nosotros mismos primero, a ver si no estoy haciendo lo que en psicología se llama una “proyección” de mis propios defectos en él, que dicho sea de paso, sucede más seguido de lo que parece, pensemos “en que modo manifiesto yo ese defecto que veo en él”, ello nos llevará primero a la empatía, a ponerme en su lugar y moderar la dureza con la que podría tratarlo, porque me llevará a considerar que “yo” también estoy luchando contra los vicios, “no soy inplacable”, y eso me llevará a una actitud de misericordia frente al otro. Y se producirá un fruto dulce y sabroso que será que “yo” también me lanzaré en purificar mi alma de las inclinaciones torcidas y buscaré crecer en la virtud que ayudará a cumplir con tal fin.
Segundo, escuchemos a san Ignacio de Loyola que en sus ejercicios espirituales escribía “Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve” (Ejercicios Espirituales 22).
Es sorprendente como el santo busca llevarnos al amor al prójimo teniendo los mismos sentimientos del corazón de Jesús, que no vino a condenarnos sino a justificarnos, se trata de buscar por todos los medios de dejar a nuestro hermano en alto y si hace falta hacer una corrección pues se debe hacer del modo más claro, dulce y suave, de modo que no hagamos que se pierda con una mala actitud la oportunidad de hacer un gran bien a aquel por cuya salvación deberíamos estar dispuestos a dar la propia vida para mayor gloria de Dios.
Tercer ejemplo san Juan de la Cruz, él como sabio y experto director espiritual escribiría una serie de recomendaciones a un fraile las cuales se han titulado “Las cautelas” en razón de las advertencias que hace a este hermano de una serie de cosas que se debe cuidar para vencer a los enemigos del alma, a saber, el mundo, el demonio y la carne. Pues respecto al tema que nos compete podemos considerar sin duda una que advierte para vencer al mundo, dirá el Doctor de la Iglesia:
“la tercera cautela es muy necesaria para que te sepas guardar en el convento de todo daño acerca de los religiosos; la cual, por no la tener muchos, no solamente perdieron la paz y bien de su alma, pero vinieron y vienen ordinariamente a dar en grandes males y pecados. Esta es que guardes con toda guarda de poner el pensamiento y menos la palabra en lo que pasa en la comunidad; qué sea o haya sido ni de algún religioso en particular, no de su condición, no de su trato, no de sus cosas, aunque más graves sean, ni con color de celo ni de remedio, sino a quien de derecho conviene, decirlo a su tiempo; y jamás te escandalices ni maravilles de cosas que veas ni entiendas, procurando tú guardar tu alma en el olvido de todo aquello.
Porque si quieres mirar en algo, aunque vivas entre ángeles, te parecerán muchas cosas no bien, por no entender tú la sustancia de ellas. Para lo cual toma ejemplo en la mujer de Lot (Gn. 19, 26), que porque se alteró en la perdición de los sodomitas volviendo la cabeza a mirar atrás, la castigó el Señor volviéndola en estatua y piedra de sal. Para que entiendas que, aunque vivas entre demonios, quiere Dios que de tal manera vivas entre ellos que ni vuelvas la cabeza del pensamiento a sus cosas, sino que las dejes totalmente, procúrando tú traer tu alma pura y entera en Dios, sin que un pensamiento de eso ni de esotro te lo estorbe.
Y para esto ten por averiguado que en los conventos y comunidades nunca ha de faltar algo en qué tropezar, pues nunca faltan demonios que procuren derribar los santos, y Dios lo permite para ejercitarlos y probarlos.
Y, si tú no te guardas, como está dicho, como si no estuvieses en casa, no sabrás ser religioso, aunque más hagas, ni llegar a la santa desnudez y recogimiento, ni librarte de lo daños que hay en esto; porque no lo haciendo así, aunque más buen fin y celo lleves, en uno en otro te cogerá el demonio y harto cogido estás cuando ya das lugar a distraer el alma en algo de ello; y acuérdate de lo que dice el apóstol Santiago: Si alguno piensa que es religioso no refrenando su lengua, la religión de éste vana es (1, 26). Lo cual se entiende no menos de la lengua interior que de la exterior.”
Es de una gran sabiduría y riqueza este texto, pues el santo carmelita nos advierte en primer lugar que no hemos de generar fijaciones innecesarias en los defectos del otro, pero al mismo tiempo sutilmente advierte que tampoco hemos de ser cómplices, sino decirlo a aquel que puede hacer algo respecto, a quien conviene saberlo para solventar el problema. Todo aprovecha para bien de aquellos que buscan servir al Señor incluso una contrariedad, por eso estas ocasiones deben ser aprovechadas para crecer en la virtud. Invita a ser compasivos puesto que no nos rodeamos de “ángeles de luz” sino de hombres de carne y hueso que también tienen sus luchas como nosotros, luchas contra la propia debilidad pero también contra las artimañas del enemigo que busca hacernos caer. Y advierte que de no tener cuidado de abstenernos de los juicios temerarios y las murmuraciones, que son sus hijas, hemos de perder la paz interior cayendo en la turbación del corazón, esto nos llevará a la dispersión y por tanto nos alejará de nuestro fin último que es la contemplación de Dios, en modo imperfecto en esta tierra pero que llegará a su plenitud en el cielo.
Son grandes las lecciones que nos enseña Jesús en estos cinco versículos que meditamos, cuantas cosas más podríamos decir de las experiencias que en este sentido cada uno a tenido, pero lo más importante es que con esto el Divino Maestro nos está llevando a recordar, que un juicio temerario es contrario al espíritu de las bienaventuranzas, que nos llaman a ser misericordiosos para alcanzar misericordia, que nos invitan a tener hambre y sed de justicia para ser saciados, que nos invitan a ser mansos para heredar la tierra prometida, es más es contrario al mismo modo de amar del Padre a quien pedimos perdone nuestras ofensas como perdonamos a los que nos ofenden, y que hace salir su sol sobre buenos y malos.
Roguemos al Padre nos conceda la gracia en este día de aprender a ver la realidad de nuestras relaciones de los demás bajo la luz del amor, para que imitando el Corazón misericordioso de Cristo nosotros también seamos prontos a buscar la salvación de nuestro hermano que su condenación.
IMG: «Deportación de los prisioneros» de James Tissot