Él entró en nuestra historia

17 de diciembre – Novena de navidad

Gn 49, 2.8-10. No se apartará de Judá el cetro
Sal 71. Ven, Señor, rey de justicia y de paz
Mt 1, 1-17. Genealogía de Jesucristo, hijo de David

Un día una persona me preguntó “Padre, ¿cuáles son las partes de la Biblia que más le cuestan leer?” y recuerdo que contesté “las genealogías” a lo que mi interlocutor respondió “a mi también”. Cuando nos topamos con textos como los que hemos escuchado en el Evangelio de hoy a menudo nos planteamos diferentes preguntas cómo ¿quiénes son estos que menciona el texto? ¿qué relevancia tienen en la vida de Cristo? ¿qué tienen que ver con nosotros aquí y ahora? ¿cuál era el interés del Evangelista en poner tanto nombre? ¿qué significado hay detrás de los números? Y quien sabe cuántas otras más.

Para nuestra meditación en este día quisiera que tuviéramos como clave de lectura los textos de la Sagrada Liturgia, en sus oraciones y lecturas bíblicas. En la primera lectura escuchamos la oración de bendición que el patriarca Jacob pronuncio antes de morir sobre su hijo Judá, en sus palabras resuena una profecía, el Rey de Israel habrá de venir de aquella tribu, es más podría mos decir nosotros: de aquella tribu habría de nacer el Rey del universo, aquel que tiene el bastón de mando, a quien al que le pertenece, aquel al que todos los pueblos deben obediencia, nuestro señor Jesucristo.

Al contemplar la genealogía de san Mateo podemos recordar que Jesús nació en un lugar concreto, de una familia concreta, insertándose en la historia de la humanidad. Decía san Juan Crisóstomo “No pienses que oyes cosa de poca importancia al oír hablar de esta generación (genealogía), porque es en gran manera inefable que Dios se haya dignado nacer de una mujer y tener por progenitores a David y a Abraham.”

Él siendo Dios eterno todopoderoso quiso entrar en el cause del sucederse de los tiempos para podernos llevar a gozar de esa vida eterna que fluye de su Corazón santísimo, es justo lo que el sacerdote ha pedido como gracia para nosotros en la oración colecta, y que es parte de una de las oraciones que dice el sacerdote añade el agua al vino durante la santa Misa, la mezcla de aquellos elementos, es un signo de lo que en teología se llama unión hipostática, la unión de la naturaleza divina y la naturaleza humana en Cristo, en la que nosotros participamos por la gracia.

Vivir desde ya esa vida eterna a la cual hemos renacido por el Bautismo, es una de las bendiciones que nos han llegado por el nacimiento de aquel niño que encontró su posada en una gruta de Belén, por eso los oráculos antiguos nos invitan en este tiempo a entrar en la Alegría y el regocijo como decía la Antífona de entrada de hoy, porque el Señor viene y se compadece de nosotros pobres pecadores.

Jesús, el mesías de Dios, el Hijo del Altísimo, Dios con nosotros, ha venido para para conducirnos en su amor misericordioso a ese Reino de justicia y paz, que tiene por ley el amor y por estado la libertad de los hijos, es un Reino de amor en el que Jesús nos lleva entrar en la voluntad del Padre enseñándonos suaviter in forma, fortiter in re, es decir con suavidad en la forma, pero con fortaleza de ánimo en aquello que hemos de vencer en nosotros para disponer el corazón a la acción de su gracia.

Roguemos al Señor en este día nos conceda la gracia de descubrir en el niño nacido en Belén al Dios que ha entrado en la historia de la humanidad, al Dios que ha entrado, por amor, en tú historia y mi historia para transformarla en historia de salvación y así podamos aprender a leer su paso en nuestras vidas y gozar de su presencia.

IMG: «El árbol de Jesé» en el Salterio de Scherenberg del siglo XI

Regem venturum Dominum, venite adoremus.

Iucundare filia Sion, et exulta satis filia Ierusalem,* ecce Dominus veniet, et erit in die illa lux magna et stillabunt montes dulcedinem* et colles fluent lac et mel, quia veniet Propheta magnus et Ipse renovabit Ierusalem.

El Rey de reyes está por venir, vengan a adorarlo

Gózate hija de Sión y alégrate hija de Jerusalén* el Señor vendrá y aquel día les será dada una gran luz, los montes destilarán dulzura* y de las colinas bajará leche y miel, porque viene el gran profeta que renovará a Jerusalén