2 de enero
• 1Jn 2, 22-28. Lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros.
• Sal 97. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
• Jn 1, 19-28. El que viene detrás de mí.
En nuestra meditación sobre la primera carta de san Juan contemplamos nuevamente un llamado a la vigilancia frente a aquellos que buscan alejar a los fieles de la fe que han recibido así como una exhortación a la fidelidad para permanecer y perseverar.
Ciertamente san Juan es el único de los escritores del Nuevo Testamento que utiliza el término anticristo, con él quiere designar a los falsos cristos, los adversarios del Señor, enemigos de Dios, falsos profetas, usurpadores que buscan presentarse como Mesías. En aquella época se comenzaba a propagar diferentes herejías que negaban el mesianismo de Jesús o más bien su divinidad, su filiación divina, es decir negaban que Jesús era hijo del Padre. Por la correlación existente entre la Paternidad y Filiación negar a uno es negar al otro, un hijo sólo se puede concebir como tal en relación a su padre y viceversa. La llamada de atención de san Juan va sobre el hecho de que estas corrientes de pensamiento no solía solamente defender la falsedad de lo que creían sino que se esmeraban en arrastrar a otros hacia ellas.
Podríamos también nosotros hacer un examen de la realidad en la que vivimos y descubrir los falsos profetas que nos anuncia falsos salvadores hoy en día, ¿dónde se anuncia la felicidad en estos días? ¿El tener dinero, placer, poder, popularidad etc.? ¿qué idolatra el mundo de hoy en día la tecnología, la fama en redes sociales, el afán de tener la razón, un determinado puesto de trabajo a costa de lo que sea y de quien sea etc.? ¿Qué falsos cristos o como diría la carta de san Juan “anticristos” me están buscando seducir con sus falsas doctrinas?
Ciertamente el llamado es por un lado, estar vigilantes, alertas, atentos a los engaños seductores de las falsas doctrinas, por otro lado a ser fieles a la fe que se ha recibido, “lo que habéis oído desde el principio, permanezca en ustedes”, san Juan da un gran valor a la Tradición, es decir a aquellas enseñanzas que en la fe de la Iglesia le ha sido transmitida a los creyentes. La comunión en la fe de la Iglesia, es comunión con Cristo, es comunión con el Padre, es comunión con el Espíritu Santo, es permanecer unidos a la Trinidad augusta y a la verdadera comunidad de creyentes. En esa comunión encontramos la vida verdadera, la vida eterna.
Con esta perspectiva de fondo hay que leer aquellas palabras que les diría también al decirles “no hay necesidad que nadie les enseñe”, en un primer momento les dice esto para que no se dejen seducir por cualquier viento de doctrina, en segundo lugar le anuncia aquí el magisterio del maestro interior, del Espíritu Santo, que inspira en los corazones de los fieles aquella inclinación hacia la verdad de la fe que han recibido, es una luz que les concede conocer y gustar la verdad revelada por Cristo y que se hace vida en la existencia de cada cristiano.
Podríamos decir que san Juan de alguna manera habla brevemente aquí del Magisterio externo de la Iglesia, es decir aquella fe que nos ha transmitido, lo que ella nos ha enseñado, y el magisterio Interno del Espíritu Santo que ilumina las almas de los fieles conduciéndolos en medio de los avatares del día a día. Que importante es para todos nosotros seguir profundizando en la fe que hemos recibido, a través de lecturas, reflexiones, predicaciones u otros medios que nos ayuden a afianzar aquello que la Iglesia nos ha siempre dicho y enseñado sobre Jesús, pero también que importante es llevar a la oración, disponiéndonos atentamente a la escucha de la voz del Maestro interior que busca hacernos caminar por la senda del bien y la verdad, afianzándonos cada vez más en el seno de la Iglesia y en el Corazón de Cristo.
El testimonio de Juan Bautista que se nos presenta en el Evangelio leído ya no como preparación al nacimiento de Jesús como lo hicimos en el tercer domingo de adviento, sino posterior a aquella celebración, es un recordatorio de quién es el que ha venido por nosotros en estos días. Navidad nos es un período de tiempo que se limita sólo al 25 de diciembre, a nivel litúrgico lo celebramos por un par de semanas, el misterio del Hijo de Dios nacido en nuestra carne mortal, es una manifestación maravillosa de la misericordia del Señor. Durante siglos su llegada fue preparada, los corazones anhelaban su venida, los profetas fueron preparando el camino y de modo especial Juan Bautista se convertió en su testigo y precursor.
Quien ha venido es aquel que tanto esperábamos, Dios está con nosotros por ellos se alegra nuestro corazón, la perspectiva de un año que comienza nos llena de esperanza en el futuro aún y si estamos ciertos que hemos de pasar diversas pruebas que purificaran nuestra fe y nos irán acercando más a configurar nuestro corazón al de Cristo.
El testimonio de Juan es un ejemplo para todo cristiano que está llamado a ser también un testigo Jesús, quien dio su vida por amor a toda la humanidad, hacerle presente sin buscar a atraer a los demás hacia sí mismos, sino conducirlo a Jesús.
«Todos los cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo del que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación, de tal manera que todos los demás, al contemplar sus buenas obras, glorifiquen al Padre y perciban con mayor plenitud el sentido auténtico de la vida humana y el vínculo universal de comunión entre los hombres» (Conc. Vaticano II, Ad gentes, n11)
Roguemos al Señor nos conceda la gracia de saber vivir nuestra fe con integridad en el Señor para que movidos por la acción del Espíritu Santo sepamos ser verdaderos discípulos de Jesús.
IMG: «Ecce Agnus Dei» de Lorenzo Lotto