Camino del Éxodo X

El Señor descendió al monte Sinaí a la vista del pueblo

Lectura del libro del Exodo (Ex 19, 1-2.9-11.16-20)

A los tres meses de salir de la tierra de Egipto, aquel día, los hijos de Israel llegaron al desierto del Sinaí. Salieron de Refidín, llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente a la montaña. El Señor le dijo: «Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar cuando yo hable contigo, y te crean siempre».

Y Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho. El Señor dijo a Moisés: «Vuelve a tu pueblo y purifícalos hoy y mañana; que se laven la ropa y estén preparados para el tercer día; pues el tercer día descenderá el Señor sobre la montaña del Sinaí a la vista del pueblo».

Al tercer día, al amanecer, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre la montaña; se oía un fuerte sonido de trompeta y toda la gente que estaba en el campamento se echó a temblar.

Moisés sacó al pueblo del campamento, al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie de la montaña. La montaña del Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre ella en medio de fuego. Su humo se elevaba como el de un horno y toda la montaña temblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. El Señor descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte. El Señor llamó a Moisés a la cima de la montaña.

Meditación

Contemplamos en esta ocasión la gran teofanía en el Monte Sinaí. Finalmente después de tres meses de caminar por el desierto, los israelitas se disponen a celebrar la solemne Liturgia para la habían sido liberados, van al encuentro del Señor. Es muy sugestivo como luego de prepararse con la purificación ritual respectiva al amanecer del tercer día es cuando ocurrirán los grandes eventos que quedarían grabados en la historia de Israel como la manifestación de Dios a su Pueblo. Recordemos aquellos eventos tienen también la característica de ser un anuncio de las realidades que habrían de vivirse llegada la plenitud de los tiempos en Jesucristo. En efecto la humanidad entera llamada al encuentro con el Señor, será purificada en los más profundo de su ser por la Preciosísima Sangre derramada en el mandero de la Cruz, y al amanecer del tercer día se manifestará Jesús en su gloria, triunfante sobre el pecado y la muerte.

Los israelitas contemplaron a Dios en el Sinaí, grande y temible, en medio de una manifestación en la que los elementos de la naturaleza aparecen con fuerza y violencia, lo cual es signo del gran poder del Señor. De entre todos ellos sólo Moisés fue llamado para acercarse y entrar en diálogo con el Altísimo, de hecho, la Escritura dirá que el liberador de israel habla con Dios como quien habla con un amigo. Esto debería hacer que nuestro corazón se estremeciése, que vibrara de emoción, que lo embargara el júbilo, puesto que en Cristo Jesús, la misericordia de Dios ha llegado a tal punto, que podemos acercarnos a Él con tal confianza y serenidad, podemos entrar en ese diálogo que transforma el corazón y lo hace dócil a la palabra que nos anuncia, más que por la fuerza del temor por la fuerza del amor.

Dios es quien primero llama al hombre. Olvide el hombre a su Creador o se esconda lejos de su faz, corra detrás de sus ídolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre una respuesta. A medida que Dios se revela, y revela al hombre a sí mismo, la oración aparece como un llamamiento recíproco, un hondo acontecimiento de Alianza. A través de palabras y de actos, tiene lugar un trance que compromete el corazón humano. Este se revela a través de toda la historia de la salvación.” (CCE 2567)

Al meditar en la gran teofanía del Sinaí renovemos nuestra adhesión al Dios todopoderoso que se nos ha revelado en Jesucristo, para que escuchando su voz que nos llama a acercarnos a Él y entrar en su plan divino de salvación sepamos descubrir esa alegría del amor que se prolonga en una alianza de amor.

IMG: Fotografía del Sinaí