Los seres humanos según la expresión de la Sagrada Escritura hemos sido creados a “imagen y semejanza” de Dios, sin embargo debido a las heridas que dejó el pecado original en nosotros hemos caído muchas veces en aquella tendencia desordenada al mal, es más las numerosas heridas que los pecados dejan en nosotros muchas veces terminan por convertirse en verdaderos vicios con los cuales es preciso luchar de modo que la gracia de Dios, la vida nueva en Cristo Jesús, crezca, florezca y produzca frutos abundantes de vida eterna en nosotros.
Por un lado, sabemos, no somos ángeles de luz, sino seres de carne y hueso que experimentan numerosas veces el peso de la debilidad, sin embargo eso no excusa nuestras mediocridades en el combate espiritual, ni mucho menos justifica nuestras indiferencias y desprecios hacia el prójimo, ya la primera lectura y la carta de Santiago nos han ilustrado los comportamientos de los malvados planean la muerte contra los justos, les desean todo tipo de maldades, y en las comunidades van sembrando división, celos, envidias, murmuración, ira, deshonestidad, maltratos, etc. Los que siguen esta actitud son semejantes al maligno enemigo que no busca sino la muerte del hombre.
Por otro lado, el apóstol nos recuerda las actitudes de aquellos que siguen la via de Cristo Jesús, son aquellos que fomentan la paz, la comprensión, la docilidad, la misericordia, la bondad, la justicia y la sinceridad, son aquellos que en medio de un ambiente tóxico buscan ser antídoto, prefieren compartir antes la suerte del Cristo imitándole, muriendo en Cruz antes que dejarse llevar por las pasiones desordenadas. Son aquellos que han comprendido que la verdadera riqueza, son los tesoros en el cielo ganados ayudando a los pobres, son aquellos que han comprendido que la verdadera medida del hombre no es el “que dirán las amistades” sino lo que se es delante de Dios, son aquellos que han comprendido que el verdadero poder estar en el servicio y no en el afán de dominio, son aquellos que saben descubrir en el abrazo de Jesús a un niño la delicadeza con que han tratar al hermano, son aquellos en quienes ha hecho mella “el que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mi me recibe”.
“Acuérdate tú de este proverbio Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Ten presente la palabra del Señor: El que se humilla será ensalzado, y quien se ensalza será humillado. Si te parece tener una cosa buena, ponlo en tu cuenta, pero no sin olvidar tus faltas; no te engrías de que hoy tú haces el bien, no partes el mal reciente y pasado; si el presente te da motivo de vanagloria, acuérdate del pasado; ¡es así como percibirás el estúpido absceso! Y si ves a tu prójimo pecar, guárdate de no considerar en él esa falta; y recuerda, tú le descubrirá mejor que a ti, si examinas en conjunto tu vida y no haces el cálculo de cosas fragmentarias. Pues Dios no examina al hombre de un modo fragmentario. Estamos llamados a recordar todo eso para preservarnos del orgullo: abajémonos para ser elevados.
Imitemos al Señor, que bajó del cielo hasta el último descenso. Pero después de dicho descenso, hizo brillar su gloria, glorificando con Él a aquellos que había sido despreciados con Él. Sus bienaventurados discípulos, aquellos que, pobres y desnudos, recorrerán el universo sin palabras de sabiduría, sin escolta fastuosa, solos, errantes y en la pena, vagabundos, por la tierra y por el mar, golpeados por varas, lapidados, perseguidos y finalmente expuestos a la muerte. Tales son para nosotros las enseñanzas divinas de nuestro Padre. Imitémoslo para llegar también nosotros, a la gloria eterna, ese don perfecto y verdadero de Cristo”
San Basilio Magno, Homilía sobre la humildad
Roguemos al Señor en este día nos conceda la gracia de aprender a vivir esa sencillez y calidez del Corazón de Cristo que nos hará verdaderos discípulos y misioneros del amor.
• Sb 2, 12.17-20. Lo condenaremos a muerte ignominiosa.
• Sal 53. El Señor sostiene mi vida.
• St 3, 16-4, 3. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.
• Mc 9, 30-37. El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.
IMG: «Vida de Cristo» de Gaudenzio Ferrari