La grandeza del nuevo Adán

“Por tanto, así como por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y a través del pecado la muerte, y de esta forma la muerte llegó a todos los hombres, porque todos pecaron…Pero el don no es como la caída; porque si por la caída de uno solo murieron todos, cuánto más la gracia de Dios y el don que se da en la gracia de un solo hombre, Jesucristo, sobreabundó para todos. Pues si por la caída de uno solo la muerte reinó por medio de uno solo, mucho más los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en la vida por medio de uno solo, Jesucristo. Por consiguiente, como por la caída de uno solo la condenación afectó a todos los hombres, así también por la justicia de uno solo la justificación, que da la vida, alcanza a todos los hombres. Pues como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos. La Ley se introdujo para que se multiplicara la caída; pero una vez que se multiplicó el pecado, sobreabundó la gracia, para que, así como reinó el pecado por la muerte, así también reinase la gracia por medio de la justicia para vida eterna por nuestro Señor Jesucristo.” (Rm 5, 12.15.17-21)

El apóstol de los gentiles busca hacer una presentación de Jesús como el primogénito de la humanidad redimida, el hombre nuevo que por la acción de la gracia divina es transformado y renovado en la fe en Cristo, muerto y resucitado. Comienza san Pablo presentando a Adán como cabeza del linaje humano, su desobediencia tuvo consecuencias en toda la humanidad, este texto es fundamental para la doctrina del pecado original, el cual sabemos recibe su nombre por analogía ya que no es un pecado cometido por el resto de la humanidad sino contraído por ella, si el primer hombre se apartó de Dios, el resto sufrirá las consecuencias de ese distanciamiento, las heridas dejadas por el pecado perdurarán. Sin embargo, el centro del mensaje paulino es que Cristo Jesús, el Hijo de Dios vivo, asumió nuestra naturaleza humana y comprándonos a caro precio en el madero de la cruz, se ha convertido en el nuevo Adán, si por el primero el hombre tomó distancia de Dios por el segundo el hombre recobraría la amistad con Él, más aún como dice el apóstol, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia, puesto que no sólo somos amigos sino hijos de Dios y coherederos de Cristo por la fe.

El reino del pecado y la muerte han sido derrotados, si bien es cierto aún hoy en día sentimos el peso de las reliquias del pecado y la debilidad propias de los descendientes de Adán, es mucho más grande la acción de la gracia que ha brotado de Cristo Jesús, nuestro nuevo Adán,  por ella recibimos la vida eterna y una fuerza renovada en la fe que nos hace salir triunfantes en medio del combate de la vida espiritual. Más grande que el pecado es la obra de Jesucristo en nosotros.

“…san Pablo recorre la historia de la salvación desde Adán hasta la Ley y desde esta hasta Cristo. En el centro de la escena no se encuentra Adán, con las consecuencias del pecado sobre la humanidad, sino Jesucristo y la gracia que, mediante él, ha sido derramada abundantemente sobre la humanidad. La repetición del «mucho más» referido a Cristo subraya cómo el don recibido en él sobrepasa con mucho al pecado de Adán y sus consecuencias sobre la humanidad, hasta el punto de que san Pablo puede llegar a la conclusión: «Pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia» (Rm 5, 20)…Por otro lado, para poner de relieve el inconmensurable don de la gracia, en Cristo, san Pablo alude al pecado de Adán: se podría decir que, si no hubiera sido para demostrar la centralidad de la gracia, él no se habría entretenido en hablar del pecado que «a causa de un solo hombre entró en el mundo y, con el pecado, la muerte» (Rm 5, 12). Por eso, si en la fe de la Iglesia ha madurado la conciencia del dogma del pecado original, es porque este está inseparablemente vinculado a otro dogma, el de la salvación y la libertad en Cristo. Como consecuencia, nunca deberíamos tratar sobre el pecado de Adán y de la humanidad separándolos del contexto de la salvación, es decir, sin situarlos en el horizonte de la justificación en Cristo.”

IMG: Jesús saca a Adán y Eva de sus tumbas en la resurrección. Parekklesion, Iglesia del Santo Salvador en Chora, Estambul.