V- Que es muy gran remedio para desechar la tristeza acudir a la oración

Tomado de “Ejercicios de perfección y virtudes cristianas” del P. Alfonso Rodríguez – De la Tristeza y la alegría – Cap. V

Casiano dice[1] que para todo género de tristeza, por cualquier via o causa que venga, es muy buen medio acogernos a la oración y pensar en Dios y en la esperanza de la vida eterna que nos está prometida; con lo cual se quitan y aclaran todos los nublados, y huye el espíritu de la tristeza, como cuando David tañía con su harpa y cataba, huía el espíritu malo de Saul y le dejaba.

Y así el Apóstol Santiago en su Canónica nos pone este remedio: Tristatur aliquis vestrum? Oret: ¿Estáis triste? Acudid a la oración[2]. Y el profeta David dice que usaba de él: Cuando me siento triste y desconsolado, el remedio que tengo es acordarme de Dios, y con eso quedo consolado[3].

El pensar, Señor en vos y en vuestros Mandamientos y en vuestras promesas, eso es para mí cantar de alegría; eso es lo que me recrea y consuela en este destierro y peregrinación, en todos mis trabajos y desconsuelos[4].

Si el conversar acá con un amigo basta para desmelancolizarnos y alegrarnos, ¿qué será el conversar con Dios? Y el siervo de Dios y el buen religioso no ha de tomar por medio para desechar sus tristezas y melancolías el parlar y el distraerse y derramar sus sentidos, ni leer cosas vanas o profanas, ni menos cantarlas, sino el acudir a Dios el recogerse a la oración, ese ha de ser su consuelo y descanso[5].

Ponderan los Santos aquello que cuenta la Escritura divina, que después del diluvio, pasados cuarenta días, abrió Noé la ventana del arca, y envió el cuervo para ver si estaba ya seca la tierra para poder desembarcar, y no tornó más (por eso dicen «el mensajero del cuervo»); envió luego tras el la paloma, la cual, dice la Sagrada Escritura, que no hallando donde poner los pies, se volvió al arca[6].

Preguntan los Santos: pues el cuervo no volvió, claro está que halló donde poner los pies; ¿cómo dice la Escritura que la paloma no halló donde los poner? La respuesta es que el cuervo, sobre aquellos lodazares y sobre aquellos cuerpos muertos, hizo su asiento; pero la paloma simple, blanca y hermosa, no se ceba de cuerpos muertos, no hace su asiento en lodazares, y así se volvió al arca, porque no halló donde poner los pies, no halló donde descansar.

Pues así el verdadero siervo de Dios y el buen religioso no halla contento ni recreación en esas cosas muertas, en esos entretenimientos vanos del mundo, y así se vuelve, como la palomica al arca de su corazón, y todo su descanso y consuelo en todos sus trabajos y tristezas es acudir a la oración, acordase de Dios, irse un rato al santísimo Sacramento a consolarse con Cristo, y darle allí cuenta de sus trabajos y decirle: ¿Cómo puedo yo, Señor, estar triste estan en vuesta casa y compañía?

Sobre aquellas palabras del Real profeta: Diste alegría en mi corazón[7], dice san Agustín: Enseñanos aquí el santo Profeta que no se ha de buscar la alegría fuera en las cosas exteriores, sino allá dentro en la celda secreta del corazón, donde dice Cristo nuestro Redentor[8]; que habemso de orar al Padre Eterno[9].

Del Bienaventurado San Martín, obispo, cuenta Severo Sulpicio que el alivio de sus trabajos y cansancios era la oración. A la manera de los herreros, que para aliviar un poco su trabajo, suelen dar en vacío algunos golpes al yunque, así él, cuando parecía que descansaba, oraba.

De otro siervo de Dios se cuenta[10] que estando en su celda lleno de gravísima tristeza e increíble aflicción, con la cual Dios a tiempos le quiso ejercitar, oyó una voz del cielo que en lo interior de su alma le dijo: ¿qué hace ahí ocioso consumiendote? Levántate y ponte a considerar en mi pasión. Levantóse luego, y púsose con cuidado a meditar los misterios de la pasión de Cristo, y luego se le quito la tristeza, y quedó consolado y animado; y acontinuación esta consideración, nunca más sintió tal tentación.

Capítulo anterior: IV- De las raíces y causas de las tristezas, y de sus remedios

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Notas:

*La imagen es un dibujo de Carlos Saenz de Tejada que muestra a san Ignacio convaleciente y leyendo

[1] Cassian. Lib de instit. Renunt., cap. Ultimo

[2] Jacob, V, 13

[3] Renuit consolari anima mea, memor fui Dei, et delectatus sum. Ps. LXXVI, 4

[4] Cantabiles mihi eran justificationes tuae, in loco peregrinationes meae (id est, erant mihi cantica, et solatium) Ps CXVIII, 54

[5] Trat. 2, cap. 13, in fine

[6] Quae cum non invenisset, ubi requiesceret pes ejus, reversa est ad eum in arcam. Gen. VIII, 9.

[7] 3 Dedisti laetitiam in corde meo Ps. IV, 7

[8] Matth., VI, 6.

[9] Non ergo foris quaerenda est laetitia, sed intus, in interiori homine, ubi habitat Christus, in ipso corde, id est, in illo cubiculo, ubi orandum est. Aug

[10] Enric. Suso, in horologio sapientiae, cap. 14.