2 S 1,1-4.11-12.19.23-27; Sal 79; +Mc 3, 20-21
Nuevamente vemos la nobleza de David hacia el ungido del Señor, en vez de celebrar la muerte del que busco la suya, llora y hace luto. La muerte también de Jonatan tambien se presenta como un acontecimiento sumamente doloroso, se trataba de su mejor amigo, de aquel que había intercedido por él ante la ira de Saúl.
La elegía que eleva por la muerte de los guerreros de israel ciertamente es de un tono más patriótico que espiritual, no hay de hecho ninguna mención a Dios, pero la inspiración que detonó su composición no es otra sino la muerte de aquel que había sido ungido por el Señor como primer rey de Israel.
Vemos en David la amplitud que el espíritu de Dios suscita en los corazones, en clave cristiana diríamos el amor hasta el extremo por los amigos e incluso por los enemigos, pues nuestra mirada debe ser como aquella de Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos, amar no solo al que me es simpático, sino amar al que me es antipático e incluso al que ha buscado hacerme el mal, es sin duda alguna una cosa que no es fácil, solamente es posible en la dimensión de la misericordia, en la dimensión del perdón. El amor que perdona, es un amor que libera, es un amor que trasciende las emociones inmediatas de rencor para suscitar, en base a un acto de amor (que es un acto de voluntad), los sentimientos de Cristo en nuestros corazones.
El Santo Evangelio nos presenta un episodio muy común en la vida de los santos y de todo cristiano que se decide a seguir fielemente a Jesucristo, la incomprensión de aquellos que les son más cercanos.
Nos dicen estos breves versículos que unos parientes suyos fueron a buscarle, pues les parecía que estaba fuera de sí. Si esto sucedió con el Divino Maestro, ¿qué no sucederá con aquellos que buscan imitarle?
«Un sector del pueblo enjuicia peyorativamente la obra y el mensaje de Cristo. Al no aceptar con sencillez su excelsa doctrina lo juzgan como a un iluso. Hasta allí llegó la humillación del Salvador, que se agrandará en la hora de la Pasión y Muerte. Hemos de aprender de la entereza de Cristo al sufrir tan gran difamación y calumnia.«¿Qué importa que los hombres nos deshonren, si nuestra conciencia nos defiende? Sin embargo, de la misma manera que no debemos excitar intencionadamente las lenguas de los que injurian para que no perezcan, debemos sufrir con ánimo tranquilo las movidas por su propia malicia, para que crezca nuestro mérito. Por eso se dice: “gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es muy grande en los cielos” (Mt 5,12)»
San Gregorio, Sermones sobre el Evangelio 17).
Cuando debamos pasar por momentos semejantes, en el que por el seguimiento de Cristo seamos incomprendidos o humillados, recurramos a Nuestra Buena Madre, quién siguiendo a su Hijo ciertamente vivió esta situación, para que por su intercesión podamos perseverar como ella al pie de la Cruz
«Queridos amigos, también entre los parientes de Jesús hubo algunos que a un cierto punto no compartieron su modo de vivir y de predicar, nos lo dice el Evangelio (cf. Mc 3, 20-21). Pero su Madre lo siguió siempre fielmente, manteniendo fija la mirada de su corazón en Jesús, el Hijo del Altísimo, y en su misterio. Y al final, gracias a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana (cf. Hch 1, 14). Pidamos a María que nos ayude también a nosotros a mantener la mirada bien fija en Jesús y a seguirle siempre, incluso cuando cuesta.»
Papa Francisco, Angelus, 18-08-2013
Nota: La imagen es un antiguo mosaico cristiano que se encuentra en la antigua Basílica de Aquileya (siglo IV) que presenta la lucha entre luz y tinieblas, el Gallo símbolo de Cristo que lucha contra la tortuga (habitante del Tártaro-infierno) símbolo de las fuerzas del mal.