Humildad y testimonio

Lunes – IV semana del tiempo ordinario – Año par

2S 15,13-14.30;16,5-13ª; Sal 3; +Mc 5, 1-20

Es interesante la actitud de David, ante la rebelión de su hijo, no se queda, no combate, no se opone, ¿qué es lo que mueve la actitud del rey?

Los padres de la Iglesia en la huída de Jerusalén en primer lugar una estrategia de David para evitar la catástrofe sobre la ciudad santa, prueba de que no era una huída cualquiera es que deja bien dispuesto el cuidado del Arca de la Alianza y que un grupo de leales a él le acompañan en el camino.

En segundo lugar, y quizas más importante, es que las actitudes de David, no son las de un rey que sufre una derrota política sino de uno que hace penitencia

«David experimentó la huida de su hijo porque él había abandonado la castidad; experimentó la huida de su hijo porque había violado un matrimonio limpio, había abandonado la ley de Dios que dice: “No matarás, no cometerás adulterio”( Ex 20,13-14)»

S. Juan Crisóstomo, Expositio in Psalmos 3, a.

David sufre en silencio, acepta incluso los insultos de Semeí, la humildad del rey brilla, porque en medio de la pena se sigue abandonando a Dios, realmente confía en su justicia. El rey se presenta pequeño pero no ante Semeí, sino ante Dios que es el más grande, y porque se fía del más grande puede también ensanchar su corazón y perdonar en ese momento al que lo insulta.

«Por el pecado perdemos la unión con Dios; es justo, por tanto, que volvamos a la paz con él a través de las contrariedades. De este modo, cuando cualquier cosa creada, incluso buena en sí misma, se nos convierte en causa de sufrimiento, ello nos sirve de corrección, para que volvamos humildemente al autor de la paz»

S. Gregorio Magno, Moralia in Iob 3,15-16.

En la contrariedad David purifica su alma y cicatriza las heridas del pecado, es el gran valor de la penitencia, es lo que en la doctrina cristiana conocemos como satisfacción por el pecado y que nosotros también podemos practicar de diversas maneras como el ayuno, la abstinencia y otros tipos de mortificaciones bajo la guía de un director espiritual.

Por otro lado en el Evangelio tenemos a Jesús que libera de la opresión del demonio a un hombre, una nota curiosa que nos podría servir de clave de lectura, es que también se habla de una piara de cerdos, sabemos que los judíos no comían este tipo de animal, por tanto eso nos manifiesta que el Señor se encontraba en una zona de paganos.

Así revela que la libertad de los opresos que trae Jesús no es sólo para los judíos sino para todos, su poder se extiende más allá de los confines de Israel. Alguno podría creer que los que precisaron el exorcismo se hubieran convertido al escuchar el testimonio de los demonios o al ver la autoridad con que Jesús les somete. Sin embargo permanecieron en su incredulidad.

Él expulsa los demonios, y los habitantes del lugar lo expulsan a Él pues le piden se vaya, en vez de alabar al Señor entran en el miedo, entonces el gesto de Jesús de dejar al hombre liberado en la zona para que anuncie a los demás lo que se hizo por él se perfila como un gesto de misericordia, puesto que no obstante el rechazo recibido la buena nueva será anunciada por su testigo.

De oprimido pasa a testigo, es más, pasa a ser testimonio vivo de la acción de Dios. Y le pide Jesús que comience por los de casa.

«Es como si dijera: Sal de mi casa, ¿qué haces en mi morada? Yo deseo entrar: Sal de este hombre. De este hombre, es decir, de este animal racional. Sal de este hombre, de esta morada preparada para mí. El Señor desea su casa»

San Jerónimo , Commentarium in Marcum 2

Roguemos al Señor nos conceda en este día vivir como hombres que anuncien las maravillas que Dios hace en nuestras vidas, y que podamos aprovechar incluso las contrariedades que encontramos para hacernos más cercanos a Él.

Nota: imagen «El endomoniado de Gerasa» de Sebastian Bourdon (1653)