La palabra de este día nos llama a ponernos en estado de alerta, y nos recuerda que nuestra fe, es una combativa, una fe que nos llama a la lucha contra el pecado y sus consecuencias, partiendo de nuestra realidad personal.
La abnegación, la cruz y el caminar, son características del itinerario de vida del cristiano, es lo que el mismo Jesucristo ha vivido a lo largo de su vida, el himno de la carta a los Filipenses nos resume en pocas líneas el modo en que nuestro Señor vivió esto:
«El cual, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;
al contrario, se despojó de sí mismo
tomando la condición de esclavo,
hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia,
se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz.» Flp 2, 6-8
Y nosotros que somos sus discípulos, no podemos sino imitarlo, el mismo san Pablo nos dirá el versículo que antecede a este himno «Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.» Flp 2, 5. El cristianismo no es un religión cómoda y pusilánime, sino que implica una constante purificación de sí mismo para poder entrar en una relación cada vez más íntima con Jesús y por Él con el Padre y el Espíritu Santo; y con nuestros hermanos.
Ahora que nos encontramos iniciando la cuaresma nos conviene meditar en como vencer nuestros pecados recurrentes o defectos dominantes, cómo se manifiestan y cómo he combatirlos a través de las virtudes que se les oponen, básicamente esto nos responde a la pregunta ¿en qué he negarme? Recordando que el Yo que su busca combatir, es aquel que busca su autosatisfacción personal de manera egoísta, con el mero afán de ser visto o ejercitar cierto poder sobre los demás.
Preguntemonos, ¿cómo estoy asumiendo mi cruz? ¿cómo asumo todas aquellas situaciones que me contrarían y que no puedo cambiar? ¿Las afronto con humildad y mansedumbre, según los sentimientos del Corazón de Cristo, o simplemente permanezco en un continuo quejarme, viviendo en puros lamentos? El cristiano es el hombre que cree no sólo en la muerte en cruz, sino también en la resurrección y la gloria futura, es el hombre que camina en esperanza, y no sólo eso, sino que descubre en los momentos de sufrimiento la oportunidad de unirse íntimamente con el Cristo sufriente colaborando con su obra redentora.
En este contínuo caminar en el seguimiento de Jesús, hemos de recordar que este tiempo es tiempo para enmendarnos si no hemos sabido vivir según la Palabra del Señor, es tiempo para que escojamos la vida verdadera y no aquella aparente que nos lleva a la muerte, es tiempo de que vivamos como hijos de la promesa, hijos que han nacido por las aguas del Bautismo para heredar la bendición superabundante del Señor.
Y en este camino no vamos sólos, puesto que caminamos como Iglesia, caminamos con nuestros hermanos, y la oportunidad de realizar obras de misericordia es a la vez oportunidad de compartir la bendición del Señor que ha llegado a nuestras vidas. No podemos quedarnos de brazos cruzados al ver a nuestro hermano necesitado, hemos de hacer algo por mínimo que parezca, para el amor nada es pequeño, y aunque no podamos solucionar todos los problemas de los demás hemos al menos de buscar alivio.
Roguemos al Señor que en este tiempo de cuaresma nos fortalezca y nos colme de su gracia para saber reconocer las oportunidades de conversión que se nos ofrecen y poder luchar el buen combate de la fe para que llegada la pascua podamos presentarle frutos abundantes para su gloria.
Lecturas: Jueves de Ceniza
Dt 30, 15-20. Mira yo os propongo hoy bendición y maldición
Sal 1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
+Lc 9, 22-25. El que pierda su vida por mi causa la salvará.
Imagen: es una pintura del Giotto que refleja el momento en que san Francisco de Asissi se despoja de sus bienes terrenos.