Una llamada al amor

Sábado de ceniza

Is 58, 9-14; Sal 85; +Lc 5, 27-32

El Evangelio nos presenta el pasaje de la vocación de Mateo, la invitación que hace Jesús a éste publicano (recolector de impuesto para el Imperio Romano) no es un mero seguimiento material a ir detrás de Él, se trata de algo más profundo, es el comienzo de un itinerario que durará toda la vida y que consistirá en la imitación de tan Dulce Maestro.

Pero seguir a Jesús no se reduce a un compromiso de emulación, sino que también es un ser partícipes de su salvación, puesto que quien camina con Él se pone a su servicio y así su caminar se transformar en un servir-amando, es un gozar de la gracia bendita que viene a derramar en los corazones de los hombres que caminan con Él.

«Si nos mandó seguirlo no es porque necesite de nuestros servicios, sino para que nosotros alcancemos así la salvación. Seguir al Salvador, en efecto es beneficiarse de la salvación… La razón, pues por la que Dios desea que los hombres le sirvan es su bondad y su misericordia, por las que quiere beneficiar a los que perseveran en su servicio… En esto consiste la gloria del hombre, en perseverar y permanecer en el servicio de Dios»

San Ireneo, Contra las herejías, Libro IV.

La respuesta de Jesús a los fariseos y escribas, muestra que Él no desconocía a las personas con las que estaba compartiendo, es más, refleja que tiene un conocimiento más perfecto sobre estas personas que ellos, puesto que su conocimiento estaba basado en el amor, que no ve solo pecadores, sino enfermos y como buen médico dice que ha venido por ellos, y les trae una medicina la penitencia (la conversión)

Esta actitud de Jesús, que entra en la realidad de aquellos que están descarriados para hacerlos tornar a la vida recta, que busca justificar y no condenar, que propone los conversión, la recuperación de la persona en vez de quedarse solo en el señalamiento del error, es la misma que reclama el Señor por boca del profeta Isaías.

Y no hemos de quedarnos solo en un nivel horizontal, sino que hemos de contemplar con el profeta, la salvaguarda de los derechos de Dios, la primera lectura de hecho, concluye con un recordatorio de la observancia del sábado, dándole a Dios el honor debido en el modo que lo ha establecido, podríamos examinar en este día, de que manera estamos viviendo nuestros domingos, ¿le damos a Dios el lugar que se merece? ¿cómo cuidamos de nuestra participación en la Santa Misa? ¿se dedicar este día momentos a la caridad fraterna? ¿cómo pasamos el tiempo en familia? ¿cómo asumo el descanso dominical, entra Dios en la ecuación? Etc.

«Que cada uno de los fieles se examine, pues, a sí mismo, esforzándose en discernir sus más íntimos afectos; y, si descubre en su conciencia frutos de caridad, tenga por cierto que Dios esta en él y procure hacerse más y más capaz de tan gran huésped, perseverando con más generosidad en las obras de misericordia»

San León magno, Sermones 48,3

Roguemos al Señor nos conceda la gracia de saber reconocer su paso en nuestras vidas, de tener un oído atento a su llamada, y una mirada de amor hacia nuestros hermanos, para poder dar a cada uno el trato que es debido, comenzando por Él mismo. Así nuestra práctica penitencial durante esta cuaresma será agradable a El y dará mucho fruto.

Nota: pintura del Veronese «Cena en la casa de Levi»