Sabado – V semana de cuaresma
Ez 37, 21-27; Sal: Jr 31,10-13; +Jn 11,45-57
Estamos a las puertas de la semana Santa, la Sagrada Liturgia nos dispone hoy a los acontecimientos que estamos por contemplar.
Los enemigos de Jesús se confabulan y planean su asesinato, el mal planea hacer de las suyas, el enemigo, el demonio, que siembra división ha hecho de las suyas para sembrar su cizaña entre los hombres.
Y no obstante todo esto, escuchamos al profeta que nos anuncia un mensaje esperanzador, Cristo el hijo de Dios reunirá en sí a todos los que andaban extraviados.
El Señor es su omnipotencia bendita y lleno de bondad, se sirve de los planes de los malvados y los hace ocasión de bendición para la humanidad. Grande nuestro Dios que del mal tiene poder para sacar grandes bienes y la sabiduría para sacar los mejores.
Los enemigos de Jesús pensaban de quitarle la vida, mas no se daban cuenta que eso lo podían porque Él la entregaba. En la cruz el mal es vencido a fuerza de bien, a fuerza del amor.
Y este amor tiende por sí mismo a difundirse por todo el globo a través del anuncio del Evangelio a todos los pueblos, lo cuales serán reunidos en el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, la nueva Jerusalén que un día llegará a su perfección en el amor cuando haya cumplido su misión y se una plenamente con su Esposo amado.
Que el Señor nos conceda la gracia de vivir una semana santa al ritmo de los latidos del Corazón de Cristo para que muriendo con Él podamos resucitar a una vida plena y llena de gracia.