Mediadora y Modelo

«….En tu misericordia
has realizado grandes cosas en su Madre,
la Bienaventurada Virgen María:
la has constituido madre y abogada nuestra,
para que en ella los afligidos encontraran consuelo,
los enfermos salud, los pobres ayuda,
los pecadores refugio,
todos los hombres misericordia y gracia…»

Prefacio de la memoria de la santísima Virgen María Madre y Mediadora de gracia

María, mediadora de todas las gracias

La Intercesión de la B.V. María en el cielo no es otra cosa sino una comunicación de bienes, la cual, tiene su fundamento en la doctrina de la comunión de los santos.

Segun ella, los bienaventurados estando más íntimamente unidos a Cristo por la caridad y la contemplación de la visión beatífica…

«consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que ella misma ofrece a Dios en la tierra y contribuyen de múltiples maneras a su más dilatada edificación (cf. 1Co 12, 12 – 27).»

CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, 49.

Ellos llegaron ya a la patria celeste y gozan «de la presencia del Señor» (cf. 2Co 5, 8); por Él, con Él y en Él no cesan de interceder por nosotros ante el Padre, presentando por medio del único Mediador entre Dios y de los hombres, Cristo Jesús ( 1Tm 2, 5), los méritos que en la tierra alcanzaron; sirviendo al Señor en todas las cosas y completando en su propia carne, en favor del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia lo que falta a las tribulaciones de Cristo (cf. Col 1, 24). Su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad.

La solicitud de María santísima por las necesidades de los hombres es más apremiante porque ha sido constituida como Madre de ellos por su mismo Hijo (cf. Jn 19, 26) y por la inmensa caridad que le caracteriza.

«[Ella] conoce todas sus necesidades espirituales y todo lo relacionado con la salvación; en razón de su inmensa caridad, ruega por ellos; y como es omnipotente ante su Hijo por el amor mutuo que los une, obtiene todas las gracias que recibimos nosotros, y todas las que reciben los que no se obstinan en el mal.»

R. GARRIGOU-LAGRANGE, La Madre del Salvador y Nuestra Vida Interior, 200.

La B.V. María conoce directa o indirectamente aquello que se relaciona con nuestra vida sobrenatural puesto que ella es Madre espiritual de todos los hombres en virtud de la Maternidad divina, su conocimiento es en este sentido universal, concreto y cierto.

Ella suplica a Cristo en el cielo por la salvación y santificación de sus hijos, se le llamado por esta razón la omnipotencia suplicante, pues hay un principio teológico que dice que la intercesión de un santo se basa en su grado de gloria, y ella gozaría eminentemente de ésta estando sólo por debajo de su Hijo, así puede alcanzar a los hombres todos los medios necesarios para su salvación, siempre y cuando se dispongan a pedirla y no impongan obstáculos a la gracia.
Afirmará el P. Garrigou-Lagrange al hablar de la intercesión de María:

Es de fe, en primer lugar, que María Santísima ruega por nosotros y hasta por cada uno de nosotros, en su calidad de Madre de Dios y de todos los hombres, y que su intercesión nos es muy útil, conforme al dogma general de la intercesión de los santos (DZ 984)

En segundo lugar, es cierto, según la Tradición, que este poder de intercesión de María puede obtener para todos los que la invocan debidamente todas las gracias de la salvación y que nadie se salva sin ella.

Y finalmente, es una doctrina común y segura, enseñada por los Papas, por la predicación universal y por la liturgia, que ninguna gracia nos es dada sin la intervención de María

R. GARRIGOU-LAGRANGE, La Madre del Salvador y Nuestra Vida Interior, 205-206.

María, modelo de santidad

Si Nuestra Buena Madre, la gloriosa siempre Virgen María, en cuanto mediadora de todas las gracias es sumamente importante en la vida espiritual del cristiano por la comunicación de bienes que hace, no es menos importante su ejemplo como modelo de santidad.

Cuando se habla del proceso de santificación, se está hablando del desarrollo del organismo de vida sobrenatural…

Así como en el orden natural podemos distinguir en la vida del hombre cuatro elementos fundamentales, a saber: el sujeto, el principio formal de su vida, sus potencias y sus operaciones, de manera semejante encontramos todos esos elementos en el organismo sobrenatural. El sujeto es el alma; el principio formal de su vida sobrenatural es la gracia santificante; las potencias sobrenaturales son las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo, y las operaciones son los actos de esas virtudes y dones.

A. ROYO MARÍN, La Virgen María: Teología y espiritualidad marianas, 272.

Cuando decimos que nuestra Buena Madres en un modelo para nosotros en la santidad, estamos hablando de su ejemplaridad en el modo de vivir una vida virtuosa perfeccionada por los dones del Espíritu Santo, una vida según las bienaventuranza del Evangelio.

Así afirmamos que por la gracia de su Maternidad divina y la misión confiada por Jesús desde la Cruz, ella no cesa de rogar por nosotros y por todos los hombres, alcanzandonos de su Hijo bendito toda clase de gracias necesarias para nuestra salvación, y cómo si eso fuera poco, el Señor nos la ha dejado como modelo acabado de lo que es la santidad cristiana, que vive en obediencia amorosa y confiada a la divina voluntad, una vida conformada al Corazón Sacratísimo de Jesucristo.

Nota: icona de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, s.XV

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