Salvación gratuita y oración en esperanza

Jueves – XXVII semana del TO – Año par

Comenzamos a entrar en la profundidad del mensaje de san Pablo a los Gálatas, esta comunidad se había dejado llevar por la influencia de los así llamado judaizantes, es decir, unos cristianos de origen judío, que había comenzado a presionar a la comunidad haciéndoles creer que era necesario la observancia de la Ley para poder ser salvado.

“Movido por el amor a los gálatas, Pablo sufre porque se han olvidado de que la salvación viene sólo de Jesucristo y no de la Ley. Ellos son testigos de que han recibido la justificación sin oír hablar siquiera de la Ley, puesto que han recibido el Espíritu Santo antes de la llegada de los judaizantes.” (Comentario Biblia Universidad de Navarra)

Este ciertamente no fue un problema sólo para ellos sino para otras comunidades de la época. El peligro del mensaje judaizante era el llegar a creer que por cumplir los preceptos de la Ley se estaría salvo, es decir, creyendo que era sólo el propio esfuerzo el que los salvaría.

San Pablo insistirá siempre en la gratuidad de la salvación que viene por la fe, es decir que, la salvación viene por haber creído en Jesucristo el Hijo de Dios, con todo lo que ello implica, la salvación es una iniciativa que nace del amor de Dios al hombre, a la que éste responde a través de la obediencia de la fe, poniéndose en camino a vivir de una manera diferente. Nuestra vida conforme al Evangelio es la respuesta a la salvación traída por Jesucristo, es el modo en que abrazamos y llevamos a nuestra historia personal y comunitaria la vida nueva del Resucitado.

El Santo Evangelio nos presenta la enseñanza de Jesús acerca de un modo particular de oración, la súplica, la cual ha de ser realizada con constancia. La Sagrada Escritura nos habla de diversos matices de esta oración a veces e hombre a acude a Dios para pedir, otras para reclamar, otras para invocarlo, a veces se presenta con una fuerza particular cuando clama o grita, e incluso se llegará a comparar la oración con una lucha (Rm 15, 30; Col 4, 12). Sin embargo hoy se nos habla de la petición, la Iglesia nos enseña que “Mediante la oración de petición mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia Él.” (CEC 2629)

Es interesante ver como en el NT no se habla mucho de “lamentaciones” antes bien, el encuentro con el Resucitado lleva a la Iglesia a vivir en base a la esperanza “La petición cristiana brota de otras profundidades, de lo que san Pablo llama el gemido”:  gime la creación “que sufre dolores de parto” (Rm 8, 22) hasta que se manifiesten los cielos nuevos y la nueva tierra; gime el hombre en la espera “del rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es objeto de esperanza” (Rm 8, 23-24), y gime también el Espíritu Santo en nosotros con “gemidos inefables” ya que Él “viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26).” (CEC 2630)

Ciertamente el primer deseo que mueve la petición cristiana es la llegada plena del Reino de Dios, conforme lo que dijo Jesús “busquen primero el Reino de Dios y lo demás se le dará por añadidura”, luego se pide cuanto sea necesario para “acogerlo y para cooperar con su venida” (CEC 2632)

“Cuando se participa así en el amor salvador de Dios, se comprende que toda necesidad pueda convertirse en objeto de petición. Cristo, que ha asumido todo para rescatar todo, es glorificado por las peticiones que ofrecemos al Padre en su Nombre. Con esta seguridad, Santiago y Pablo nos exhortan a orar en toda ocasión” (CEC 2633)

El cristiano por tanto se va convirtiendo “por la obediencia de la fe” que nos enseñaba la primera lectura y “por la oración” como nos enseña el Evangelio en un colaborador en la salvación de la humanidad y en el establecimiento del Reino de Dios en los corazones de sus fieles, asimismo se convierte en un testigo auténtico de la esperanza que surge del encuentro con el Resucitado.

Que este sea nuestro anhelo en este día. Así sea.

IMG: «Angelus» de Jean-François Millet