Viernes – XVIII semana del TO – Año par
- Ef 1, 11-14; «Antes esperpabamos en el Mesías. Vosotros habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo»
- Sal 32, 1-2.4-5.12-13; «Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad»
- +Lc12, 1-7; Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
Hemos comenzado la lectura de la carta a los Efesios, san Pablo nos recuerda cuál es nuestro fin último: ser una alabanza para gloria de Dios. ¿Podemos decir que nuestras vidas son un alabanza para gloria del Padre? ¿Resplandece Él en nuestras actitudes y comportamientos? ¿en nuestra vida puede verse el cumplimiento de la Palabra que escuchamos o leemos día a día? ¿Nuestra vida transparenta el Evangelio? Es muy importante nunca perder de vista este aspecto de nuestro cristianismo, pues cuando meditamos en esto, recordamos que no hemos sido creados ni redimidos para permanecer esclavos de las cosas, de las situaciones, de determinadas relaciones, o incluso de ciertas ideologías, nuestra vida tiene un horizonte más largo, un horizonte de eternidad.
“¡Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos, y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y gloria, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes, hechos ignorantes e indignos!”
San Juan de la Cruz, Cantico Espiritual, 39, 7
El apóstol también nos recuerda como hemos sido marcados con el Espíritu Santo, es como un sello indeleble que llevamos en nuestro interior, Él habita en nosotros y nos da su gracia para perseverar día con día en el seguimiento fiel del Señor. Es por la fuerza del Espíritu Santo que nosotros podemos vivir con coherencia nuestros compromisos bautismales, es Él quien anima toda nuestra vida, de modo particular, en los momentos de persecución como lo ha dicho el Señor en el santo Evangelio proclamado en este día. Por eso nosotros caminamos como hombre y mujeres que confían en que no les faltará nada en este peregrinar hacia el cielo.
«De lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Espero, sin embargo, y lo espero con toda certeza, que su bondad clementísima guardará fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que se ponga en mí de relieve. (…) Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor»
Sto. Tomás Moro, Carta escrita en la cárcel a su hija Margarita.
Que el Señor nos conceda la gracia de saber tener un oído atento y un corazón dócil a su Palabra y a la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, para que podamos realmente vivir toda nuestra vida como una alabanza para su Gloria.
IMG: El encuentro de sir Tomás Moro con su hija tras su sentencia de muerte (The meeting of Sir Thomas More with his daughter after his sentence of death), por William Frederick Yeames (1872).