Generosidad y compasión

Martes 8 de enero – Feria de Navidad

1 Jn 4, 7-10; Sal 71; +Mc 6, 34-44

En este período Epifanía, continuamos a vislumbrar la manifestación del Señor a su Pueblo. La historia es iluminado y podemos contemplar la fidelidad del Señor que ha cumplido las promesas hechas por los profetas, suscitando en medio de él a su Hijo bendito, no nos sorprende ver como Jesús va desarrollando las palabras que los profetas había anunciado desde antiguo.

Ellos habían hablado que Dios mismo apacentaría a su Pueblo, y la palabra que el Evangelio nos transmite este día, es justamente el cumplimiento de ésta promesa. Primero con su palabra y luego a través del pan multiplicado, el Señor Jesús, sacia a los que le seguían con el alimento del alma y del cuerpo.

Jesús movido por sus entrañas de misericordia siente “compasión” por aquellos que venían a buscarle en busca de consuelo.

Es más el ejemplo de los mismo apóstoles nos interpela pues ellos tampoco pensaron en si lo que tenían alcanzaría para cubrir sus propias necesidades, antes bien su dificultad estuvo en el no haber podido encontrar una solución para aquellos que seguían a Jesús, es ahí donde Cristo interviene.

Observemos el abandono confiado de los discípulos a la providencia de Dios en las necesidades más grandes de la vida y su desprecio hacia una existencia lujosa: eran doce y tenían sólo cinco panes y dos peces.

No se preocupaban de las cosas del cuerpo; se dedicaban con celo a las cosas del alma. Es más, no guardaron para ellos estas provisiones: se las dieron en seguida al Salvador cuando se las pidió.

Aprendamos de este ejemplo, a compartir lo que nosotros tenemos con los que están necesitados, aunque tengamos poco. Cuando Jesús les pide los cinco panes, no dicen: “¿qué nos quedará para más tarde? ¿De dónde sacaremos lo que nos hace falta a nosotros?” Obedecen en seguida…

San Juan Crisóstomo

Al rumiar la palabra del Señor, y entrar en la profundidad de su mensaje, podemos llegar a descubrir el trasfondo del signo de este pan, ya una interpretación patrística del Padre Nuestro nos recuerda como el pan puede entenderse de tres maneras:

Cuando decimos “danos hoy nuestro pan de cada día” no estamos haciendo otra cosa sino pedirle al Padre Eterno que nos dé su palabra, que nos instruirá en el camino de la vida,

 que nos dé el pan material que necesitamos para alimentar a nuestro cuerpo y tener las fuerzas para trabajar por su Reino,

y que nos dé el pan de la Eucaristía que nos nutre para la vida eterna, podríamos decir que pedimos a nuestro Padre el pan cotidiano, y el cotidianamente nos responde con Jesús, en quien todo hombre encuentra aquel que saciará hasta sus anhelos más íntimos.

Gran bendición del Señor, que no nos deja de sorprender, pues sus milagros son signos del poder que viene de lo alto, ellos nos revelan que el autor de Cielo y Tierra está entre nosotros.

No hay nada que temer, su Divina Providencia conduce la historia, y no hay nada que nos llegue a hacer falta, pues “todo lo podemos en Cristo” como dirá san Pablo.

El Señor nos da lo que necesitamos, lo da gratuitamente y lo da en abundancia, su generosidad es una de las características emblemáticas que mueven el corazón de los hombres, no se reserva nada.

Lo vemos alimentándolos a todos, pero no se nos dice que Él coma, es más al principio de este pasaje evangélico se nos habla como de hecho no le quedaba tiempo ni a Él ni a sus discípulos para hacer esto, algo tan básico e indispensable, y sin embargo Él antepone las necesidad de sus seguidores antes que la propia fatiga.

El destello de la cruz, brilla en un sacrificio que se culmina en el calvario pero que se va realizando de día en día, es el cordero degollado que derrama su sangre, que derrama su vida, para que los demás tengan vida.

Dirá el Papa Francisco:

vertener compasión, enseñar. Los podemos llamar los verbos del Pastor. Ver, tener compasión, enseñar. El primero y el segundo, ver y tener compasión, están siempre asociados con la actitud de Jesús: su mirada, en efecto, no es la mirada de un sociólogo o de un reportero gráfico, porque Él mira siempre con «los ojos del corazón».

Estos dos verbos, ver y tener compasión, configuran a Jesús como buen Pastor. Incluso su compasión, no es solamente un sentimiento humano, sino que es la conmoción del Mesías en quien se hizo carne la ternura de Dios.

Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de alimentar a la multitud con el pan de su Palabra, es decir enseñar la Palabra de Dios a la gente. Jesús ve, Jesús tiene compasión, Jesús nos enseña. ¡Es hermoso esto!”

Que el Señor nos conceda la gracia de hacer experiencia de la ternura de Dios en la compasión de Cristo, para que alimentados por Él, podamos ir nosotros también a llevar este pan de la vida a los demás

IMG: Jacques Joseph Tissot, «La multiplicité des pains», en el Museo de Brooklyn