Martes – VI semana TO- año par
• St 1, 12-18. Dios no tienta a nadie.
• Sal 93. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
• Mc 8, 14-21. Evitad la levadura de los fariseos y de Herodes.
El santo Evangelio en este día es una continuación del de ayer, lo protagonistas cambian, ya no es Jesús y los fariseos, sino que ahora se trata de Jesús y sus discípulos, aquellos que han caminado con Él, que han sido testigos de sus obras. El Divino maestro busca orientarles, busca formar sus corazones con su palabra, busca enseñarles una lección de vida eterna, y sin embargo, distraídos por el camino, no entienden la palabra que les dirige. Jesús les previene de no adoptar las actitudes y comportamientos de los fariseos, y ellos piensa que les pregunta por algo de comer.
Jesús les quiere llevar a ver sus obras desde un plano más elevado, quiere hacer que pasen de una visión meramente natural y humana a una visión sobrenatural de sus palabras y obras, quieren ensanchar su campo de visión, quiere llevarlos a que contemplen la verdad de las cosas. Capítulos atrás el Evangelista ha descrito las insidias que tramaban los fariseos contra Jesús, así como la muerte de san Juan Bautista por los excesos de Herodes, y es más se había anunciado la confabulación de ambos para hacer fuera a Jesús.
San Beda el venerable explicaría que “La levadura de los fariseos es el posponer los decretos de la ley divina a las tradiciones de los hombres; predicar la ley con las palabras, e impugnarla con los hechos; tentar al Señor y no creer en su doctrina ni en sus obras. La levadura de Herodes es el adulterio, el homicidio, la temeridad del juramento, la hipocresía y el odio a Cristo y a su precursor.”
Cristo interpela a sus discípulos puesto que han visto y oído las grandes obras que Él ha realizado y aun parece confundirse su corazón, el Señor ciertamente nos tiene paciencia y en ellos sabe esperarnos hasta conducirnos a contemplar su verdad. No dejarnos contaminar por la levadura de los fariseos y herodes significa en el fondo una invitación a la coherencia de vida, a vivir concordes a nuestra fe.
“Permanecer en la verdad y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, tanto de los primeros tiempos como de todas las nuevas generaciones de la Iglesia a lo largo de los siglos. Desde este punto de vista, el anuncio del Espíritu de la verdad tiene una importancia clave.” San Juan Pablo II, Catequesis 17/05/1989
Los cristianos no vivimos de levaduras mundanas, sino que dejamos que por la fe, el Espíritu Santo sea quien nos haga crecer y multiplique las gracias que Dios realiza en nosotros, con nosotros y por medio de nosotros. El Espíritu de Dios actúa profundamente en nuestras vidas hasta llegar a vivir una vida de santidad.
Que el Señor nos conceda la gracia de preservar nuestro corazón de aquello que lo hincha y desvía para que abiertos a su palabra podamos crecer por la acción del Espíritu Santo y demos fruto de vida eterna.
IMG: «Los fariseos acusan a Jesús» de Duccio Buoinsegna