Viernes – VI semana TO – Año par
• St 2, 14-24.26. Lo mismo que el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
• Sal 111. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.
• Mc 8, 34-9, 1. El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
¡Cuántos corazones habrán sido conmovidos con estas palabras! ¡Cuántos hombres y mujeres no se sentirán animados al escuchar la voz del maestro! ¡De qué sirven todos los esfuerzos por conseguir bienes, dinero, seguridades y fama si al final se pierde la vida!
Estas perspectivas de Jesús, nos sacuden en lo más profundo de nuestro ser, ¿De qué aprovecha todo lo que hacemos en vistas de la vida eterna? Abandonarlo todo por irnos detrás de Él.
“La invitación de Jesús a cargar con la propia cruz y seguirle, en un primer momento puede parecer dura y contraria de lo que queremos; nos puede parecer que va contra nuestro deseo de realización personal. Pero si lo miramos bien, nos damos cuenta de que no es así: el testimonio de los santos demuestra que en la cruz de Cristo, en el amor que se entrega, renunciando a la posesión de sí mismo, se encuentra la profunda serenidad que es manantial de entrega generosa a los hermanos, en especial, a los pobres y necesitados. Y esto también nos da alegría a nosotros mismos.”
Benedicto XVI
En estas sabias palabras del Papa descubrimos como la fe nos lleva a la vida verdadera. Tantos testimonios de grandes hombres y mujeres que supieron hacer de Cristo su único tesoro nos manifiesta que sí se puede ser santo, y que sólo el Señor puede colmar esos abismos infinitos y profundos que aveces experimentamos en nuestro corazón, un corazón herido sólo puede ser sanado por Cristo, la sed de infinito sólo puede ser saciada con Aquel que es infinito.
Negarnos a nosotros mismo, a nuestra propia voluntad tiene sentido cuando se hace para abrazar la voluntad de Dios, tomar la cruz sólo tiene sentido si albergo la esperanza de la resurrección, seguir a Cristo es valioso cuando su amor es nuestra meta. No somos invitados por Jesús al caos y desesperación, Jesús quiere liberarnos de las ataduras que nos hacen terrenos para vivir según la verdadera vocación para la cual fuimos creador y redimidos, la de ser hijos de Dios.
«Hay que amar al mundo, pero hay que anteponer al mundo a su creador. El mundo es bello, pero más hermoso es quien hizo el mundo. El mundo es suave y deleitable, pero mucho más deleitable es quien hizo el mundo. Por eso, hermanos amadísimos, trabajemos cuanto podamos para que ese amor al mundo no nos agobie, para que no pretendamos amar más a la criatura que a su creador. Dios nos ha dado las cosas terrenas para que le amemos a Él con todo el corazón, con toda el alma.” San Cesareo de Arles
Que el Señor nos conceda la gracia de sabernos volcar a Él, abandonando toda atadura que nos tenga sometidos, para que poniendo toda nuestra confianza en Él sepamos lanzarnos hacia los brazos de Aquel que nos eleva a la vida eterna.
IMG: pintura del «Quo vadis» de Annibale Caracci