Lux et origo (Luz y orígen)

Viernes – IV semana de Cuaresma

Sb 2, 1.12-22; Sal 33; +Jn 7, 1-2.10.25-30

«Una fuente de luz, por pequeña que sea, siempre disipa las tinieblas» El testimonio de la Sagradas Escrituras, las vidas de los Santos y la Historia de la Iglesia, nos enseñan como el bien donde sea que es prácticado siempre pone en evidencia el mal. La lectura del libro de la Sabiduría y del capítulo 7 de san Juan nos ponen manifiestan esta realidad, el encarnizamiento de los impíos contra el justo por el hecho de ser fiel al Señor, y la obstinación de algunos de los judíos que buscaban acabar con Jesús por la denuncia que hacía con su vida y sus palabras sobre las incoherencias en el modo de vivir su relación con Dios.

El texto del libro de la Sabiduría nos muestra la malicia que provoca la constancia en el pecado al punto que llega a enraizarse en el corazón tan profundamente que determina no sólo la conducta del hombre individual sino que se extiende por sus actos y deseos hacia los demás con los que convive. No sólo hace el mal sino que busca destruir el bien, y por tanto va contra aquellos que lo práctican.

Es curioso, como el hombre seducido por el pecado y llevando una vida desordenada confunde los términos de todo su actuar, pues la antropología nos enseña que el hombre actúa siempre movido por un bien que quiere conseguir pero, a causa del desorden introducido por el pecado, comienza a llamar a aquello que es malo, bueno, y a lo bueno, malo.

La conducta de los perseguidores de Jesús nos pone de manifiesto esta situación, ante su doctrina, sus obras y su vida, ninguno quedaba indiferente, todo el séptimo capítulo de san Juan, nos muestra las diferentes reacciones que suscitaba a su paso en la gente,. Había quien le seguía, había quien simplemente se preguntaba quien era pero no tomaba ninguna decisión, hay quienes buscaban sólo los milagros, otros a pesar de ver sus obras no se convertían, y hay quienes lo perseguían porque se veían denunciados y se sentían amenazados.

En el fondo la gente se preguntaba quién era éste que actuaba y hablaba de tal manera, de dónde venía, había algo diferente en Él. Y es ahí donde dice Jesús que en realidad sí conocen de donde viene, pues conocían su familia, y sí le conocían a Él, pues le habían visto crecer entre ellos, sin embargo el destaca lo que no ven, y es decir, su misión, ha sido enviado por el Padre, declarando que procede de Él, anuncia la verdad de sí, y eso provoca la ira de sus perseguidores, que ya buscaban matarle.

Aquí cabe la pregunta ¿con que intención se habían acercado a Jesús? ¿Para conocer verdaderamente quién era y aprender de Él? o ¿para buscar ocasión de apresarle y asesinarle? la respuesta es clara por el texto, sin embargo nos debería de llevar a preguntarnos lo mismo a nosotros ¿cuáles son mis motivaciones para acercarme a Jesús que hoy continúa haciéndose presente a través de su Iglesia? ¿estoy dispuesto a responder conforme su enseñanza?

Esas mismas reacciones que suscitaba Jesús en su época es posible verlas aún hoy, pues son las mismas reacciones que los hombres tienen frente a la Iglesia, que no es sino la continuadora del proyecto de salvación realizado por Jesús, ella que es nuestra Madre, continúa haciendolo presente en medio de un mundo tan variado y haciendo frente con la fe en su Divino Esposo a la situaciones difíciles a las que los hombres se encuentran.

En algunos lados lucha por hacer ver el hombre la dignidad que tiene desde su concepción defendiendo la vida, en otros lugares defiende el proyecto de Dios sobre la familia, en otros busca animar y defender a sus hijos que sufren persecución a causa de la fe, en otros busca recordar que los hombres son hermanos en Cristo y reafirma las relaciones de justicia social que deben de imperar, en otros lucha contra el relativismo y el ateísmo práctico, en otros se esfuerza por anunciar el Evangelio a personas que nunca han escuchado hablar de Jesucristo, y así podríamos mencionar muchos campos.

«Hermanos, no nos debe de extrañar cuando se habla de Iglesia perseguida. Muchos se escandalizan y dicen que estamos exagerando, que no hay Iglesia perseguida. ¡Pero si es la nota histórica de la Iglesia! Siempre tiene que ser perseguida una doctrina que va contra las inmoralidades, que predica contra los abusos, que va siempre predicando el bien y atacando el mal. Es una doctrina puesta por Cristo para santificar los corazones para renovar las sociedades y, naturalmente, cuando en esa sociedad o en ese corazón, hay pecado, hay egoísmo, hay podredumbres, hay envidias, hay avaricias, pues el pecado salta, como la culebra cuando tratan de apelmazarla y persigue al que trata de perseguir el mal, el pecado. Por eso, cuando la Iglesia es perseguida, es señal de que está cumpliendo su misión. «

San Óscar Romero, Homilía 25 de noviembre de 1977

La Iglesia se hace sobre todo presente no sólo a través de iniciativas institucionales sino a través del testimonio de sus hijos que buscan vivir coherentemente su fe en Jesucristo, y en la realidad que vive según la vocación particular a la que ha sido llamado es en donde ha de ser luz.

La prueba que está siendo luz es que disipa tinieblas, las persecuciones -grande o pequeñas- llegan en algún momento a todos, cuando nos llega hemos de examinarnos y recordar que lo importante es que la situaciones adversas llegan por  ser fieles a Cristo su Evangelio, por causa de vivir como Jesús, por causa de vivir el mandamiento del Amor en la fe de la Iglesia y no por imprudencias personales, búsqueda de autoafirmación, vanagloria o actitudes prepotentes, siempre hemos de tener presente que los cristianos estamos llamados a amar incluso a los que nos procuran el mal (enemigos) y que todo mal se vence no con venganza maliciosa sino fuerza de bien.

Roguemos al Señor nos ilumine con la luz de su Espíritu Santo para poder ser sus valientes testigos con palabras y obras, poniendo nuestra confianza en Él, sabiendo que es Él quien lleva la Iglesia, es Él quien conduce la historia de los hombres, es Él quien dijo que las fuerzas del infierno no prevalecerán.